COINCIDEN EN su discurso poselectoral, a saber, trabajar por un Chile unido, inclusivo y sin polarización, pero difieren abismalmente del modelo para lograrlo. Es por ello que el derechista José Antonio Kast y el izquierdista Gabriel Boric están forzados a conquistar el centro de sus respectivos espectros políticos para hacerse con las llaves de La Moneda.
Solo tres semanas tienen los más votados este domingo por la presidencia del país austral, Kast del Partido Republicano que obtuvo -completado el escrutinio- el 27.9% y Boric, de la coalición de izquierdas Apruebo Dignidad que alcanzó el 25.8%, para realizar las alianzas programáticas con partidos afines y, lo más decisivo, hacer propuestas que convenzan a los ciudadanos que se ubicaron en el centro-centro, tanto de la izquierda como de la derecha.
Esta es la primera vez desde al retorno a la democracia en 1990 que los partidos tradicionales de centroizquierda y centroderecha no pasan a la segunda vuelta.
Y aunque se daba por descontado, desde semanas atrás, que el duelo final del próximo 19 de diciembre se daría entre el abogado católico de 55 años y el líder estudiantil de 35 años, con estudios pero sin título universitario, la sorpresa de la jornada en Chile fue el tercer lugar de Franco Parisi, el candidato del modesto Partido de la Gente que alcanzó el 13% de los sufragios, a pesar de residir en Estados Unidos y haber hecho campaña únicamente a través de internet, sin poner un pie en Chile ni para votar.
Este outsider es considerado un populista de extrema derecha. Con su discurso antiélite se mostró como el defenso del pueblo ante la oligarquía chilena. De allí que la mayoría de sus 800 mil votos la obtuvo en regiones del norte, principalmente en Antofagasta, donde se encuentran los más ricos yacimientos de cobre, y donde subsisten marcadas diferencias tanto sociales como económicas entre los trabajadores mineros y el resto de la población.
Analistas como Marcelo Mella, de la Universidad de Santiago, explica ese masivo respaldo popular a Parisi porque es en dicha zona chilena donde existe “un mayor desencanto con los partidos políticos tradicionales” y Parisi fue el mejor que se expresó en tal sentido.
Sostiene este experto que el candidato del Partido de la Gente “es un outsider antipartidos, con un liderazgo típicamente populista”.
Y si bien los votos no son ‘endosables’, menos en esta posición extrema, será precisamente esa franja de opinión ciudadana la que podría inclinar la balanza en la segunda vuelta electoral. Sin embargo, es un gran reto para los dos presidenciales, que desde ayer comenzaron a redefinir sus estrategias electorales.
El resultado electoral dejó en evidencia una clara preferencia por las opciones de los extremos pero, paradójicamente, será el centro político el que tienen que conquistar los candidatos, al igual que a quienes no ejercieron su derecho al voto, ya que la abstención se ubicó en 53%., la más alta de todos los procesos a que han sido convocados recientemente los chilenos (plebiscito y elección constituyentes).
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Las cuentas
Aunque en polos opuestos, los candidatos que disputarán el balotaje presidencial, expresaron sus deseos de un Chile unido, inclusivo, con mayores oportunidades para todos -especialmente los jóvenes, protagonistas del estallido social de 2019- y una sostenida recuperación económica.
El solo anuncio de los ‘elegidos’ para esta disputa final fue de buen recibo para los mercados. Ejemplo de ello fue que ayer el peso chileno abrió con un fuerte repunte de 3,5%, transándose a 800 unidades por dólar al inicio de las operaciones, al igual que la Bolsa de Comercio registró un inicio de jornada con un alza de 9.25%, cerrando con números muy positivos.
Y, de cara a la vuelta decisoria, que a hoy se vaticina muy pareja según un primer sondeo poselectoral de Cadem que señaló un empate técnico con 39% de intención de voto, Kast y Boric tendieron la mano a los partidos del centro fines a su agenda y evalúan tanto la táctica como la estrategia para ganar nuevos adeptos.
Un primer cálculo que hacen sus campañas con base en la jornada del domingo, donde se enfrentaron siete candidatos representantes de todo el espectro político. Si fuera un simple ejercicio matemático las cuentas serían así: La derecha alcanzaría el 41.99%, sumando los votos de Kast y los de Sichel, el candidato oficialista (12.08%). En la izquierda sería de 37.83% adicionando los de Boric y los de la centroizquierdista Yasna Provoste (12%).
Ahora, si a éstos últimos se agregan los que obtuvieron Marco Enríquez-Ominami, del Partido Progresista (8%) y Eduardo Artés, Unión Patriótica (7%), de marcada tendencia socialista y comunista, el guarismo se elevaría a 52.83%. Sin embargo, tanto estos líderes como sus militantes marcaron una clara distancia con Boric y está en duda de que lo apoyen para la cita de diciembre.
Quedan por sumar, a cualquiera de los dos extremos del espectro, los respaldos que obtuvo Parisi (13.31%), cuyos militantes quedarían en libertad de elegir ya que su líder, residente en Alabama (EU) se apartaría de la campaña sin dar apoyo alguno. Sin embargo, ya que el Partido de la Gente está al extremo de la derecha, es impensable que su voto sea por el aspirante izquierdista. Si ello fuese así, Kast superaría el 55% de los sufragios.
Pero todo ello es, como señalamos, un ejercicio matemático y no electoral. De allí que dependerá del discurso (que deberán moderar), los acuerdos políticos y las nuevas propuestas que se mueva el centro de estas vertientes políticas, al igual que convencer a los seguidores de Parisi, el outsider ‘antipartido’.
Con el ojo puesto en el próximo 19, los candidatos más votados se dirigieron al país, al igual que el presidente Sebastián Piñera quién tras felicitarlos les pidió “desde el fondo del alma" que "busquen caminos de la paz y no de la violencia…Sabemos que Chile necesita cambios, pero con libertad, en paz y con justicia".
Kast agradeció a sus seguidores el "sacrificio", dijo que “valió la pena", hizo extensivas estas palabras a todos los partidos que forman la coalición que representa (Frente Social Cristiano) y anunció que dejará la presidencia del Partido Republicano, el que fundó hace menos de dos años.
"Queremos convocar a más chilenos y esperamos que este proyecto político siga creciendo. Chile merece paz. Hoy dimos el primer paso para que la esperanza se haga realidad", sostuvo el candidato, al tiempo que invitó al resto de candidatos de la derecha y a “todos los que quieran” a formar una mayoría contra quienes generaron "la polarización" que vive el país.
Tras calificar la cita de este domingo como "la más importante de los último treinta años", remarcó la necesidad de "recorrer cada rincón de Chile", por lo cual no descartó tener también como compañeros de viaje para el balotaje, por muy dispares que puedan parecer, a Parisi y su partido o a la socialdemócrata Yasna Provoste.
"Ella representa a un sector de Chile y tenemos que acoger a aquellas personas que quieren el bien, (...) a quienes apoyaron a Franco Parisi, que sacó una gran mayoría (...). Queremos recoger todo lo positivo de esos proyectos", añadió incluyendo también al candidato derrotado del oficialismo, Sebastián Sichel, con quien ya habló y tienen "claro" que les mueve "un Chile más grande, más inclusivo".
"Tenemos convicciones, creencias y miradas claras, pero siempre hemos respetado a las personas, sin descalificar o discriminar a nadie. Nosotros no somos los que hemos generado la polarización. Muy por el contrario, sabemos que existen legítimas diferencias, sabemos escuchar y dialogar. Jamás usaremos la violencia contra alguien que piense distinto a nosotros", sostuvo.
En esa línea dijo que su prioridad es devolver a Chile la "tranquilidad" e insistió en que su rival político, al igual que el Partido Comunista, han generado “inestabilidad” con sus proyectos presidenciales orquestados desde la violencia del estallido social de 2019.
Por su parte, Boric decidió dar un mensaje mesurado sin subestimar ni caricaturizar a su adversario. El izquierdista apuntó que su proyecto es "transformador, serio y responsable" y que "asegura la mejor calidad de vida de todos".
Insistió en que su bandera política es contra de la desigualdad social y un nuevo modelo de país. "No salimos a las calles para que todo siga igual", puntualizó Boric.
Esa es la voluntad de los candidatos, pero los expertos vaticinan que la polarización se ahondará con una campaña “de miedo” que se atizaría, de un lado, por la inexperiencia y dificultad del izquierdista para responder a los problemas que enfrenta el país o, del otro, encasillando a Kast como un ultraconservador que podría afectar la base de pluralismo que debe tener la democracia.