En 1991 el consenso nacional caracterizó a la Constituyente: Navarro | El Nuevo Siglo
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Martes, 15 de Junio de 2021
Redacción Política

Antonio Navarro es el único de los tres presidentes que tuvo la Asamblea Nacional Constituyente del año 91 que permanece vivo, pues Álvaro Gómez Hurtado fue asesinado en 1995 y Horacio Serpa falleció en octubre del año pasado.

Gómez Hurtado fue presidente en representación del Movimiento de Salvación Nacional; Serpa Uribe por el Partido Liberal y Navarro Wolff por la Alianza Democrática M-19, partido político que surgió luego de que la guerrilla del M-19 se acogiera a un proceso de paz.

“La Constituyente fue el resultado de un amplio consenso nacional, empezaron los estudiantes de la Séptima Papeleta, se llegó entonces a los partidos políticos y con un proceso en las instituciones del Estado”, declaró Navarro Wolff. Agregó el ahora copresidente del Partido Alianza Verde, que a pesar de las diferencias ideológicas y los orígenes políticos distintos de los tres presidentes de la Asamblea Nacional Constituyente, pudieron trabajar de manera coordinada.

“Fue una presidencia colegiada que además de consensuada también tuvo un momento de reconciliación, pues ahí estábamos quienes habíamos estado en el movimiento armado hasta unos meses antes, hasta la gente más tradicional de la política colombiana. De manera que fue un período de un gran consenso nacional que permitió hacer una buena Constitución en cinco meses solamente. Lo que caracteriza el período de la Constituyente fue el consenso nacional”, expresó.

Agregó que junto con Gómez Hurtado y Serpa Uribe decidieron trabajar juntos en la Constituyente “en bien del país, hacer la mejor Constitución posible en los cinco meses de trabajo, y ese fue el espíritu que dirigió todo el trabajo de la Asamblea. De manera que fue una presidencia colegiada, que fue una propuesta que hicimos Álvaro Gómez y yo, y que los liberales terminaron aceptando.

Fue, digamos, un mecanismo para demostrar que lo que íbamos a hacer era en conjunto y cuyo resultado iba a ser una Constitución que valiera la pena”.

Navarro rememoró como anécdota del desarrollo de esa Constituyente que "en algún momento el Consejo de Estado quiso intervenir para limitar las posibilidades de la Asamblea en su mecanismo de funcionamiento, en la manera de votar. Hubo unanimidad que no íbamos a aceptar ninguna intervención de la entidad externa a la Constituyente sobre la autonomía que la Asamblea tenía para hacer su propio trabajo".

Añadió que eso fue como a los dos meses de haber empezado a funcionar, y “la respuesta unánime fue la Constituyente es omnipotente y omnímoda. Tiene todas las capacidades de hacer lo que quiera dentro del marco de hacer una nueva constitución en los tiempos que estaban fijados para su realización.


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De manera que ahí no permitimos la intervención del Consejo de Estado”.

Mayor frustración

Navarro señaló que la mayor frustración de su participación en la Constituyente fue "que propusimos disolver el Congreso para que hubiera un nuevo Congreso que desarrollara la Constitución. Finalmente salimos avantes con esa propuesta, pero el nuevo Congreso que se eligió era el mismo viejo. La frustración fue que no fuimos capaces de renovar el Congreso, eso lo hemos pagado en el desarrollo de las leyes que han aplicado la Constitución".

Consideró que el Estado Social de Derecho sigue siendo "más una aspiración que una realidad en Colombia porque las leyes que se han hecho y se han desarrollado para aplicar la Constitución nunca respondieron a una nueva política sino a la vieja política. De manera que tal vez es la frustración más grande, que el nuevo Congreso resultó igual al viejo".

Precisamente, Navarro considera que el mayor aporte a la Constitución del 91 "es el Estado Social de Derecho, que si se aplicara plenamente haría un país más equilibrado y menos desigual", dijo.

En los últimos años se ha insistido desde algunos sectores políticos de manera recurrente en convocar una nueva Asamblea Nacional Constituyente, especialmente para adelantar una reforma a la justicia. Frente a ello Navarro indicó “creo que los cambios que necesita la Constitución hay que hacerlos, se han hecho algunos, buenos unos, no tan buenos otros, pero no necesita una nueva Asamblea Constituyente. Sinceramente diría que quienes plantean una Constituyente ahora en un país tan polarizado, están es jugando con fuego. Lo que hay que hacer de la Constitución es aplicarla, más que reemplazarla por otra".

Finalmente responsabilizó a los distintos gobiernos y al Congreso por no haber materializado varios derechos de la población que contempla la Carta Política. "Esa Constitución no se aplica automáticamente, necesita el ejercicio del Gobierno y de las leyes que la desarrollan. Por ejemplo los mecanismos de participación, pero las leyes que se han expedido para hacer posibles esos mecanismos han sido muy restrictivas, que no han permitido usarlos en toda su amplitud”, concluyó.