¿Celulares fuera de las aulas? | El Nuevo Siglo
Viernes, 24 de Agosto de 2018
  • La enemiga es la alienación tecnológica
  • Que el Congreso abra rápido el debate

 

Uno de los grandes enemigos del ser humano es la alienación. Es decir, los mecanismos colectivos por medio de los cuales se pierde la voluntad individual. Puede haber, en ese sentido, alienaciones religiosas, políticas y de otras características. En todo caso, una de las que está más en boga es la alienación tecnológica, y todavía peor este tipo de circunstancias en los niños.

Esto a propósito del apasionante y difícil debate sobre si deben o no prohibirse los teléfonos celulares en las aulas de las escuelas y colegios colombianos hasta el noveno grado, a raíz de un proyecto de ley que acaba de presentar el representante a la Cámara por Boyacá, Rodrigo Rojas, del partido Liberal.

La sola idea ha suscitado, en principio, un gran debate en algunos medios de comunicación. En esa dirección hay que decir, en primer lugar, que está bien que se abra la discusión y se le dé el alcance que tiene puesto que toca, ciertamente, con las múltiples aristas de los niños, la sociedad, la educación, la familia, la cultura y la civilización.

No en vano, en días recientes, el presidente francés Emmanuel Macron obtuvo, después de una ardua discusión, suprimir los celulares de las aulas en la nación que recientemente ha tenido las mejores calificaciones mundiales en cuanto a educación, particularmente de niños y adolescentes.  Además de ser Francia, asimismo, el país catalogado con la mejor instrucción académica pública.

La división en Colombia al respecto no sólo se ha hecho patente en las redes sociales, sino igualmente en las diversas opiniones de padres de familia, profesores, sociólogos, sicólogos, filósofos, científicos, abogados y de un gran espectro de disciplinas, dependiendo desde donde se mire el caso.

Para ciertos  juristas, por ejemplo, el tema debe justipreciar los derechos fundamentales. Para un número interesante de profesores, los educandos, a causa del uso permanente del celular en los colegios, y en general en el transcurso del día, han perdido capacidad de concentración y no atienden a las clases. Para algunos filósofos una cosa es el mundo predigital y otra el mundo digital. En unos casos, los padres de familia se muestran completamente adversos a prohibir el celular porque es un medio de comunicación con sus hijos, mientras que para otros la restricción actuaría en favor de mejores resultados pedagógicos y sociales.

El tema, por supuesto, no debe situarse en el uso de las aplicaciones para que sirvan a la cultura del conocimiento. Fácilmente puede verse que el asunto de inmediato desvía a otras circunstancias que por efectos del uso del celular en sus diferentes aditamentos, terminan por afectar los propósitos educativos y llevar al educando por otros caminos, a veces lúdicos y en ciertas ocasiones perniciosos. Es ahí, precisamente, donde se puede pasar a la alienación tecnológica, no solamente perdiendo el sentido de la pedagogía escolar, sino llevando a los niños y jóvenes a caer en manos de quienes aprovechan las redes con fines protervos.

Es claro, desde luego, que las redes sociales llegaron para quedarse y que esto es aún más contundente en los llamados “nativos digitales”. El caso francés, después de muchas discusiones e investigaciones, es un muy diciente al respecto. Del mismo modo, la exposición de motivos del proyecto de ley colombiano trae a cuento importantes estudios en la materia que demuestran la pérdida de atención de los niños y jóvenes en las aulas cuando tienen acceso al celular. Esto, en ciertas ocasiones, patrocinado por los mismos padres. En otras circunstancias, sin embargo, porque el problema se ha salido simplemente de las manos de los rectores y profesores.

De hecho hay colegios entutelados porque prohibieron el uso de los celulares, a través de su reglamento interno. Y, de otro lado, también hay tutelas porque, en cambio, no han restringido el uso de estos aparatos.

De la mayor trascendencia, pues, que el representante Rojas haya permitido, con su proyecto, abrir un debate que urge en Colombia. El país y el Congreso deben tomar determinaciones con la seriedad que corresponde frente a una realidad de semejante alcance para hoy y para el futuro. La Ministra de Educación, por descontado, también tiene la palabra, siempre dentro del marco dado por el presidente Iván Duque de que se pretende una sociedad educada dentro de principios y valores. No se trata, en modo alguno, de ver a la tecnología como enemiga. Ni tampoco de adoptarla sin las adecuaciones y los ajustes que se requieren para una formación académica y personal de primer orden. Fuere lo que sea, en todos los casos, el problema está en la alienación tecnológica. Que, sobre estas bases, arranque entonces el debate.