Cuando se materializó la invasión a Ucrania orquestada por el Kremlin, en una reminiscencia de la que terminó siendo la anexión de Crimea a territorio ruso en el 2014, la maniobra militar estaba pensada para que durara días y tuviera el efecto doble de disuadir a Kiev de ingresar a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), pero también de hacerse de los territorios separatistas de Donbás y Luhansk, controlados por prorrusos desde el 2014.
Precisamente hoy, en medio de un discurso radicalizado de no ceder, tanto por parte de Occidente como de Rusia, se cumplen seis meses desde que comenzó la invasión y de la que se han derivado siete complejos frentes que se deben analizar por separado: el bélico, las sanciones impuestas a Rusia, la matriz energética ad portas del invierno, el factor de riesgo nuclear, la diplomacia internacional (en un comienzo activa pero que se fue menguando con el paso de los meses), la necesidad de granos y cereales y el humanitario.
Si bien es cierto que todos estos son aspectos que ameritan seguimiento riguroso, exactamente 182 días después de que comenzara una acción militar que estaba pensada para que durara días, y que con el paso de los meses se convirtió en una guerra de desgaste, hoy la pregunta más relevante es solo una: ¿cuánto más durará la guerra ruso-ucraniana?
Para responder a esta pregunta, EL NUEVO SIGLO habló con Aneta Ikonomova Gueorguieva, investigadora de Centro de Investigaciones y Proyectos Especiales de la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia, historiadora de la Universidad de Sofía, y con Henry Cancelado, director del Área de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, y ambos coincidieron en que la guerra se acabará antes de que comience la primavera, el primer trimestre del año entrante.
Factor climático
¿La razón? Son dos: el invierno por una parte y el rol que juegue Turquía, por la otra, un país que especialmente en el último mes ha ejercido una sofisticada diplomacia alrededor de la liberación de cereales.
No obstante, para que se le pueda poner un punto final a esta confrontación hará falta también, ambos lo indicaron, replantear unas sanciones que, contrario a lo que se pensaba, han sido contraproducentes para Europa, la economía y el comercio mundial.
Con la mira en países como Letonia, Bulgaria, Dinamarca, Finlandia, Holanda y Polonia, a los que se les cortó el suministro de gas, y con los demás con un flujo que va secándose, “el invierno va a determinar la duración de la guerra. Si Europa no logra solucionar el problema de calefacción, tendrá que negociar antes de padecer una segunda temporada invernal. Ya está superando el verano, con dificultades, pero no creo que logren mantenerse otras cuatro estaciones en esta dinámica”, Henry Cancelado.
El factor Turquía
Ahora, si bien es cierto que el invierno será un factor determinante en el aceleramiento de una conclusión al conflicto, otro factor será clave en el desarrollo de la invasión rusa a ucrania: se trata de Turquía.
“La mediación de Ankara, especialmente en los últimos días, ha sido notoria y se ha levantado como un actor importante, pero hay que analizar el escenario con cautela pues hay otros aspectos como el de la matriz energética y los cereales que podrían ser, a corto plazo, más eficientes”, comenzó por precisar el profesor Cancelado.
Y es que, por intermediación de este país y de la Unión Europea, el pasado 22 de julio Rusia y Ucrania firmaron un acuerdo para permitir las exportaciones de granos ucranianos bloqueados por la guerra, para tratar de aliviar la crisis alimentaria mundial, y a comienzos de agosto Vladimir Putin indicó que Europa debería estar agradecida con Turquía, puesto que es el país que garantiza el tránsito ininterrumpido de gas ruso al resto del continente.
“Turquía, que hace parte de la OTAN y ha quedado en la mitad entre Rusia y Occidente, ha mantenido todo el tiempo relaciones con Kiev y el Kremlin y ha sido un facilitador para que fluyan los granos por el Mar Negro. Este es el país que terminó quedando como el gran interlocutor en este sentido y las Naciones Unidas, solo en estas últimas semanas, se sumaron en forma activa. Es muy posible que estos actores encuentren interlocución en otros actores y tengamos más acercamientos a una resolución”, indicó Aneta Ikonomova Gueorguieva.
Esta necesidad, añadió la docente, responde a que se ha agotado el entusiasmo que se vio en un inicio por buscar una salida a esta crisis, “pero lo que veo, si se suman más actores a las conversaciones, es que la guerra no va a durar más de un año. La próxima primavera ya habrá algunos acuerdos de paz. No obstante, lo que suceda entre agosto y febrero-marzo del año entrante, nadie lo puede saber. Creo que nadie”, concluyó la académica.
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Sanciones infructuosas
Ahora bien, en el marco de los últimos seis meses los países occidentales adoptaron toda una serie de sanciones contra sectores específicos de Rusia y Bielorrusia, tales como el embargo de petróleo, inversiones prohibidas, congelación de activos, restricciones bancarias, de espacios aéreos y marítimos, y más recientemente suspensión de visados a ciudadanos de dicha nacionalidad.
Una de las sanciones más duras fue el bloqueo de US$330 mil millones en activos rusos, y el aislamiento de Moscú del sistema financiero global, dificultando que el Kremlin utilizara el dinero que tiene en los mercados globales a través de su exclusión del sistema Swift.
No obstante, pese a esta situación el Kremlin se ha mantenido, lo que llamó a ambos internacionalistas a cuestionar la “utilidad” de las sanciones, impuestas por una sociedad internacional que no ha entendido aún que estos son pañitos tibios cuando se trata de una mega potencia como la rusa y que, por el contrario, fueron contraproducentes.
“Las sanciones económicas nunca han servido y no entiendo por qué la comunidad internacional pensó que en esta oportunidad sí tendrían un efecto disuasivo. ¿Si no sirvieron en países pequeños y pobres como Cuba, o para Corea del Norte, por qué pensaron que tendrían efecto en una mega potencia como Rusia? Es absurdo, y más cuando uno de sus principales socios es la segunda potencia económica del mundo que es China”, indicó el internacionalista Cancelado, quien añadió que “las acciones de la comunidad internacional en los últimos seis meses se rajaron en las áreas de respuesta militar, economía y comercio”.
En esto coincidió la profesora Ikonomova, quien advirtió que “las sanciones sin lugar a dudas han debilitado a Rusia, pero el país ha logrado vender gas y petróleo a otros países, lo que le ha permitido mantenerse a flote. Por el contrario, las sanciones han generado un efecto boomerang que ha atacado a la misma Unión Europea”.
A este respecto se refirió a cómo el euro ya está por debajo de la paridad con el dólar “y los investigadores de los mercados financieros lo que están diciendo es que es más posible que primero Alemania entre en una recesión. Si el euro baja más que el dólar y no se recupera, esto hará que los mercados internacionales pierdan la confianza en la UE y la crisis se extenderá más allá de Alemania”, puntualizó Ikonomova, quien concluyó que “las pérdidas están a los dos lados: Rusia pierde, pero la UE puede perder más que Rusia”./EL NUEVO SIGLO.
“Lo que veo, si se suman más actores a la interlocución, es que la guerra no va a durar más de un año. La próxima primavera ya habrá algunos acuerdos de paz”