¿Recep Tayyip Erdoğan, en alto riesgo de perder el poder turco? | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Lunes, 8 de Mayo de 2023
Redacción internacional

DEBILITADO por 21 años de gobierno, una grave crisis económica atizada por la inflación -la que sin embargo empieza a ceder- y arremetida electoral de la oposición unida, el presidente de Turquía, Racep Tayyip Erdogan, disputa este domingo en las urnas su continuidad en el poder.

El líder del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), de 69 años, que ha sido duramente cuestionado por la tardía gestión al terremoto del pasado 6 de febrero y por el alza en el costo de vida que este año se ubica en un 50%, treinta y cinco puntos porcentuales menos del que alcanzó el pasado octubre, mantiene fuerte su base electoral.

Prueba de ello basta citar dos hechos: que todas las encuestas lo ubican en empate técnico con el candidato único opositor, Kemal Kilicdaroglu, líder de la llamada “Mesa de los Seis”, una variopinta coalición de seis partidos cuyas tendencias políticas van de la izquierda a la extrema derecho, y el baño de masas que tuvo este domingo en el Jardín de la Nación del Aeropuerto Ataturk en Estambul, donde 1,7 millones de personas aplaudieron tanto sus logros como proyecciones de gobierno.

Todas las encuestas coinciden en indicar que ninguno de los candidatos alcanzará la mayoría del 50% del respaldo de las urnas para evitar una segunda vuelta (28 de mayo) y que el resultado de la cita de este domingo será muy ajustado. Hace una semana, el sondeo sobre intención de voto realizado por Metropoll daba una ventaja al opositor Kilicdaroglu (42.6%) sobre Erdogan (41.1%), con un margen de error de (+-) de 3%. Ese mismo empate técnico lo evidenció días después la de un prestigioso instituto demoscópico que a ambos aspirantes presidenciales con 45% de los apoyos ciudadanos.



Como es normal en los países polarizados, la manida publicidad que se transmite al elector es la escogencia entre continuismo o cambio total. Y para ello deben presentársele propuestas concretas. En este país ubicado entre dos continentes (Europa y Asia) la oposición unida ha dejado de lado la agenda programática (y las preocupaciones de los electores) para centrar su campaña en la necesidad de sacar a Erdogan del poder por su “autoritarismo” para, de paso, poner fin al régimen presidencialista que opera desde el 2018, tras aprobación en referendo constitucional.

Cuando se dio dicha transición desde el régimen parlamentario, Erdogan fungía como primer ministro y se impuso en la elección del 24 de junio de dicho año, convirtiéndose en presidente, pero su partido perdió la mayoría en La Gran Asamblea Nacional, por lo que desde entonces trabaja en coalición con el Partido del Movimiento Nacionalista de Devlet Bacheli para sacar avante la agenda legislativa gubernamental.

La ‘Mesa de los Seis’ prioriza así acabar con el régimen presidencialista y ha dicho que las “cuestiones económicas o sociales” se atenderán tras imponerse en las urnas.

El aspirante opositor, Kilicdaroglu (74 años), conocido como el “Ghandi turco’ por su parecido físico y paciencia- así como varios de los candidatos al parlamento, han denunciado el ‘erdoganismo’ que definen como un régimen que combina autoritarismo electoral, populismo e islamismo en connivencia con el nacionalismo turco. Lo que, de suyo, consideran perjudicial para el país. Y ese ha sido el eje de campaña.

Este candidato único, bautizado años atrás como el “Gandhi turco" por su parecido físico y paciencia con el histórico líder indio y quien durante años fungió como director de la Sociedad Social de su país, enfrenta paralelamente una desconfianza al interior de la inédita coalición, ya que muchos consideran que su falta de carisma pesará negativamente en la elección del domingo.

Pero algunos analistas consideran que su escogencia fue una jugada bien pensada por la variopinta coalición ya que al ser originario de la región de mayoría Kurda de Dersim y pertenecer a la monoría aleví (rama heterodoxa del islam) puede conquistar mayoritariamente el voto de los kurdos, ya que tradicionalmente un tercio de ellos, declarados suní conservadores, apoyan a Erdogan.

El analista Aurèlien Denizeau sostiene que “el voto de los dos tercios restantes, que en su mayoría se alinean con el Partido del Movimiento Nacionalista -hoy en coalición con el de Erdogan- es el electorado objetivo de la oposición turca…Este es el tercer partido del Parlamento turco, tiene el 10% de los votos nacionales y, sin duda, será el árbitro de estas elecciones”.

 

Logros y promesas

Entre tanto, el presidente turco tras admitir que la situación económica es difícil, se ha comprometido a adoptar medidas para sacarla del bache, reforzar la industria de defensa y mejorar los recursos energéticos del país.

Este domingo ante la multitud que congregó en la capital también recordó los logros de sus más de dos décadas de gobierno, durante las cuales, dijo, “se ha triplicado el ingreso nacional, hemos brindado empleo y alimentos a 21 millones de personas que se sumaron a nuestra población, construimos 10,5 millones de casas nuevas en 21 años y brindamos hogar a familias".

En cuanto a la energía, recordó las reservas de gas natural y petróleo por valor de miles de millones de dólares descubiertas en el Mar Negro y en el área de Gabar, al sur del país, que se han puesto a disposición de la nación turca y anunció que su Gobierno está implementando el "Proyecto del Gran Túnel de Estambul", que dijo que "será el tercer tubo que atravesará el Mar de Mármara".

"Estamos preparando Estambul para el Siglo de Türkiye, y Estambul será la locomotora para su surgimiento", subrayó Erdogan, al tiempo que recordó decisiones recientes como que la factura del gas natural sería gratuita para todos los hogares turcos durante el próximo mes y luego tendrá un considerable descuento, al igual que el alza del ciento por ciento en el salario mínimo  y la reducción en la edad de jubilación para algunas categorías laborales.

Aun así y paradójicamente es si el terremoto del pasado febrero le pasará ‘cuenta de cobro’, a la inversa de lo ocurrido en 1999, cuando el sismo lo catapultó al poder.

"Llegaron con un temblor de tierra y podrían verse barridos por otro temblor", afirma Melih Yesilbag, profesor de Sociología de la Universidad de Ankara, refiriéndose a Erdogan ya su partido derechista, el AKP, que se enfrenta a la inédita coalición opositora que se presenta como social conservadora.

El sismo del 17 de agosto de 1999, en plena noche, mató a más de 17.000 personas en el noroeste del país. El enfado derivado de la catástrofe alimentaria un descontento popular que, junto a la crisis económica del momento, ayudó a propulsar al poder a Erdogan.

Ahora, en las elecciones presidenciales y legislativas de este domingo, el presidente y previamente primer ministro esperan que no les suceda lo contrario, tras los efectos devastadores del sismo del pasado 6 de febrero, que causó más de 50.000 muertos en Turquía y la vecina Siria.

El profesor Yesilbag recuerda cómo cuando Erdogan llegó al poder "la modernización de las infraestructuras fue una de sus principales promesas".

El terremoto de 1999 dejó en evidencia la pobre calidad de muchas construcciones. Poco más tarde, Erdogan inauguró un nuevo modelo económico basado en la construcción y las grandes infraestructuras, con un efecto transformador en Turquía.

El resultado fue que en estos 20 años se construyeron más de 10 millones de viviendas, "una cifra insólita", apunta Yesilbag y destaca que “fue más de la mitad de lo que construyeron todos los países de la UE juntos en el mismo período de tiempo".

El auge de la construcción se aceleró con la crisis financiera de 2008, que llevó a Estados Unidos ya Europa a aplicar tasas cero. Esto propició la entrada de miles de millones de dólares en créditos en Turquía, donde los gobiernos de Erdogan redibujaron la silueta de numerosas ciudades y conectaron las provincias con una red de autovías y aeropuertos.

El frenesí de la construcción permitió además a los turcos menos formados acceder al mercado de trabajo, lo que consolidó la base electoral del AKP.

"Funcionó muy bien", apunta el analista Atilla Yesilada, de la asesoría Global Source Partners. "Esto creó una nueva clase de simpatizantes prósperos del AKP, que se engrosaron en urbanitas y engrosaron la clase media y alta".

La economía turca tuvo un gran crecimiento durante la primera década de Erdogan en el poder, y según el Banco Mundial, el PIB anual per cápita pasó de 3.640 dólares en 2002 a 12.507 dólares en su apogeo en 2013.

Pero, la crisis diplomática de 2018 con Washington y el incremento progresivo de los tipos de interés en Occidente ocasionalmente un derrumbe de la lira turca, lo que encareció otro tanto el coste de los créditos en dólares.

El experto Osman Balaban señala que si bien “los tremendos daños del terremoto barrieron la imagen de prosperidad que Erdogan y su partido”, se desconoce si “será suficiente para provocar la caída del Presidente". El riesgo para el mandatario es alto, pero también la probabilidad de que lograr el mayoritario aval electoral/