MILES de víctimas (fallecidos, heridos, discapacitados y desplazados), decenas de ciudades devastadas, riesgo de perder toneladas de cereales (mayoritariamente trigo) por el bloqueo a la cadena de suministro que afecta igualmente a insumos claves como los fertilizantes, lo que amenaza la seguridad alimentaria global e inflación galopante jalonada por el veto al petróleo ruso y el inédito precio de los alimentos.
Esa es la radiografía actual de la invasión rusa a Ucrania que entró esta semana en su cuarto mes sin visos de solución, pese al alto impacto que tiene no sólo para las partes en conflicto sino a nivel global.
A la situación militar in situ, que escala con el paso de los días especialmente en el este del país invadido donde las fuerzas rusas avanzan hacia el objetivo delineado por el Kremlin, a saber controlar toda la franja costera desde la anexada Crimea hasta las autoproclamadas y reconocidas por éste como repúblicas independientes en la región del Donbás, se suma el punto muerto en el diálogo para encontrar una salida diplomática a la guerra, que se avizora sin fin…al menos en el corto y mediano plazos.
Tanto la mesa de negociación instalada a finales de febrero, ocho días después de empezar la “ofensiva especial’ como bautizó el presidente ruso Vladimir Putin la invasión al país vecino como los posteriores diálogos telemáticos son cosa del pasado. Es más, las partes ni siquiera saben a ciencia cierta cuando fue que los mismos entraron al congelador. De ello hace más de un mes y amén de declaraciones de disposición para retomarlos, no se ha dado un solo paso para ello. Al contrario, se han radicalizado los cruces de acusaciones sobre la responsabilidad de que estén en punto muerto.
Al cierre de semana, el presidente Putin en conversación telefónica con el canciller austriaco, Karl Nehammer, acusó a Ucrania de "sabotear" las negociaciones entre Moscú y Kiev, al igual que impedir el operativo requerido para la salida y llegada de embarcaciones internacionales.
La agencia de noticias TASS dijo que "a pedido del canciller de Austria, el presidente de Rusia ha hecho una evaluación de la situación en el contexto de la operación militar especial en curso para proteger el Donbás” y en ese contexto Putin traslado a Nehammer la necesidad de que las autoridades ucranianas desbloqueen los puertos del mar Negro y del mar de Azov para permitir así la salida y llegada de barcos, así como poder transportar toneladas de trigo almacenadas en territorio ucraniano.
"Putin ha mostrado que está preparado para permitir las exportaciones desde los puertos", dijo el canciller austriaco, quien sin embargo reconoció que se deben llevar a cabo labores de desminado en gran parte de las infraestructuras marítimas de las costas ucranianas.
En las últimas semanas, gran parte de la comunidad internacional ha acusado a Rusia de estar bloqueando las exportaciones de grano desde Ucrania, unas acusaciones que Moscú ha rechazado en todo momento y ha trasladado la responsabilidad tanto a Ucrania como a las propias políticas internacionales en materia de producción, especialmente durante los momentos más duros de la pandemia.
El Gobierno ruso informó el jueves de la puesta en marcha de corredores humanitarios marítimos durante más de diez horas diarias, si bien Ucrania aseguró que no fueron efectivos e incluso Estados Unidos mostró sus reticencias a confiar en la palabra de Moscú pues considera que "hay motivos" para el escepticismo.
Esta conversación, catalogada por Nehammer como "muy intensa y seria", se dio en el marco de la ronda de contactos que el canciller austriaco está llevando a cabo en las últimas jornadas y por las que ya ha dialogado con el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski; el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, o el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.
"Esta es la contribución de Austria en el marco de una política activa de neutralidad. ¡Solo el diálogo puede allanar el camino para la paz en Ucrania!", compartió el canciller en su perfil de la red social Twitter.
Se conoció que en esa conversación también se abrió la posibilidad para un intercambio de prisioneros con la parte ucraniana que tenderá “el apoyo de Austria”, el único país que por ahora ha retomado la mediación diplomática para solucionar este conflicto que se agrava en el terreno e impacta la economía global.
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Por su parte el presidente ucraniano, Volodomir Zelenski manifestó que la guerra sólo puede terminar por medios "diplomáticos", admitiendo que “La guerra será sangrienta, habrá combates, pero terminará definitivamente a través de la diplomacia". Pero no fue más allá, es decir cómo, cuándo y dónde comenzará a abrirse esa vía para la solución pacífica.
Las partes mantienen sus inamovibles y de lo establecido en el borrador solo se ha cumplido el anuncio público de Zelenski de que Ucrania no buscará el ingreso a la OTAN, ya que el otro punto, el del estatuto de neutralidad que adoptaría Kiev se frenó porque la condición exigida por este gobierno era que se detuviera la ofensiva sobre Mariúpol (hoy bajo control ruso) y la región del Donbás.
A raíz de ello, Zelenski que se mantiene vigente en el escenario internacional con participación telemática tanto ante parlamentos como eventos importantes, ha multiplicado sus llamados a Occidente para que le envíen armamento pesado con el que asegura ganará la guerra. En esa línea, Estados Unidos, Alemania y otros miembros de la OTAN han entregado misiles, lanzadores y potente equipamiento.
Paralelamente Rusia refuerza tanto su ofensiva en las zonas del este ucraniano como su presencia en la vasta zona de frontera porque según el subdirector del Servicio Federal de Seguridad, Vladimir Kulishov, “la situación es difícil principalmente por los bombardeos de los guardias de seguridad rusos, así como a las acciones de intimidación por parte de nacionalistas ucranianos, que llevan a cabo ataques de artillería contra infraestructura que se encuentra en territorio ruso".
El reciente foro de Davos concluyó con una alerta sobre las "múltiples crisis" que sacuden el planeta, desde el hambre provocado por la subida de los precios hasta los graves problemas de liquidez de algunos países tras la pandemia.
Ello se resume en las palabras de Achim Steiner, responsable del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud) quien sostuvo que además de que 200 millones de personas están en situación de hambre aguda en el mundo, en particular por el aumento de los precios de los alimentos, consecuencia en gran parte por la guerra en Ucrania, ello está provocando una crisis fiscal porque los gobiernos están forzados a comprar no solo productos e insumos sino combustibles más caros.
“Ahora tenemos una deuda acumulada por la pandemia. Con la subida de los costes de los alimentos, el combustible y la financiación, la situación es cada vez peor”, destacó.
El hecho de que Ucrania y Rusia, calificado el primero como uno de los graneros más grandes del mundo y, el segundo, uno de los principales productores de fertilizantes, imprescindibles para el sector agrícola, tengan paralizados el suministro a nivel global se ha traducido inmediatamente en un inédito aumento de precios y una ruptura en la cadena de suministro, lo que incluso amenaza con hambruna en países muy dependientes de estos cereales, especialmente el trigo, como los africanos y los árabes.
Vale recordar que, en lo corrido del año, el precio de varios alimentos de la canasta básica ha subido entre un 25% y un 40%, mientras que, en otros como el trigo y el aceite, el alza ha sido del 60%. Y ante la imposibilidad de un acuerdo para liberar la salida en los puertos sobre los mares Azov y Negro seguirá la escalada alcista en los alimentos.
A ello hay que sumar la negativa de la Casa Blanca a la propuesta del Kremlin de levantar sanciones para, según palabras de Putin, “realizar una contribución significativa" que desactive la crisis alimentaria y de suministro.
La propuesta fue transmitida por el premier italiano Mario Draghi al presidente Biden luego de una conversación que sostuvo con el mandatario ruso en la que también le ofreció continuar suministrando gas a Italia al precio actual.
Como se ve, pese a las graves amenazas sobre la seguridad alimentaria, el impacto en la economía global, pero sobre todo el incesante aumento de víctimas de la guerra no se otea una pronta resolución. ¿Cuánto va a demorar? Esa es la pregunta del millón que nadie, hoy, puede contestar.