Neylla Ávila, la científica con las “botas puestas” en el reciclaje | El Nuevo Siglo
Neylla Ávila, una ingeniera ambiental con patente para reciclar calzado industrial. / Foto Geek Girls Latam
Viernes, 2 de Agosto de 2024
Redacción Cultura

Dos ejemplos han impulsado la vida de Neylla Ávila: el amor de su mamá por el estudio y la vocación de su padre por el cuidado ambiental, que le alimentó su interés para acompañarlo en sus travesías relacionadas con gestiones medioambientales.

Hizo parte de la Armada Nacional, estudió Ingeniería Ambiental y un día decidió quitarse el calzado para volver a la vida civil. Sin embargo, ella nunca pudo desprenderse de sus botas, ya que estas se habían convertido en su razón de vida.

Es la única colombiana que hace parte del programa “25 Mujeres en la Miencia”, de 3M Colombia, una multinacional que tiene como lema "Ciencia aplicada a la vida" y su mérito radica en haber inventado un sistema de reciclaje de botas de caucho para fabricar materiales de construcción, como bloques, láminas para pisos y paneles para paredes y muros.

Y, además, hizo parte del Congreso Internacional de Mujeres en la Ciencia y la Tecnología, organizado por Geek Girls, un emprendimiento social de mujeres, que trajo este encuentro por primera vez a América Latina y que reunió a más de 300 personas vinculadas a los ecosistemas de tecnología y emprendimiento de la región.

Origen búcaro

“Nací en Bucaramanga, en una familia de clase media trabajadora. Toda la vida mis papás trabajando, empleados públicos, y tengo en mi memoria siempre ver a mi mamá estudiando; incluso, hoy en día que ya está cerca de su pensión, sigue todavía preparándose ya para su retiro”, comenta Neylla Ávila, la científica y empresaria que tiene su planta de procesamiento en el sur de Bogotá, en donde además de aportar empleo para la ciudad, contribuye al medio ambiente al evitar el desecho de toneladas de material contaminante en las fuentes hídricas de la ciudad y en el relleno Doña Juana.

Por eso, el ejemplo para decidirse a qué dedicarse en la vida fue su padre. Por él comenzó a ponerse las botas para acompañarlo en su trabajo y en sus travesías relacionadas con temas ambientales.

“Además de mi mamá con su ejemplo de dedicación al estudio, mi papá también ha sido una persona que me influenció mucho en mi vocación ambiental, en la que desde niña hasta hoy me ha impulsado y en la que actualmente me desempeño. Él tenía que viajar mucho trabajando con alcaldías y municipios gestionando temas ambientales y yo siempre estaba acompañándole”, cuenta Neylla, quien cursó bachillerato en Bucaramanga y al terminar decidió estudiar Ingeniería Ambiental, dando su primer paso como tecnóloga en las Unidades Tecnológicas de Santander.

Ambiente capital

En ese momento, Neylla volvió a ponerse las botas. Pues al terminar su tecnología y estar en el proceso de homologación en busca del título profesional, la llamaron a trabajar en la Armada Nacional.

“Yo no sabía qué era la Armada. Digamos que en Bucaramanga y en las ciudades del interior poco se conoce sobre esta rama militar, pues aunque yo conocía el mar, no tenía ninguna idea de qué se trataba y era que en el año 2008 comenzaron  a incorporar los primeros suboficiales en áreas administrativas y, en mi caso, con enfoque medioambiental. Ahí me puse las botas y me incorporé a las filas de la Armada, con sede formativa en Barranquilla”, refiere la científica, quien posteriormente fue trasladada a Bogotá, a donde llegó con apenas 20 años y pudo terminar su carrera como Ingeniera Ambiental, en 2013.

“Era la primera vez que salía de mi casa y con apenas 20 años llegué a Bogotá, trasladada para trabajar en los sistemas ambientales de la ciudad. En esta ciudad terminé mi carrera como ingeniera, todos los días al fin de mi jornada de trabajo pedía permiso y salía corriendo con el uniforme a recibir clases y así pude terminar la carrera”.

Posteriormente, y con cinco años de servicio a la Armada Nacional, decide renunciar a su empleo. “De verdad quería cambiar de las botas militares a ponerme las botas de ingeniera, trabajar en lo que yo había estudiado”, comenta la joven, a propósito del paso que le permitió acercarse a la ciencia e inventarse un proceso de reciclado que pudo patentar y ponerlo al servicio del país y del mundo.

“Hice una maestría en Gestión de Organizaciones en la Universidad Militar y empecé a trabajar en los temas ambientales del sector público, la mayoría del tiempo trabajando en entidades de salud y hospitales, manejando lo relacionado con residuos hospitalarios y, claro, también me enfrenté a una realidad muy dura, la inestabilidad laboral”, agrega.

Iniciativa patentada

“Yo conocía la industria del calzado por la familia de mi esposo, que tenía una empresa familiar relacionada con el negocio. Un día, estando en una fábrica donde se producen botas de seguridad industrial, quedé impactada de ver por primera vez los residuos que se generan en la fabricación de las suelas, son polímeros de difícil destrucción y alto nivel de contaminación. Y más impacto me generó descubrir que esa cantidad inmensa de desecho iba directamente a la basura para después ser llevados al relleno o arrojados a un río.”

La industria del calzado genera cientos de toneladas de material de desecho de difícil reciclaje, como son restos químicos de pinturas y pegamentos y sobre todo el poliuretano.

En relación con esto, comenta Neylla: “Yo pregunté: '¿por qué botan eso, eso qué material es?'. Y me respondieron: 'eso es poliuretano y no se puede reciclar'. Ahí entendí que debía investigar y buscar una oportunidad de negocio y de ayuda al medioambiente”. Decisión que le permitió avanzar en un programa de reciclaje que además de investigación, de estudio y de inversión de cuantiosos recursos, le permitió generar una patente de reciclaje del material de calzado usado, especialmente de uso industrial.

La verdad, llegué a la ciencia a partir de observar esta problemática y de desarrollar una idea innovadora que no se había hecho antes. Nos dimos cuenta de que estos residuos los podíamos transformar en un producto que cuenta con un alto desempeño en aislamiento térmico, acústico, alta resistencia al tráfico y que por ser un producto que se elabora a partir de un residuo, no estamos agotando los recursos naturales”.

 

"25 Mujeres en la Ciencia"

Se trata de un proyecto que desarrolla la multinacional 3M, a través del cual cada año buscan a las mujeres más innovadoras de la ciencia. “Cada año buscamos a 25 mujeres que representen la innovación en la ciencia, que sean referentes, que nos ayuden a que muchas mujeres en la región, en Latinoamérica, puedan tener referentes científicos y comprendan y entiendan que la ciencia, que la investigación, es una opción para ellas. Cada año tenemos una temática nueva, el año pasado fue sobre sostenibilidad y afortunadamente una colombiana hizo parte de estas 25 mujeres, así que estamos orgullosos de poder promocionar esta iniciativa en toda la comunidad”, dice Luis López, director de Asuntos de Gobierno de esta empresa, que lleva 63 años en Colombia.