LA MAYOR motivación de Jefree Jaspi para empezar a trabajar como enfermero de combate en el Ejército Nacional fue su hija de 3 años. Jaspi es un caleño que ingresó al Ejército Nacional para prestar el servicio militar a pesar de las negativas de su mamá, Andrea. “Pero ella siempre nos inculcó que deberíamos ser unos buenos seres humanos y ayudar a los demás”.
A medida que pasaba el tiempo y veía su formación, cambió de opinión sobre el oficio que escogió para hacer el bien y hasta salvar vidas. “Una vez terminé mi servicio militar me enlisté como soldado profesional y gracias a Dios y a los altos mandos tuve un golpe de suerte e hice un curso de enfermero de combate”. Ha sido, hasta ahora, lo más cerca que ha estado de la medicina, profesión que le apasiona, pero que jamás pudo estudiar por su situación económica.
En diálogo con EL NUEVO SIGLO, Jaspi narra que su mamá, esposa, hija y otros miembros de su familia, se sienten orgullosos por la labor que desempeña como enfermero militar de rescate. Pero también porque gracias a su carrera se ha convertido en un mejor ser humano.
“Desde muy pequeño siempre me gustó la medicina, pero no tuve los recursos para estudiar y ser un médico para salvar vidas, pero en mi trabajo estoy ejerciendo algo que está ligado con esa maravillosa profesión”, destacó.
Como soldado profesional fue llamado por los mandos para hacer curso de enfermero de combate y su primera experiencia fue en desarrollo de la “Operación Hércules”, en las zonas de erradicación de cultivos ilegales en Tumaco, Nariño.
Luego surgió una convocatoria para ingresar a la División de Aviación de Asalto Aéreo del Ejército, pero con la anotación de que los aspirantes deberían ser enfermeros.
“Sin pensarlo dos veces, como yo había hecho el curso de enfermero de combate en la Escuela de Soldados Profesionales (Espro), me presenté y luego de pasar una serie de exigentes exámenes fui aceptado”, expresó.
Revela que los mandos lo seleccionaron para el equipo de Búsqueda y Rescate en Combate en compañía de un Batallón de Operaciones Especiales de Aviación perteneciente a la División de Aviación de Asalto Aéreo.
“Una vez asignado a esta división, es necesario adelantar un curso no solo de exigencia física, sino mental y, por supuesto, de ampliar los conocimientos en enfermería. Hay unas etapas del curso y de entrenamientos que son muy exigentes donde se simula atender pacientes en zonas inhóspitas, hacer rescates en el agua, hacer rapel desde una aeronave o desde la torre de entrenamiento y otros mecanismos de atención”, acota.
Insiste en que el curso es difícil y los que, con él, pasaron se quedaron en la División de Aviación de Asalto Aéreo. “Gracias a los comandantes se abren las facilidades de estudiar, no solo aquí, sino en los Estados Unidos en todo lo relacionado con la medicina táctica. En mi caso, he realizado dos cursos, uno de asistencia médica y el otro de búsqueda y rescate o de recuperación de personal”.
Para Jaspi, los cursos son exigentes y requieren la demostración de conocimientos sobre la evacuación de heridos, primeros auxilios en el lugar de los hechos, control de hemorragias, medicina táctica, atención del trauma y atención a pacientes con múltiples lesiones.
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También recibió entrenamiento en todo lo relacionado con los Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, formación que les permite la atención inmediata al enemigo, si así se requiere.
“Nuestros comandantes siempre acuden a la frase muy popular que dice que el entrenamiento tiene que ser tan fuerte y exigente para que la guerra parezca un descanso y eso hacemos todos los días para cumplir con nuestro deber de salvar vidas en situaciones extremas”, expresa.
Los entrenamientos en materia de sanidad buscan, no solo preparar a los oficiales estudiantes, sino actualizarnos en conceptos básicos como son los cuidados tácticos para lesionados en combate y el conocimiento de nuevas tácticas de atención y rescate.
“Cuando terminamos el curso, entonces nos despliegan a todo el territorio nacional, especialmente, en las zonas más complejas y difíciles de orden público del país como el Caquetá, Putumayo, el Chocó, Nariño, Guaviare, Antioquia, Catatumbo, Cauca y en el Meta”.
El uniformado dice que “cuando uno pasa de la teoría a la práctica, su único propósito es salvar la vida del militar herido en combate o víctima de un campo minado en medio del zumbido de las balas, las condiciones adversas del clima y otras dificultades que se presentan por la topografía”.
“Nosotros no solo atendemos a los heridos del Ejército, sino que también préstamos atención a los campesinos que sufren las consecuencias de los campos minados e incluso heridos por enfrentamientos entre grupos armados al margen de la ley. Atendemos a todos”, aseguró.
Según el enfermero, experto en búsqueda y rescate en combate en el terreno no pueden dejarse llevar por las emociones. Por eso, siempre que atienden a un uniformado no solo tratan de sanar sus heridas, sino de hablarle y calmarlo por la angustia que está afrontando. “No solo lo atendemos en lo físico, sino en lo psicológico”.
“En esos momentos de angustia, les hablamos a los heridos todo el tiempo para darles ánimo, para decirles que tienen unos seres queridos que los esperan en casa y que no hay que desfallecer por una calamidad por grave que sea. Les damos moral y les decimos que todo va a estar bien, gracias a la atención primaria, es decir, la de nosotros los enfermeros y luego la científica que recibirán en el Hospital Militar”.
Recuerda un caso que atendieron en Argelia, en el Cauca, donde un uniformado, en medio de un combate con elementos al margen de la ley, cayó en un campo minado y perdió una de sus extremidades. “Rápidamente logramos atenderlo y prepararlo para la atención en el hospital. Mientras era trasladado a Popayán, los mandos reunieron a su hermana, a su esposa y a su hija, para que le dieran una voz de aliento”.
“Cuando llegamos al punto, el herido, lo primero que vio fue a su familia, hecho que lo motivó muchísimo, lo llenó de moral para seguir adelante. Nosotros en vuelo siempre les decimos a los heridos que deben luchar, que el mundo no se les acaba por esa dificultad que acaban de sufrir. Les damos moral y los tratamos con mucho cariño, porque nosotros los enfermeros de combate sentimos mucho amor por lo que hacemos”.
Afirma que, en medio del combate, su única misión es atender a los heridos y a veces se les olvida que deben cuidar de su propia integridad. “Es decir, es tanto el anhelo de salvar la vida a un uniformado y a la población civil, que a veces descuidamos nuestra propia espalda. Pero estamos entrenados para cuidar la vida de nuestros pacientes, pero también cuidar la integridad física de nuestra tripulación y la de nosotros”.
“Siempre prima la vida de nuestros pacientes y trabajamos duro para su correcta y pronta evacuación. Nunca nos rendimos y luchamos hasta el final para preservar la vida de nuestro uniformado”, agrega el Enfermero Militar de Rescate.