El periodista y político Alberto Casas Santamaría publicará esta semana su libro “Memorias de un pesimista” en el que hace un recorrido analítico desde 1810 a hoy. Aquí un abrebocas de su particular evaluación de los momentos y personajes más importantes del país
EL NUEVO SIGLO: “Memorias de un pesimista”. ¿A qué se debe este título tan llamativo de su libro?
ALBERTO CASAS: Bueno, porque las personas con las que he trabajado, en particular los presidentes, me acusan de ser muy pesimista. Entonces, cada vez que me hacían una pregunta sobre cualquier tema, al final se quejaban de mi pesimismo. Así fue el presidente Gaviria y el presidente Santos. Entonces les parecía que yo exageraba las cosas y, finalmente, me parece que he tenido razón.
E.N.S.: Sus memorias son, en gran parte, las memorias de lo que llamamos el “país político” ¿Cuál es el personaje que más lo ha impactado?
A.C.: Álvaro Gómez, sin ninguna duda. Como lo explico en la introducción del libro, el pensamiento y el estilo de Álvaro Gómez me produjeron un impacto de tal naturaleza que renuncié a todo para dedicarme a trabajar con él por Colombia y si era posible llevarlo a la Presidencia, y en eso fracasé porque no lo logré. Había que superar unos obstáculos de una mala e injusta percepción que sus adversarios habían logrado aprovechar para dejar que la gente lo señalara como una persona sectaria y combativa, desconociendo su capacidad para manejar el país como pocos había en esa época. No me quejo porque fue muy importante, muy grato, aprendí mucho de él. Sin ninguna duda, mi personaje por excelencia.
E.N.S.: De esa dimensión de Álvaro Gómez que conoció, ¿con cuál se queda más: la del político, la del estadista o la del periodista?
A.C.: Con la de pensador más que cualquier otra cosa porque tenía la capacidad de orientar con una seguridad impresionante, con una cultura muy amplia, una preparación perfecta. Escribía y comunicaba con gran claridad. Entonces para mí la de pensador es el que me llamaba más la atención.
E.N.S.: Y en la orilla liberal ¿Cuál es el personaje que más lo ha impactado por esas mismas características?
A.C.: Alfonso López Michelsen, porque tuve el privilegio de conocerlo, él me distinguió con su amistad. El hecho de que fuera como contemporáneo de Álvaro y adversario suyo, me permitía mirar las cosas con ojos de periodista para no dejarme llevar por la antipatía o los prejuicios que la política colombiana tiene y que son el origen de nuestros problemas, de nuestras tragedias. Por eso el libro tiene una línea histórica que arranca el 20 de julio de 1810 y llega hasta hoy, y la mayor parte de lo que se encuentra es ese análisis, porque yo no soy historiador ni pretendo serlo. Con un ojo periodístico analizo lo que ha sido la bronca en Colombia: nos hemos dado en la jeta todo el tiempo, con poquitas excepciones en el tiempo, como la del Frente Nacional y la que hubo después de la Guerra de los Mil Días. Son pocos los periodos en que ha habido una armonía nacional para que se aproveche el esfuerzo y la energía en beneficio del país.
E.N.S.: Hay épocas en Colombia en que se ha catalogado a algunos personajes con la premisa de que “cuando hablan ponen a pensar al país”. Desde su experiencia ¿Por qué cree que hoy no hay personajes de ese talante?
A.C.: Bueno, creo que cada época es diferente. La frase de que “ponen a pensar el país” terminó con esa generación que estábamos comentando, la de Gómez, la de López, la de Pastrana. Ahora los partidos perdieron su capacidad ideológica para convertirse en partidos electorales, en los que la capacidad electoral del personaje supera la propuesta política o programática. Entonces uno pregunta ¿Pero por qué en tal departamento está fulano o zutano? Y contestan: “Porque fulano tiene todos los votos del departamento”. Entonces, nos quedamos con la mecánica política por encima del pensamiento político.
E.N.S.: Su libro recorre de 1810 a hoy. Dentro de ese largo trasiego y trayendo a colación el título de otro libro ¿Usted puede identificar ‘en qué momento se jodió Colombia’?
AC:- A mí no me gusta precisar una circunstancia para merecer ese título porque la palabra “joder” tiene connotaciones y características aburridísimas. Entonces no creo que haya un hecho o episodio que permita hacer esa afirmación, porque lo que hay es una cadena de problemas. Fíjese, arrancamos el 20 de julio declarando la Independencia que no habíamos logrado porque faltaba la guerra. Y el mismo día de la declaración de Independencia hubo una división entre el Cabildo Abierto y el Cabildo público, de entrada. Entonces esas peleas son las que han desgastado a Colombia y, naturalmente, la capacidad de reacción es mucho más lenta. Cada vez que lográbamos estar beneficiándonos de la inteligencia colombiana venía el conflicto. Entonces había guerra, cambio de Constitución y eso se ha venido repitiendo hasta ahorita, con el Sí y el No.
(El texto de la entrevista continúa abajo de la imagen)
La Carta del 91
E.N.S.: Estamos transitando hacia la celebración de los 30 años de la Constitución de 1991 ¿Qué importancia le da a esta y lo que significó para Colombia?
A.C.: Pues fíjese que le doy, por encima de su contenido, la importancia de haber concentrado el más amplio consenso. En medio del dolor que habíamos enfrentado por la violencia paramilitar y del narcotráfico, hubo un consenso importante para reformar la Constitución. Esa es la característica que más importancia tiene. Pero lamentablemente hemos ido quitándole a la Constitución algunas características importantes para evitar que volviéramos a lo que había antes, a lo que llamaba Álvaro Gómez “el régimen”. Entonces el esfuerzo se ha ido perdiendo.
E.N.S.: Para una persona de su experticia como abogado, político y periodista, y con su capacidad de análisis, ¿hubo algún momento en que dijo ‘esta sí es la tapa’, ‘de esta ya no salimos’?
A.C.: Como abogado no he tenido ningún papel porque yo estudie Derecho un tiempo pero no me gradué ni me dediqué a eso. En cambio, en la actividad política y de comunicaciones sí me ha preocupado cuando veo que no se están haciendo las cosas con la inteligencia y la claridad que se requiere. Porque una cosa es estar en desacuerdo y otra apelar a la violencia. Entonces, en la época en que el narcotráfico o específicamente el narcoterrorismo nos estaban ganando la pelea, ahí sí la vi la cosa complicada. Porque cada vez que cerraban una puerta o se caía un vaso uno creía que ya lo iban a matar, que había un acto terrorista en la calle. Ahí la vi complicada y pienso que el gobierno de entonces tuvo la capacidad de acabar el narcoterrorismo, no con el narcotráfico que todavía subsiste. Ahí volvió la esperanza.
E.N.S.: ¿En que están hoy los conservadores?
A.C.: Ya dijimos que los partidos se habían vuelto partidos electorales y no partidos de programas. Entonces, creo que el Partido Conservador y el Partido Liberal pues están, dijéramos, confundidos o mezclados. No hay un debate ideológico, hay un debate entre el Sí y el No por el proceso de paz, pero yo no creo que haya una diferencia fundamental entre un senador conservador, un senador liberal, un senador del Centro Democrático o un senador de Cambio Radical. Me parece que ahí no hay una diferencia fundamental.
Pero me parece que sí la hay frente al Polo Democrático, con ellos, con ese partido de izquierda, sí la hay, porque ese partido es enemigo del sistema actual y, por consiguiente, consigue una mayor coordinación de sus fuerzas porque está contra todo. Y es más fácil esa actitud de estar en contra de todo que solamente en contra de algunas cosas; porque el odio mayor se impone, el extremo mayor se impone y, entonces, hay una mayor compactación en la izquierda que en el resto del país, que no necesariamente es derecha, que es el resto del país que piensa completamente distinto a la izquierda.
Mejor momento
E.N.S.: Para un “pesimista” como Usted ¿Cuál considera que ha sido el momento más positivo de Colombia, de orgullo y de alegría?
A.C.: El Frente Nacional, ese fue el proceso de paz más importante que ha hecho Colombia, porque acabó con un periodo muy largo de violencia política entre dos grandes bandos y armó una propuesta muy importante para encontrar la salida. Esa salida duró poquitico, porque después de lograr el triunfo electoral, volvimos a la pelea entre el Sí y el No, por cosas menores, lo cual no permitió que los planes de desarrollo que necesitaba el país para disminuir las diferencias entre los ricios y los pobres fueran el esfuerzo mayor. Y nos dedicamos a pelear por otras cosas de menor importancia y mientras tanto la inequidad ha aumentado. El país ha mejorado desde el punto de vista de reducir la pobreza pero no ha mejorado en relación a la diferencia enorme que hay entre unos colombianos que lo tienen todo y unos colombianos que necesitan el apoyo del Estado para que el desarrollo lleve a un mayor bienestar.
E.N.S.: Alguna vez le escuché que no había nada más complicado que hacer unas memorias porque muchas veces se queda mal con unos y con otros, pero nunca se queda bien, bien…
A.C.: Bueno, es que yo no tengo la pretensión de que mis memorias sean eso, sino más bien es la forma de ponerle título a unos recuerdos que yo hago de mi vida. Es un poco pretencioso pretender que las memorias de una persona como yo, que trató de conseguir a través de la política un mejoramiento para el país y que no lo logró, sean, pues, realmente unas memorias de una persona que tiene que enseñarle a los demás. Lo que hago es analizar unos episodios y esos episodios históricos y políticos los mezclo con mis principios, con mi vida que ya pues ha cumplido muchos ciclos y que solamente por la fantástica y mágica actividad del periodismo me mantiene trabajando con una energía que creí que ya no iba a tener.
E.N.S.: ¿Tres personajes de los que quisiera hoy leer las memorias?
A.C.: Obviamente las de los presidentes porque me interesa mucho conocer, desde el punto de vista de quienes han gobernado a Colombia, sus experiencias. Es decir, el presidente Gaviria, el presidente Pastrana, el presidente Santos, el presidente Uribe y lo que hará cuando termine su periodo el presidente Duque.
E.N.S.: Aparte de Álvaro Gómez ¿quién fue para usted un personaje que debió haber llegado a la Presidencia pero no lo hizo?
A.C.: Para mí el personaje más importante del siglo XX fue Alberto Lleras, que fue Presidente. Me parece que merece un reconocimiento mayor al que le han dado ¿Ahora, personas distintas a Álvaro Gómez, que merecían la Presidencia y la vida o distintas circunstancias no les permitieron llegar a ella? Me parece que Carlos Sanz de Santamaría, que era una persona con la suficiente capacidad y experiencia para haber sido Presidente. El doctor López Michelsen me explicó muy bien por qué creía que Sanz de Santamaría debía haber sido Presidente: en la época en que el liberalismo se dividió entre Gaitán y Turbay, el doctor Alfonso López Pumarejo propuso el nombre de Carlos Sanz como una persona que podía evitar la división. Y, desde luego, yo creo que Jorge Eliécer Gaitán y Luis Carlos Galán eran personas que estaban destinadas a ejercer la Presidencia, sin ninguna duda.