“Adicto a la droga del arte” y un enamorado del talento latino y colombiano. Así es como se define Eugenio Viola, quien fue recientemente nombrado como Curador del Pabellón de Italia 2022 para la edición 59 de la Exposición de arte, la Bienal de Venecia.
El italiano es actualmente el curador jefe del Museo de Arte Moderno de Bogotá desde el 2019. Un apasionado de su profesión que representará a su país natal en esta prestigiosa exposición con su propuesta elegida entre otras 10 más.
“Viola es portador de una visión creativa, ambiciosa e innovadora, capaz de investigar a fondo los cambios desencadenados por la pandemia en el país y en el mundo”, afirmó el ministro de cultura de Italia Dario Franceschini, al anunciar su nombramiento.
En su carrera, Viola ha comisariado más de 70 exposiciones alrededor del mundo y tiene en su haber más de 50 publicaciones, incluidos libros y catálogos.
Antes de vivir en Colombia, Viola fue Senior Curator del PICA, The Perth Institute of Contemporary Arts en Perth, Western Australia, así como Curador del Museo Madre en Nápoles, del 2009 hasta el 2016.
Como curador invitado ha colaborado con numerosas instituciones internacionales, como el Frankfurter Kunstverein, Alemania; el CoCA, Centro de Arte Contemporáneo de Torun, Polonia; EKKM, el Museo de Arte Contemporáneo de Tallin y Kunsthalle de Tallinn, en Estonia; PAC, Pabellón de Arte Contemporáneo, Italia; el MSU, Museo de Arte Contemporáneo de Croacia; y el MAMC, Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Saint-Étienne, en Francia.
El curador le develó a EL NUEVO SIGLO de qué se tratará su propuesta en la Bienal de Venecia, que se llevará a cabo el 23 de abril del próximo año y las mayores victorias de su carrera.
EL NUEVO SIGLO: ¿Cómo inicia su historia con el mundo del arte?
EUGENIO VIOLA: Desde bambino siempre frecuentaba todos los museos y mi enamoramiento por el arte contemporáneo salió al tiempo de la universidad.
ENS: ¿Qué ha significado la curaduría para su vida?
EV: La curaduría me ha dado la posibilidad de conocer el mundo, viajar, encontrar artistas, conocer lugares antes de visitarlos a través del trabajo de los creadores y de vivir en tres continentes diferentes. El arte es mi vida básicamente, es una adicción, una droga. Pero es la mejor.
Me considero un enviado especial de la realidad, aquí. Tengo un concepto muy ético de mi trabajo, soy un activista y expongo mi punto a través de lo que expongo en las paredes del Museo de Arte Moderno de Bogotá.
ENS: ¿Cómo resulta un italiano enamorado del arte colombiano y latino?
EV: Soy el curador de mi generación que ha trabajado con más artistas latinoamericanos antes de mudarme a Colombia. Además, este es un país que tiene unos artistas extraordinarios, de los cuales también tengo mucho material del que podría laborar estéticamente.
ENS: Al convertirse en curador jefe del Mambo, ¿cambió su perspectiva del arte latinoamericano?
EV: Sí, tengo una perspectiva más del interior porque ahora trabajo dentro del sistema latinoamericano y eso me ha dado la posibilidad de contextualizar la labor de los artistas colombianos. También he tenido la posibilidad de conocer muchos artistas. Entonces trabajar en el Mambo me cambió la perspectiva. Lo que me sorprende es la gran cantidad de artistas talentosos. Este es un país lamentablemente con heridas y contradicciones sociales fuertes, que es lo que estamos viviendo en estos días tan confusos.
ENS: ¿Cuál cree que ha sido ese antídoto del Mambo para sortear la difícil situación que deja la pandemia?
EV: El arte no puede dar antídotos, sino que propone preguntas. Siempre digo que el arte más interesante es el que no te contesta y te deja más interrogantes. No existe un antídoto, pero la pandemia nos ha demostrado una vez más la importancia del arte. Es como este 'meme' que circulaba en redes, que decía “piensa tu cuarentena sin libros o el cine”, es imposible.
Nuestro antídoto, el del Mambo, fue salir con el primer proyecto artístico nacional a enfrentar la pandemia, Voz a Voz, que en parte nació con este tiempo, publicando dos artistas a la semana como coleccionable con obras que han sido concebidas durante la emergencia sanitaria.
ENS: Ahora inicia una nueva etapa para su carrera en la Bienal de Venecia, ¿qué retos implicará esta curaduría?
EV: Para mí es un gran honor representar mi país después de varios años, aunque no es la primera vez que lo hago, porque curé en el 2015 el pabellón de la historia. Obviamente ahora es diferente porque es el pabellón de mi país. Es una nueva etapa, es un reconocimiento de años de trabajo. Y el reto es presentar una labor que confronta dialécticamente la realidad, lo cual intento hacer con todas mis curadurías.
ENS: ¿En qué consistirá su propuesta?
EV: Es un proyecto que propone una visión creativa en nuestro presente incierto. Está enfocada en el ser humano y en el ambiente porque la pandemia nos lo ha impuesto básicamente, ya que se debe considerar de una manera dramática. También coincide con la relación entre el hombre y el territorio, lo que también fue el pilar del primer ciclo expositivo del Mambo, el cual tuvo su enfoque en la naturaleza, el paisaje y el territorio, una relación que se codifica radicalmente en el estilo de los artistas colombianos, quienes trabajan mucho en el paisaje y creo que es por dos motivos diferentes pero complementarios: el primero que tienen once ecosistemas diferentes que se unen al mundo y segundo, porque toda esa naturaleza fue negada durante el conflicto armado. Todo esto ha sido mi inspiración para el concepto de mi proyecto para el pabellón de Italia.
ENS: Luego de la Biennale, ¿ahora qué viene para el Mambo?
EV: En agosto vamos a inaugurar el segundo ciclo expositivo, que estará en su totalidad dedicado a las mujeres, porque como yo amo declarar, soy un curador gay y feminista.