En los últimos dos meses el escenario de la campaña presidencial cambió de manera sustancial y, se podría decir, que obligó a replantear toda la estrategia política y electoral.
Puntualmente, hay tres hechos que marcaron un punto de inflexión en la contienda y que podrían, incluso, determinar no solo el panorama de cara a las consultas interpartidistas de marzo sino a la primera y segunda vueltas que definirán el sucesor de Iván Duque.
En primer lugar, es claro que la oficialización de una nueva coalición denominada “Equipo por Colombia” cambió todo el panorama, por cuanto si bien desde el primer trimestre se había hablado de que los exalcaldes y exgobernadores querían participar de la campaña, esa intención se fue diluyendo con el paso de los meses, salvo un par de reuniones entre los exmandatarios Enrique Peñalosa (Bogotá), Alejandro Char (Barranquilla), Federico Gutiérrez (Medellín); a ellas hay que sumar varios encuentros de exgobernadores del Valle, Atlántico, Boyacá, Antioquia, Cundinamarca y otras regiones. Sin embargo, hace tres semanas, todo cambió por cuenta de que Peñalosa, Char y Gutiérrez anunciaron que arrancaba esa coalición de exalcaldes y unos días después se reunieron David Barguil, candidato del partido Conservador, Juan Carlos Echeverry, precandidato presidencial independiente; y Dilian Francisca Toro, directora única del Partido de la U.
Así las cosas, cuando se creía que solo habría una coalición de centro derecha que sería encabezada por la llave del Centro Democrático con los conservadores, surgió un segundo bloque, que es compuesto no solo por exalcaldes con proyección nacional, de tres de las cuatro principales ciudades del país, sino que sumó al Partido de la U y la colectividad azul, que son dos de las estructuras políticas más fuertes en el Senado y cuya votación sumada se podría acercar a cuatro millones de votos. A todos ellos hay que sumar al precandidato presidencial independiente, Juan Carlos Echeverry, exministro de Hacienda de origen conservador.
Esta coalición en menos de tres semanas ha tomado cuerpo y ritmo, sobre todo porque la mayoría de sus integrantes ya venían haciendo campaña y recorriendo el país, al tiempo que han llegado a puntos de acuerdo básicos respecto a propuestas electorales: alejarse de la polarización uribismo-petrista y sentar líneas de diferenciación respecto a las coaliciones de izquierda -encabezada por Gustavo Petro- y de centro izquierda -encabezada por Sergio Fajardo-.
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Es más, varios de sus precandidatos han advertido que por el momento no están interesados en hacer una alianza con el uribismo, que el pasado fin de semana proclamó como candidato presidencial único a Óscar Iván Zuluaga.
De hecho, ayer se reunieron Toro, Peñalosa, Gutiérrez, Char, Barguil y Echeverry, quienes anunciaron en un comunicado: “Nuestro Equipo por Colombia está organizado para enfrentar la amenaza a nuestras instituciones, a nuestra democracia y a las libertades. Lo que nos interesa es mejorar la vida de los ciudadanos, estamos unidos sin egos para cuidar el país, queremos seguir escuchando a la gente y construir colectivamente soluciones a los problemas de las comunidades más olvidadas. Aquí hay gente que quiere venir de distintos partidos sectores, ideas, regiones, estamos abiertos a un proceso colectivo por Colombia”.
Al mismo tiempo señalaron que juntos van a recorrer el país, “este es un equipo de resultados, de calle, de luchas, que la ha dado toda por cambiar la vida de la gente y por eso hoy decidimos una agenda de viajes por Colombia. Vamos a comenzar el 13 de diciembre por Buenaventura, donde confluyen los problemas que vamos a erradicar como equipo, la pobreza y la inseguridad de Colombia”.
Por último, ante la pregunta de si no le cerraban la puerta definitiva al Centro Democrático, Barguil dijo que “a ningún colombiano, pero que por supuesto la decisión definitiva de cómo quedará conformado el equipo se tomará en su momento”.
Uribismo sin pareja
El segundo hecho que ha marcado un punto de inflexión en la campaña tiene que ver con que el uribismo, que es el partido de Gobierno, que tiene la mayor bancada en el Senado y una amplia cuota regional y local, a hoy está por fuera de la coalición de centro derecha. Sin duda se constituye este hecho en un elemento sorpresivo ya que hace dos meses nadie pensaba que el Centro Democrático, que se supone sería la base de quien convocará la coalición de centro derecha, estaría ‘soltero’ a estas alturas de la campaña.
Es obvio, entonces, que este nuevo panorama político obliga a barajar y repartir de nuevo porque no solo saca al país de un escenario cantado en torno a una nueva polarización uribismo-petrismo, sino que pone al partido del expresidente Uribe a pensar en la posibilidad de tener que armar una segunda coalición de centro derecha con alguna fracción menor para participar en las consultas interpartidistas de marzo, o la eventualidad de irse directo a la primera vuelta.
Lo cierto es que lo complejo de estas dos acciones, que ratifica en las voces al interior del propio Centro Democrático, señala que Zuluaga debería insistir en golpear en la puerta de la coalición Equipo por Colombia para ver si lo dejan entrar.
Al término del primer semestre ningún analista político, por acertado que fuera, habría previsto este escenario, sobre todo cuando el uribismo es el principal soporte del Gobierno Duque y la calificación de este en cuanto al manejo de la pandemia no ha sido negativa, pese a que la imagen e impopularidad del Jefe de Estado sí ha tenido altibajos en los últimos meses.
Implosión verde
Otro de los temas que han marcado un antes y un después en la campaña presidencial tiene que ver con la crisis al interior de la Coalición del llamado centro o de la centro izquierda. Hace dos meses se daba por hecho que la llamada Coalición de la Esperanza tendría de soporte al partido Alianza Verde y que este aportaría la estructura regional y local para el montaje de la campaña. Sin embargo, como se sabe, la crisis de los verdes se agravó ya que tanto la dirigencia como la bancada y las bases empezaron a tomar partido, unos por Fajardo, otros por Petro e incluso una tercera línea por Alejandro Gaviria, precandidato presidencial independiente.
La división de los verdes llegó al extremo de que el partido finalmente tuvo que declinar a sus seis candidatos presidenciales, ordenar la libertad para que se apoyara a cualquier candidato “alternativo” y declinar incluso a la posibilidad de tener una lista unificada al Senado. De esta forma, precandidatos como Camilo Romero terminaron en las filas del Pacto Histórico; Óscar Amaya, aspirante de la Coalición de la Esperanza, e incluso el senador Iván Marulanda renunció a la colectividad para unirse al recién resucitado Nuevo Liberalismo.
Esta intención de los verdes también llevó a una crisis en la Coalición de la Esperanza que se expresa en tres hechos puntuales: el primero se refiere a la caída en las encuestas de Fajardo, quien por mucho tiempo siempre ocupó el segundo lugar detrás de Petro, pero ahora se encuentra en tercero o cuarto lugar de los sondeos y a una distancia mayor del candidato de Colombia Humana.
Como segundo término, hace dos meses no se sabía que el exalcalde y gobernador antioqueno estaba siendo procesado por la Contraloría por el caso de Hidroituango; también se supo que tenía un proceso andando en la Corte Suprema de Justicia por un canje de deuda cuando fue mandatario paisa. Nadie pensaba que su situación jurídica se fuera a complicar tan gravemente.
Fajardo está hoy condenado en segunda instancia en un fallo de responsabilidad fiscal por el proyecto hidroeléctrico y el próximo 6 de diciembre tendrá audiencia de imputación de cargos ante la sala penal de la Corte Suprema de Justicia. Obviamente esta es una circunstancia que va a impactar su campaña, incluso más, porque siempre ha abanderado la anticorrupción y la transparencia en el manejo de la cuestión pública.
Y, en tercer lugar, es evidente que esta coalición, que está compuesta, además de Fajardo, por Juan Manuel Galán, Juan Fernando Cristo y Jorge Enrique Robledo, se vio forzada a hacer una apertura política. De un lado, el fin de semana pasado tras un desgastante proceso terminó por aliarse con el candidato presidencial Alejandro Gaviria (después de varias semanas de condicionarlo a que renunciara a la candidatura del oficialismo liberal) y tuvo que lanzar su propia lista al Congreso (tras la crisis de los verdes) que será encabezada por Humberto de la Calle.
Se trata de circunstancias políticas que dos meses atrás nadie había pronosticado y que obviamente han puesto en peligro las posibilidades electorales de esta coalición de centro o de centro izquierda, cuyos precandidatos no están marcando alto en las encuestas. De hecho, Echeverry está por encima de Fajardo en Antioquia en varios sondeos.
Como se ve, en menos de dos meses el escenario de la campaña cambió de manera sustancial y si bien es cierto que partidos como el Liberal, Cambio Radical y el propio Centro Democrático siguen por fuera de las coaliciones, el curso de la contienda ha variado significativamente.