AUNQUE el crecimiento económico de China se aceleró en el segundo trimestre de este año, según cifras oficiales, los guarismos esconden, sin embargo, las dificultades de la segunda economía mundial frente a la coyuntura internacional y a un desempleo juvenil récord.
En el segundo trimestre, el producto interno bruto (PIB) aumentó un 6,3% interanual, según la Oficina Nacional de Estadísticas (BNS). Este ritmo de crecimiento es, no obstante, mucho más bajo que las expectativas de los analistas encuestados por AFP (7,1%). Y es, además, una cifra engañosa porque la comparación se hace con el mismo período del año anterior: en 2022, el crecimiento había sido modesto en el segundo trimestre (+0,4%), consecuencia en gran parte del confinamiento de Shanghái, la capital económica, por el Covid-19.
Por otro lado, de un trimestre a otro, un método más realista para comparar, el crecimiento del gigante asiático se estancó en 0,8%, después de un aumento del 2,2% en el período enero-marzo.
La recuperación poscovid de principios de año, que todavía tarda en materializarse en ciertos sectores, parece haberse agotado en los últimos meses.
“En el segundo trimestre, esta dinámica perdió vigor por la disminución de la demanda mundial de bienes (chinos) que pesó sobre las exportaciones, la debilidad del sector inmobiliario y la demanda interna, por lo general insuficiente”, dijo a AFP la economista Erin Xin, del banco HSBC.
La economía china se enfrenta a “una coyuntura internacional compleja y difícil y a arduas tareas para la reforma, el desarrollo y para garantizar la estabilidad” del país, admitió a la prensa un portavoz del BNS, Fu Linghui.
Desempleo
La tasa de desempleo de los jóvenes chinos de entre 16 y 24 años alcanzó un nuevo récord en junio, con un 21,3%.
La cifra general se mantiene estable de un mes a otro (5,2%), pero solo incluye los parados en las grandes ciudades.
En otro orden, las ventas minoristas, principal indicador del consumo de los hogares, experimentaron un nuevo descenso en junio. Aunque el indicador subió en un año (+3,1%), su ritmo es mucho más bajo que el de mayo (12,7%).
“El consumo sigue siendo un motor de la recuperación”, dijo a la AFP la economista Erin Xin, del banco HSBC. “En algunos sectores, especialmente en los servicios, la recuperación ha sido particularmente fuerte" a pesar de que el gasto es más débil” apunta.
La producción industrial aumentó en junio (4,4%), frente al 3,5% del mes anterior, una nota de optimismo en las cifras publicadas ayer.
“La cifra oficial de crecimiento en China, a pesar de las dudas sobre su fiabilidad, es clave para la segunda economía mundial, que este año aspira a crecer un 5%, un objetivo quizás difícil de lograr”, advirtió el primer ministro chino, Li Qiang.
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Percepción
Según los analistas de SinoInsider, una firma especializada en China con sede en Estados Unidos, hay que “prepararse psicológicamente para ver otros signos de deterioro grave de la economía china”, en particular en el sector inmobiliario, que sigue en crisis.
Por eso, es necesario “mostrar escepticismo con respecto a los datos oficiales”, según SinoInsider.
Por otro lado, se conoció que el emisario de Estados Unidos para el Clima, John Kerry, llegó a Pekín con el fin de reactivar unas conversaciones estancadas y presionar a China para que redoble sus esfuerzos por reducir las emisiones que calientan el planeta.
Las conversaciones bilaterales sobre el clima se estancaron el año pasado después de que Nancy Pelosi, entonces presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, enfureciera a Pekín al visitar Taiwán, que China considera parte de su territorio.
Sin embargo, Kerry, exsecretario de Estado, ha mantenido unas relaciones relativamente cordiales y constantes con China, a pesar de que Washington y Pekín se han enfrentado por Taiwán y otros asuntos espinosos.
Es probable que tenga mucho trabajo por delante, ya que el asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, declaró a CNN que Kerry presionaría a China para que "no se esconda detrás de ningún tipo de afirmación de que es un país en desarrollo" con el fin de ralentizar los esfuerzos para reducir las emisiones. /AFP