Antropoceno: desde pruebas nucleares hasta microplásticos | El Nuevo Siglo
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Viernes, 21 de Julio de 2023
Agence France Presse

Los científicos que trabajan desde hace más de una década sobre el Antropoceno escrutan las marcas que el ser humano ha dejado en el planeta, desde los ensayos nucleares hasta los microplásticos.

¿Hay algún lugar en el mundo que no haya sido impactado por la actividad humana?

Jan Zalasiewicz, un geólogo británico al frente del Grupo de Trabajo sobre el Antropoceno, hace una pausa antes de contestar. "Es difícil pensar en un lugar más remoto" que el glaciar Pine Island en la Antártida, contesta. Sin embargo, cuando los científicos perforaron en las profundidades del glaciar hace unos años, encontraron rastros de plutonio.

Son las huellas de los ensayos de armas nucleares que comenzaron en 1945.

Zalasiewicz dijo que estos radionúclidos representan quizás "la señal más clara" del comienzo de la época del Antropoceno, hacia mediados del siglo XX.

Pero "hay mucho que elegir dónde", agrega.

Hace dos semanas, el grupo de científicos informó que el lago Crawford, cerca de la ciudad canadiense de Toronto, es el sitio que demuestra que ya empezó el Antropoceno.

Esta pequeña reserva de agua dulce de combustión contiene sedimentos con restos de microplásticos, cenizas depositadas por la de petróleo y carbón durante décadas e incluso rastros de lejanas explosiones nucleares, según los datos del Grupo de Trabajo sobre el Antropoceno.

"Los datos muestran un claro cambio desde mediados del siglo XX que condujo a la Tierra a cruzar los límites normales del Holoceno", la época que comenzó hace 11.700 años con el fin de la última glaciación, declaró Andy Cundy, profesor de la Universidad de Southampton, integrante de este grupo de trabajo.

El rápido aumento del dióxido de carbono y de los gases de efecto invernadero que están calentando el mundo es otra prueba incriminatoria, según los científicos que defienden la denominación Antropoceno.

Muchas cosas cambiaron "una vez que los humanos desarrollaron la tecnología para extraer del suelo la luz solar fosilizada, en forma de petróleo, carbón y gas", dijo  Zalasiewicz.



Los humanos han consumido más energía desde 1950 que la que se obtuvo en los 11.700 años anteriores, estiman los científicos de este grupo.

El suelo ha sido utilizado masivamente para alimentar a la Humanidad, al mismo tiempo que se creaban granjas de animales.

Los humanos y su ganado constituyen el 96% de la biomasa de todos los mamíferos terrestres del planeta y los mamíferos silvestres representan solo el 4%, calculan los investigadores en 2018.

Los pollos de crianza representan dos tercios de la biomasa de todas las aves, explica Zalasiewicz.

Los humanos también desorganizaron la distribución de especies, introduciendo especies invasoras como las ratas incluso en las islas más remotas del Pacífico.

Tecnofósiles

En 2020, los investigadores estimaron que la masa de todos los objetos construidos por humanos ya ha superado el peso de todos los seres vivos del planeta.

Los investigadores del Antropoceno bautizaron a estos objetos como "tecnofósiles".

Las sucesivas generaciones de teléfonos móviles, que rápidamente se vuelven obsoletos, son solo un ejemplo de un tecnofósil que "será parte del registro del Antropoceno", dice Zalasiewicz.

Se han detectado microplásticos en los picos más altos del planeta y en el fondo de los océanos más profundos.

Las sustancias llamadas PFAS o "productos químicos eternos", creadas para fabricar productos como utensilios de cocina antiadherentes, se hallarán igualmente desperdigados por todo el planeta.

Pesticidas, fertilizantes, niveles crecientes de nitrógeno o fósforo, incluso los esqueletos humanos enterrados: la lista de marcadores potenciales del Antropoceno es larga.

Los científicos aseguran que dentro de cientos de miles de años todos estos marcadores mostrarán señales claras de nuestro paso por el planeta.

El paleontólogo británico Mark Williams, miembro del Grupo de Trabajo del Antropoceno, considera que la idea de una extinción masiva "está encima de la mesa", opina que comparten los climatólogos más alarmados.