Sismo arancelario en América | El Nuevo Siglo
El presidente Donald Trump. / AFP
Domingo, 2 de Febrero de 2025
Redacción Política

El presidente Donald Trump finalmente tomó la drástica decisión, pregonada durante su campaña presidencial, de incrementar 25 % los aranceles de los productos comunes provenientes de México y Canadá a Estados Unidos (10 % a los de China), fruto de intentar ampliar la órbita de acción contra las drogas ilícitas y en particular el tráfico de fentanilo. Lo cual fue contestado de inmediato por los dos primeros países, elevando los aranceles en igual proporción, situación que a su vez podría presentar una nueva escalada tarifaria, según los decretos de emergencia firmados por el primer mandatario norteamericano.

Sumados, el producto interno bruto mexicano y el canadiense alcanzan una séptima parte del estadounidense. Ambos envían, por su parte, el 80 % de sus exportaciones a Estados Unidos.  

La zona ha entrado, pues, en un inédito y turbulento combate arancelario, cuyo pronóstico es a todas luces reservado por sus impactantes consecuencias. No obstante, Trump alega la insuficiencia de Canadá y México en su desempeño contra el contrabando y la producción del fentanilo, especialmente en las fronteras y algunos de sus estados (de lo que ellos se defienden). Por lo cual, apenas a dos semanas de posesionado, ha puesto en práctica las medidas que, a su juicio y bajo ese método polémico, deben afianzar y concretar la corresponsabilidad de sus vecinos en la lucha contra el fatal opiáceo, así como de la China frente a los insumos que allí se originan para su producción.

Por otro lado, nadie duda de la dramática epidemia causada por el fentanilo en la sociedad norteamericana. En ese sentido, se calcula que durante el último lustro la adicción a esa sustancia ha cobrado alrededor de medio millón de víctimas mortales en Estados Unidos; de acuerdo con las cifras anuales de 2023 (107.000 muertes), alrededor de un deceso cada cinco minutos. De hecho, en la motivación de los decretos, cuyo foco son tanto la salud como la seguridad nacional, se sostiene que, conforme a las estimaciones de las pastillas ilícitas del opioide en las calles, podrían estar en juego al corto y mediano plazos las vidas de nueve millones y medio de estadounidenses. En ese orden, en el mismo 2023 se incautaron 115 millones de píldoras, lo que da luces sobre la gran extensión de este mercado clandestino. Inclusive, según otros reportes, las sobredosis generan anualmente más muertes que la violencia armada, accidentes de tránsito y suicidios sumados.

No en vano la potencia de este tipo de ingrediente químico es 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces más poderosa que la morfina. En principio, dictaminado solo para dolores extremos en enfermedades terminales, la trágica epidemia tuvo un aliciente inicial en el desborde de ventas auspiciado por el laboratorio Purdue Pharma, creador del oxycontin, al expenderlo por fuera de las exigencias señaladas por las autoridades sanitarias. Sobornando a médicos por todo el país, con el fin de que recetaran el potente opiáceo para cualquier dolor, así no fuera el tratamiento indicado y existieran otros fármacos corrientes a la mano, la marca se llevó por delante la vida de miles de norteamericanos que, desde luego, no se pagan con los 8.300 millones de dólares de sanción en los juicios y la adición de los tiempos recientes.     

Por esa rendija, tras la prohibición del presidente Barack Obama, se metieron los traficantes mexicanos, produciendo el fentanilo a menores costos y con el fácil acceso comercial de sus redes de distribución, ampliando a su vez el ejercicio también por la frontera canadiense. Al igual que avanzaron en la producción de otros opioides sintéticos con similar capacidad adictiva y sus resultados fatídicos. Al mismo tiempo, dieron curso al llamado “policonsumo” con cocaína y metanfetaminas, para ampliar el mercado hasta los niveles de la crisis actual. Aunque se ha dado una muy leve disminución del fenómeno, es evidente que la bomba sanitaria sigue vigente. En esa vía, los expertos dicen que el pequeño declive puede deberse a las altísimas tasas de mortalidad previa.

En tanto, no se sabe cuánto va a durar el estallido arancelario entre Estados Unidos y sus vecinos, y si escalará hasta el punto de no retorno con los impredecibles estragos del caso. Al mundo le ha quedado claro que la pretensión de Trump es llevar el combate contra el fentanilo a lo más alto en su agenda. Canadá y México, por su parte, han replicado imponiendo las mismas medidas económicas, pero por igual se han mostrado de inmediato dispuestos al diálogo y la acción conjunta. Ojalá esta sea la ruta, en el plano de la corresponsabilidad tripartita, so pena de una guerra comercial de la cual, distrayendo en materia grave los esfuerzos, el único victorioso sería el fenómeno que se pretende atacar.