LA diferencia de interpretaciones sobre “Una Sola China” que tienen Pekín y Washington es lo que ha generado, desde hace seis décadas, los constantes picos de tensión en sus relaciones y que hoy están en un punto álgido.

Definida como un “principio” para la China comunista y una “política” para Estados Unidos, las concepciones distan en su etimología, actuaciones e implicaciones de las mismas, al punto que lleva “tremores bélicos”, como lo señalamos en el editorial de este martes con motivo de la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense a Taiwán.

La Real Academia de la Lengua define “principio” como punto que se considera primero, base y razón fundamental sobre la cual se procede en alguna cosa y norma o idea fundamental que rige el pensamiento o la conducta. “Política” por su parte, es relativo a la doctrina o actividad referente a un gobierno, así como orientaciones o directrices que rigen la actuación en un asunto determinado.

Es bajo esa óptica que se dan las diferentes interpretaciones de ambos gobiernos sobre “Una Sola China” y que conllevan a enfrentamientos puntuales, especialmente sobre Taiwán, calificada como ‘provincia rebelde’ que se ‘reunificará al continente, con el uso de la fuerza si es necesario’, mientras que tanto la isla como la Casa Blanca la ven como una región democrática, con la que mantiene relaciones no oficiales y un compromiso indeclinable, el que precisamente ratificó con la visita exprés de Pelosi y el reciente anuncio del presidente Joe Biden de que está dispuesto a usar la fuerza en caso de cualquier agresión a este pequeño territorio insular.

Hay temores de que China, siguiendo los pasos de su aliado Rusia que hace seis meses invadió su vecina Ucrania ante la inminente ampliación de la OTAN hacia sus fronteras, haga lo propio con Taiwán, argumentando razones parecidas. Ubicada a 180 km al este de China, este territorio de 36 mil kilómetros cuadrados (Cuba tiene 110.860 km2) y una población de más de 23 millones, forma parte de la “primera cadena de islas” que rodean el gigante continental y de allí su importancia geoestratégica, máxime porque la mayoría de ellas son aliadas de Washington.

En aras de su seguridad, de aumentar su influencia en la región del Pacífico y en cumplimiento de su principio de “Una Sola China” es que Pekín tiene como objetivo la reunificación de Taiwán, una máxima para el presidente Xi Jinping, el líder más poderoso desde Mao Zedong y quién la semana pasada en diálogo telefónico con su par estadounidense le instó a “no jugar con fuego”.

Vale decir que esa isla es también de vital importancia para Occidente, especialmente para Estados Unidos, porque es el mayor productor de chips y semiconductores, claves para el desarrollo de decenas de industrias que van desde la telefonía móvil y dispositivos electrónicos hasta la inteligencia artificial.

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¿Qué es Una Sola China?

Desde los años 70’s y acordado tanto en el seno de la Organización de Naciones Unidas como por los inquilinos de la Casa Blanca en esa década (Richard Nixon y Jimmy Carter), se determinó el statu quo para las relaciones con Pekín en lo que se definió como “Una Sola China”, en el que se dejó en claro que el intento secesionista taiwanés era una cuestión política interna, en la que ningún país debía intervenir.

De esta forma se reconoció que existía un único país en el mundo llamado China y que su representante ante la comunidad mundial era el gobierno de Pekín, razón por la cual las relaciones diplomáticas eran con éste y no con Taiwán.

Bajo la presidencia de Nixon se dieron los primeros acercamientos y, en 1972, se firmó el primer comunicado conjunto con Shangai, reforzado por otros dos bajo el mandato de Carter donde se reitera el reconocimiento al comunista gobierno de Pekín, aunque la Casa Blanca se reserva el derecho a mantener relaciones no oficiales en el ámbito cultural y comercial con "la gente de Taiwán".

Es bajo esa visión que tal y como lo reiteró ayer el canciller Wang Yi, que la visita de Pelosi y la comitiva parlamentaria a “la región china de Taiwán, ignorando la enérgica oposición china es una violación al principio de Una Sola China y la soberanía. Es una provocación política abierta que ha suscitado la fuerte indignación del pueblo chino y la oposición universal de la sociedad internacional. Se manifiesta otra vez que algunos políticos estadounidenses se han convertido en unos generadores de problemas para las relaciones entre China y Estados Unidos”.

En este segundo pronunciamiento consecutivo, el ministro de exteriores enfatizó que “la base sólida para mantener la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán es el principio de Una sola China, y los tres comunicados conjuntos son la barrera de protección” para la coexistencia pacífica entre su país y la potencia del norte.

El funcionario fue más allá al acusar a Estados Unidos de “maniobrar el juego geopolítico” afectando la paz y la estabilidad global. “La introducción de la cuestión de Taiwán en sus estrategias regionales, la difusión de las tensiones, y la generación de confrontaciones van en contra de la corriente del desarrollo regional, también van en contra el deseo del pueblo de Asia-Pacífico, lo que es peligroso e insensato”.

La condena china tuvo el espaldarazo de sus aliados, Rusia, Corea del Norte y Venezuela, que coincidieron en señalar que la visita norteamericana fue una “provocación” y una “interferencia insolente en los asuntos internos” de Pekín.

Por su parte la Casa Blanca, a través del portavoz de seguridad nacional, John Kirby, desde antes de la visita de la comisión parlamentaria a Taipéi, argumentó que la misma "tiene el derecho de visitar Taiwán y no hay motivo para que Pekín convierta esa visita, congruente con la política estadounidense de hace tiempo, en un tipo de crisis". Tras la misma, insistió que el gobierno mantiene el statu quo que rigen las relaciones sino-estadounidenses.

Pelosi, que ayer continuó su gira asiática dijo que “nuestra delegación dejó claro, de forma inequívoca, que no abandonaremos nuestro con Taiwán y que estamos orgullosos de nuestra amistad duradera".

Por su parte Taipéi, tras la renovada confianza del líder occidental, mantuvo un discurso amenazante. La presidenta Tsai Ing-wen aseguró que "frente a las crecientes y deliberadas amenazas militares, Taiwán no retrocederá (...) Mantendremos la línea de defensa de la democracia" y sostuvo que China intenta aislar del mundo a su país.

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Primeras represalias

Tras convocar al embajador estadounidense, Nicholas Burns, a quién el viceministro de asuntos exteriores, Xie Feng, le comunicó las "protestas firmes" de su país y le recordó que "Taiwán es el Taiwán de China", Pekín anunció “acciones militares selectivas” y sanciones económicas a ese territorio insultar.

Así, hoy empezará con una serie de maniobras militares en torno a la isla, entre ellas "el disparo de municiones reales de largo alcance" en el estrecho de Taiwán, las que calificó como "una medida necesaria y legítima para responder a las graves provocaciones de algunos políticos estadounidenses e independentistas taiwaneses”.

En ciertos puntos, la zona de operaciones chinas se acercará a menos de 20 kilómetros de la costa de Taiwán, según las coordenadas compartidas por el ejército chino, lo que de inmediato fue calificado por el ministerio de Defensa taiwanés como una “violación a las aguas territoriales de la isla y una acción irracional que desafía el orden internacional"

Japón manifestó a China su preocupación por las maniobras, que a su juicio se sobreponen a su zona de exclusión económica.

Entre tanto, el ministerio de Comercio suspendió la exportación hacia Taiwán de arena natural, un componente clave en la fabricación de los semiconductores, y canceló la importación de frutas y ciertos pescados desde Taiwán.

Como se ve, la relación sino-estadounidense está en un nuevo pico de tensión, con vientos de “guerra fría” y disparados temores de otro frente bélico global. ¿Se habrá pasado la línea roja?