Venezuela: el enredo sangriento del poder político | El Nuevo Siglo
Viernes, 2 de Agosto de 2024
Giovanni Reyes

Un poco más de 25 años en el poder por parte de los chavistas, trayendo en picada el país petrolero, no son suficientes. Se sienten consolidados en Miraflores y para ello no escatiman medios, desde prepotencias y amenazas, hasta disparos en las calles.  Es un guion que ya se ha cobrado vidas con anterioridad.

Allí están los casos de 2002, 2015, 2019, y ahora, con motivo de las elecciones del 28 de julio de 2024, se tiene que en tres días irían 16 personas asesinadas durante las protestas. A eso se agregan no menos de 114 detenidos -por ahora sin saber su paradero- “los hicieron perdedizos”, dice con angustia, una mujer desde Petare.

Se estima que esta localidad es la zona marginal más grande de Latinoamérica, localizada en el este de Caracas. Allí viven unos 2.4 millones de personas.  Antes eran parte del corazón del chavismo, ahora guardan luto por sus muertos en abierta oposición a Maduro. Esa es parte de la amenaza para los que se mantienen en el poder político de Caracas. Mientras la gente está en las calles, la represión tiene que abrirse paso de manera más impúdica, sin remilgos ni misericordia.

Y lo del tema de la destrucción de lo que un día fue la tercera o cuarta economía de América Latina y el Caribe, no es retórica. Para nada. En medio de la confusión de datos que se tienen -en Venezuela todos mienten- es posible ir perfilando algunas características.  Por ejemplo, sabemos que en los pasados 12 años al menos, la contracción del total de producción del país (PIB) ha sido del 82%. Quién lo hubiese dicho, increíble, el total de producción de Venezuela hoy en día, a mediados de 2024, es menor que el de República Dominicana, es comparable con el PIB de países como Guatemala.

Esto ha repercutido en que el país se encuentre en una espiral de crisis permanente con carencia de oportunidades laborales, con carestías, pero a la vez también -y como resultado de esas condicionantes- enfrentando altos niveles de vulnerabilidad económica. Se estima que el desempleo abierto es de 17%, aunque el problema mayor es el subempleo que abarcaría a no menos de un 64% de la población económicamente activa.

La inflación a su vez es galopante. Ese indicador llegó a 325% en 2023, aunque la cifra es baja cuando se considera que viene de niveles de 750% y 825% en términos anuales. La pobreza ya mencionada, estaría afectando a un 84% de la población y la pobreza extrema a un 61% de las personas.

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A todo esto, debe sumarse la poca capacidad de producción de petróleo venezolano en la actualidad.  En 2001, Pdvsa -la gran empresa encargada del crudo en ese país- llegó a producir 3.4 millones de barriles de petróleo por día (millb/d); en la actualidad esa cifra llega a 800 mil barriles, nivel similar al que tiene Colombia.  Y del petróleo y sus derivados se genera un 93% de las exportaciones de Venezuela.  Se trata, en todo caso, de un crudo que es pesado y extra pesado, lo que hace que requiera: (i) mantenimiento más caro y especializado de pozos; (ii) menos rendimiento en derivados; y (iii) procesos de refinación específicos, particulares.

Cifras últimas estarían apuntando a que la deuda externa del país estaría llegando a niveles de 217 – 254 mil millones de dólares. Este indicador es de los más difíciles de determinar dada la secretividad con la que maneja cifras el gobierno de Nicolás Maduro. Quizá los acreedores más importantes sean China, Rusia, Irán.

La balanza comercial -exportaciones menos importaciones- muestran números positivos, pero no es debido fundamentalmente a aumento de ventas al exterior, sino más bien a una caída drástica de las importaciones, lo que retroalimenta la crisis.

Contra todo este desastre de manejo de los asuntos económicos del país y especialmente la carencia de oportunidades es que la población se habría rebelado en las pasadas elecciones. Como resultado de esos comicios los números tampoco cuadran. Veamos algunos indicadores a partir de datos que son confusos, profusos y contradictorios.

Lo más dramático desde el humanismo, la trágica, injusta, sangrienta situación que se impone. En medio de medias verdades, distorsiones y mentiras algunas características: (i) ya han pasado 144 horas (seis días) desde la votación y no se han dado a conocer oficialmente las actas por el Consejo Nacional Electoral (CNE) ¿Eso no invalida todos los procesos? (ii) necesidad de verificación de las actas que en un 82.5% presenta María Corina Machado; (iii) se insiste, Maduro no ha presentado actas; (iv) en 48 horas al menos 16 asesinados en las calles de Venezuela; (v) los porcentajes del CNE están calcados en un modelo de constantes estadísticas que al parecer se pre-establecieron: 51.20000% para Maduro, 44.20000% para oposición, otros 4.60000%. Este tipo de constantes matemáticas no son en absoluto frecuentes en el sentido de la exactitud a partir de la segunda cifra decimal.

A eso se agrega que los datos “oficiales” del CNE, darían al menos 112% del total de población políticamente activa, calificada para votar. Por otro lado, con abstención –según el CNE- de 41% (59% de participación) harían falta 2.7 millones de votos por contar.

No es de olvidar cómo los “izquierdistas del socialismo del Siglo XXI” destruyeron la economía de la potencia petrolera latinoamericana. Es cierto, influyen las sanciones, pero la ineptitud, por ejemplo, en el manejo de Pdvsa es evidente.

Alguna vez lo habría dicho Diosdado Cabello, hombre fuerte del régimen de Maduro: “Chávez era el muro. Él contenía las ideas alocadas que nosotros teníamos”. Se pueden tener ideas diferentes, pero algo intolerable, sin justificación, es la represión, la matanza, la tortura de personas.

Al momento de escribir esta nota, todavía las cosas no están totalmente concluidas con la última elección. Se esperaba que el CNE cumpliera con su tres veces aplazada promesa de entregar un segundo boletín sobre el resultado electoral. Quizá aún se tiene alguna esperanza en cuanto a enderezar el rumbo de una sociedad tan severamente castigada.   

*Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard.

(El contenido de este artículo es de entera responsabilidad del autor por lo que no compromete a entidad o institución alguna)