Los 3 caminos que la humanidad debe recorrer para lograr paz | El Nuevo Siglo
El 21 de diciembre el Papa Francisco se dirigió al mundo para la celebración de la 55 jornada mundial de la paz.
Archivo ENS
Sábado, 25 de Diciembre de 2021
Redacción internacional

Para el mundo católico y para los fieles seguidores de las enseñanzas de Cristo, la fiesta religiosa de la Natividad es, ante todo, una época de reflexión, y la misma debería traducirse en un renacimiento espiritual con claros propósitos diarios para hacer de nuestra vida, entorno y sociedad un lugar cada vez mejor.

Con precisión y sapiencia, el Papa resumió a comienzos de la semana el actual estado del mundo, que está sumido en un ruido ensordecedor por cruentas guerras que no dan tregua y por conflictos cada vez más amplificados.

Dentro de ese mismo panorama, a lo largo y ancho del mundo se han seguido propagando enfermedades de proporciones pandémicas, se están agravando los efectos del cambio climático y de la degradación medioambiental y sigue empeorando la tragedia del hambre y de la sed en un mundo cada vez más individualista. “Como en el tiempo de los antiguos profetas, el clamor de los pobres y de la tierra sigue elevándose hoy, implorando justicia y paz”, sostuvo el Pontífice en su mensaje de la Jornada mundial de la paz.

Por la pandemia del coronavirus, “millones de actividades económicas y productivas han quebrado, los trabajadores precarios son cada vez más vulnerables y el mundo está viendo a millones de migrantes expuestos a diversas formas de esclavitud, privados de un sistema de asistencia social que los proteja”, sostuvo el Papa.

Aunque el panorama no es alentador, Francisco llamó a buscar la paz global para lo cual señaló tres caminos que forzosamente deben generarse para alcanzarla. ¿Cuáles son?  

Un diálogo entre las generaciones como base para la realización de proyectos compartidos; la educación como factor de libertad, responsabilidad y desarrollo. Y en tercer lugar está el trabajo, gracias a lo cual los hombres pueden alcanzar la plena realización de la dignidad humana. Sin la yuxtaposición en la sociedad de estos tres elementos, advirtió el Papa, “todo proyecto de paz es insustancial”.

Diálogo entre generaciones

El primer camino que plantea el Santo Padre en este mundo lleno de dificultades es el diálogo entre jóvenes y los más ancianos. De acuerdo con él, “para construir la paz en un mundo todavía atenazado por las garras de la pandemia, en donde algunos tratan de huir de la realidad refugiándose en mundos privados mientras que otros la enfrentan con violencia destructiva, persiste la opción de entablar un diálogo sincero que implica una confianza mutua entre los interlocutores”. Confianza que, agregó, tenemos que recuperar.

Refirió, por lo mismo, que si la crisis sanitaria aumentó en todos la sensación de soledad y el repliegue sobre uno mismo, también hizo emerger lo mejor de las personas, lo que permitió que el mundo viera, en el marco de una pandemia, “generosos ejemplos de compasión, colaboración y solidaridad en todo el mundo”.

“Dialogar significa escucharse, confrontarse, ponerse de acuerdo y caminar juntos. Fomentar todo esto entre las generaciones significa labrar la dura y estéril tierra del conflicto y la exclusión para cultivar allí las semillas de una paz duradera y compartida”, sostuvo el Papa, añadiendo que los grandes retos sociales y los procesos de construcción de paz no pueden, sencillamente, prescindir del diálogo entre los depositarios de la memoria, los mayores, y los continuadores de la historia que son los jóvenes.


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Educación, motor de paz

En este segundo camino, que el Papa comenzó a abordar ejemplificando cómo el presupuesto para la educación se ha considerado más como un gasto que una inversión, lamentó que el mismo haya disminuido significativamente a nivel mundial en los últimos años.

Sin embargo, sostuvo el Pontífice, “esta (la educación) es la base de un desarrollo humano integral, en la medida que hace a las personas más libres y responsables, lo que es indispensable para la defensa y la promoción de la paz”. De hecho, a este respecto, llamó la atención sobre cómo el gasto en armamento militar aumentó al punto en el que hoy supera el nivel registrado al final de la “guerra fría”. “Esto es algo que, de cara a la necesidad de educar, debe ser revaluado”, enfatizó.

Y nuevamente en este punto aludió al primer principio para la realización de una paz duradera alusivo al diálogo, pues “es necesario forjar un nuevo paradigma cultural a través de un pacto educativo global, para y con las generaciones más jóvenes, que involucre en la formación de personas maduras a las familias, comunidades, escuelas y universidades, instituciones, religiones, gobernantes, a toda la humanidad”, argumentó.

Promover y asegurar el trabajo

Y, por último, pero no menos importante, Francisco fue claro al advertir que el trabajo también es un factor indispensable para construir y mantener la paz, en la medida en la que es expresión de uno mismo y de los propios dones, pero también es compromiso, esfuerzo y colaboración con otros, “porque se trabaja siempre con o por alguien”.

Pero más que por eso, el Papa reflexiona en torno al trabajo desde una perspectiva más social, en donde la actividad laboral es la que permite al ser humano aprender y ofrecer su contribución para un mundo más habitable y hermoso.  

Al respecto hizo énfasis en cómo el impacto de la crisis sobre la economía informal, que a menudo afecta a los trabajadores migrantes, ha sido particularmente devastador, y porque a muchos de ellos las leyes nacionales no los reconocen, “es como si no existieran”.

“A esa situación hay que agregar la violencia y la criminalidad organizada aumentan en muchos países, sofocando la libertad y la dignidad de las personas, envenenando la economía e impidiendo que se fomente el bien común”, prosiguió el Santo Padre.

Ante este hecho, la solución del obispo de Roma es clara: “la respuesta a esta situación sólo puede venir a través de una mayor oferta de las oportunidades de trabajo digno. Es más urgente que nunca que se promuevan en todo el mundo condiciones laborales decentes y dignas, orientadas al bien común y al cuidado de la creación”.

El llamado, por último, lo hizo la cabeza de la Iglesia Católica a los gobernantes y a cuantos tienen responsabilidades políticas y sociales, para transitar estas tres vías, y concluyó su intervención agradeciendo a todos aquellos “que se han comprometido y continúan dedicándose con generosidad y responsabilidad a garantizar la instrucción, la seguridad y la tutela de los derechos”.