Quizá María Victoria Angulo no debió durar los cuatro años de gobierno. El sector educativo requería una sacudida del sistema que la ministra fue incapaz de realizar. No pudo conectarse con el sector, con los profesores y fue limitada en las capacidades de negociación.
Inició la administración de la ministra Angulo con denuncias sobre irregularidades en la construcción de colegios y termina la administración con la bandera de la entrega de colegios, como el mayor logro. Una ironía porque todos esos centros educativos fueron estructurados, financiados e iniciaron su construcción durante el gobierno de Juan Manuel Santos. Hoy es lo único que tiene para mostrar como gestión exitosa, un proyecto de la administración anterior.
Por lo demás, un error mantener una dirección de un ministerio a una persona que no estuvo a la altura de las necesidades.
A continuación, las situaciones complejas más relevantes:
Un descenso de la calidad
Hoy los estudiantes colombianos tienen peores resultados en las pruebas Saber que en 2018. Bajos niveles de comprensión lectora, malos resultados en matemáticas y pobre desempeño en competencias ciudadanas. Sin contar que en Ciencias Sociales cada vez los resultados son peores. Si existió una política de calidad, no fue socializada ni implementada y con intentos de comunicación muy complejos. Los resultados hablan de la gestión.
Dejó en manos de las Secretarías de Educación las políticas de retorno y calidad y al final los resultados muestran que las brechas aumentaron entre los colegios privados donde asiste la clase media y alta y los colegios públicos donde asiste la mayoría de la población pobre y rural. La pandemia no puede ser más la excusa, se debe transformar en una oportunidad.
Fecode falló de nuevo
La estrategia de Fecode de negarse, en forma reiterativa, al retorno gradual y progresivo de los estudiantes, demuestra que la responsabilidad no es exclusiva del Ministerio de Educación.
Ese sindicato esgrimió necesidades imposibles de cumplir en el contexto de la pandemia y no pensaron en los estudiantes. Que Colombia sea uno de los países del mundo donde los estudiantes más tardaron en regresar a la presencialidad demuestra que los directivos de Fecode, como suele ocurrir, pensaron solo en sus beneficios y no es la responsabilidad social con la educación.
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Matrícula cero, desfinanciada
Para complacer a las universidades públicas, siempre reacias a gobiernos de derecha, los recursos se enfocaron en la matrícula cero, sin requisitos o garantías de cobertura, calidad o presencialidad. De esta forma se comprometieron recursos de vigencias futuras hasta 2027 y no se ven los resultados.
Reducción considerable de estudiantes matriculados, alta deserción y cierre de programas académicos demuestran que la estrategia no era la que se requería. Deja a varias universidades, si, la posibilidad de recursos que le permitían desarrollar actividades logísticas y de sostenimiento, para dejarlas más desfinanciadas.
Hoy se presenta una considerable disminución del número de matriculados en las universidades públicas. Este fenómeno puede tener varios factores como los efectos de la pandemia, la reducción en la tasa de natalidad, el difícil acceso para las personas más pobres e inclusive el cambio en los intereses de proyecto de vida que tiene muchos jóvenes hoy.
Más violencia escolar y abuso sexual
La violencia no se redujo, al contrario, nos entregan un sector estudiantil como mayores niveles de violencia, suicidios, casos de depresión y violencia sexual y familiar.
De nuevo, son varios factores, el año y medio sin presencialidad, la convivencia, y la ausencia de garantizar entornos escolares seguros. Hay un aumento de los embarazos adolescentes en las áreas más pobres y una dificultad en la atención a las situaciones de salud mental.
Un semestre perdido y paros desgastantes
La polarización social se incrementó. Fue el gobierno de los últimos 20 años que más se vio enfrentado a paros estudiantiles, protestas y bloqueos.
En varias universidades como la UIS, la UPTC, la Distrital, la del Atlántico, entre otras públicas, perdieron un semestre por los permanentes paros, y en las otras se cursaron semestres de tres meses o tres meses y medio, un drama para los procesos de formación de calidad.
Sin duda, hubo una debilidad en la capacidad de negociar y ahí en esos casos se debió pensar en una dirección con mayor conexión de la realidad social y con capacidad de negociación.
Es un alivio que llegue la administración de Gustavo Petro para las universidades públicas porque al menos habrá un margen de espera y no se comenzará con paros y bloqueos desde el primer día. Pero el sector requiere acciones urgentes en temas de gestión de recursos, estrategias para mejorar la calidad, acceso y permanencia, atención en la salud mental y acompañamiento.
Fueron cuatro años de retroceso, así que la tarea es ardua y requiere un giro en el timón de una administración que en cuatro años anduvo a la deriva.
*Especialista en educación