China y su influencia geopolítica a través del mar | El Nuevo Siglo
LA ARMADA nacional ha estado vigilante ante la constante presencia de pesqueros chinos en aguas del Pacífico sur
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Domingo, 26 de Diciembre de 2021
Redacción internacional

Por Mg (r) Luis Gómez Vásquez*

Especial para EL NUEVO SIGLO

Cada vez es mayor la influencia geopolítica y geoestratégica de China, lo que ha preocupado a occidente en los últimos años. Dicho poder, afecta de diversas maneras a casi todas las regiones del globo, entre ellas a América Latina en general, y a Colombia en particular. Es por ello que resulta importante conocer las intenciones y cómo adecua sus intereses el gigante asiático y de qué manera puede afectar la política y la economía colombiana en diversos campos, incluyendo nuestra soberanía marítima.

Tradicionalmente, y desde hace milenios, China se caracterizó por ser un país aislado, centralista y con una política cerrada hacia su propio territorio. Efectivamente, salvo en ciertos temas comerciales, no demostraba especiales intereses allende sus fronteras. Quizás el ejemplo más contundente de esa política, se materializa en la famosa Muralla, además el significado oficial del nombre de la nación en mandarín, que es “País Central”.

De allí que su política exterior fuese, durante siglos, poco determinante en el devenir del Estado y del pueblo chino, además de no haberse caracterizado por ser una nación expansionista, salvo casos aislados, como la invasión de Corea en el siglo II A.C. o la del Tíbet a mediados del siglo pasado.

Ciertamente, y a pesar de que, a partir del siglo XVIII, parte de su territorio fue ocupado por potencias extranjeras, China continuó con su política aislacionista y su muy escasa interacción con otras naciones. Sumado a lo anterior, mantenía una política que limitaba extremadamente su influencia hacia el exterior, salvo la exigencia de tributos a naciones fronterizas.

Por lo demás, los chinos siempre fueron reacios a la influencia de potencias foráneas. De allí que tanto los diplomáticos como los actores comerciales, principalmente europeos y norteamericanos, se mantuvieron durante la ocupación de ciertos territorios y enclaves, en una especie de burbuja, en medio de una muy escasa o casi nula integración con la sociedad y los gobernantes chinos. Con posterioridad a la derrota de las tropas japonesas que habían invadido el país y a la guerra civil entre Nacionalistas y Comunistas, la política China no cambió, pues el régimen de Mao Tse Tung se volvió incluso más aislacionista. 

Así fue durante los primeros años de la dictadura comunista y la era de la denominada “Revolución Cultural”, que generó el rechazo de la comunidad internacional y profundizó la exclusión de China frente al resto del mundo.

Evolución de su influencia

Sin embargo, tras el ascenso al poder de Deng Xiaoping, el escenario comenzó a cambiar radicalmente. Bien conocidas son las políticas de apertura implantadas por el presidente Deng, que llevaron al país a un acelerado desarrollo económico, al punto de convertir al país en la segunda economía del orbe, en el 2009. Como es lógico y paralelo a ello, se fue solidificando la importancia de la nación y su posicionamiento político en el concierto internacional, incrementando exponencialmente la influencia del gigante asiático en casi todos los rincones del planeta. Es un hecho que la influencia diplomática se encuentra íntimamente ligada al poder político y este a su vez es directamente proporcional al desarrollo económico y/o al poder militar. Por lo tanto, no resulta extraño que, con su actual desarrollo, precisamente, económico y militar, se haya convertido en actor determinante ante el resto del mundo.

Es lo que se podría denominar la expansión China, la cual, a diferencia de épocas pretéritas en que solía conseguirse mediante las conquistas militares, se está llevando a cabo ahora por vías diplomática y económica, las cuales le han estado resultando muy efectivas. Ya son cuantiosas las inversiones chinas a lo largo y ancho del planeta, sustrayéndole influencia a Estados Unidos, los países europeos y otras potencias del Asia. 

Cabe destacar que esta influencia no se ha manifestado ni directa ni velozmente. Al fin y al cabo, herederos de Confucio y depositarios de una milenaria tradición de paciencia filosófica, los chinos han ido insertándose poco a poco en occidente, en forma tan sutil, que para muchos ha pasado desapercibido u otros consideran que dicha influencia se limita a la gran proliferación de productos “Made in China”. 

Lo cierto es que China inició desde hace algunos años una era expansionista. Más aún, se podría afirmar que viene adelantando una verdadera ofensiva política y diplomática, utilizando todos aquellos medios de los que dispone, especialmente su poder económico, para alcanzar sus objetivos nacionales. Y lo viene haciendo en forma sutil, pero constante. Pero yendo aún más allá, para ellos, todas las estrategias son valederas si contribuyen al logro de los objetivos trazados y siempre y cuando consideren que sus propósitos son pragmáticos. Dicho en otras palabras, aplican textualmente la famosa frase de Deng: “No importa que los gatos sean blancos o negros, con tal de que cacen ratones”.


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Influencia marítima

En el campo marítimo, tanto desde el punto de vista geoestratégico, como geopolítico, China viene dando grandes pasos. Quizás el mayor foco de tensión lo constituye su intención, cada vez más evidente, de invadir y anexionarse a Taiwán, hecho que se ha convertido en un constante foco de conflicto con Estados Unidos. Pero no menos significativo resultan sus acciones y determinaciones con relación a su presencia en el Mar de la China Meridional que, a pesar de pertenecer a varios países, Beijing lo considera como propio, incluyendo aguas que legalmente son internacionales. 

Estos dos hechos son los que llevaron a la formalización del AUKUS, (convenio firmado por Australia, El Reino Unido y los Estados Unidos para compartir tecnología avanzada en defensa, especialmente en poder marítimo submarino) con el propósito de incrementar el control de potencias occidentales sobre áreas marítimas geoestratégicas y en las que, como se ha visto, China aspira a ejercer una influencia cada vez más poderosa y decisiva.  

Y aunque se descarta una confrontación militar, resulta preocupante el hecho de que la influencia china en el mar se ha ido materializando, poco a poco, no solo mediante medidas diplomáticas y políticas, sino con hechos jurídicos muy concretos, los cuales, entre otros, riñen con la tradicional diplomacia oriental. Dos eventos recientes así lo comprueban.

Por un lado, la aprobación de una ley que autoriza a los guardacostas chinos para disparar contra embarcaciones que se encuentren en aguas que China considera jurisdiccionales. Y he aquí el problema, ¿Qué o cuáles considera el gigante asiático como tales? No hay que olvidar que, desde hace algunos años, China ha incrementado significativamente su presencia en diversas áreas marítimas, tanto dentro de su espacio jurisdiccional, como en Zona Económica Exclusiva (ZEE), no solo propia, sino de otras naciones. Claro, apela al principio del paso inocente para sus propias embarcaciones, pero; ¿Lo permite o permitirá para naves extranjeras dentro de su ZZE?

Un hecho relevante en este caso, además de lo peligroso que resulta dar patente de corso para disparar a naves extranjeras, es la circunstancia de que mantiene disputas jurisdiccionales marítimas con Japón en el Mar de China Oriental y con varias naciones en el Mar de China Meridional.

Otro evento muy significativo y que comprueba el creciente interés de Beijing en el dominio del mar, es la nueva ley de tráfico marítimo que impone diversas restricciones y le permite ejercer acciones judiciales contra todos aquellos buques que ingresen en aguas jurisdiccionales de la República Popular de China. El problema más grave de esta ley es que podría dar carta blanca para imponer sus leyes aún más allá de sus aguas jurisdiccionales. 

La influencia a través de la pesca

Afirma el investigador del Instituto Español de Estudios Estratégicos, Andrés González Marín, que: “Desde hace décadas, la República Popular China ha utilizado a sus pesqueros como punta de lanza para ejercer su presencia y aspirar al dominio de gran parte de los mares interiores a la primera cadena de islas del Pacífico Occidental. Es omnipresente en estas aguas. Las actividades de los pesqueros chinos se traducen también en presencia, información, seguimiento, control y en un argumento político en la región más disputada y caliente del mundo”.

Lo importante de esta afirmación es que realmente el gigante asiático no se limita a actividades adyacentes a la simple pesca en aguas internacionales y en los límites de aguas jurisdiccionales de otras naciones, especialmente del Pacífico, lo que afecta directamente a las naciones latinoamericanas que poseen costas sobre este océano.

Lo cierto es que la presencia de grandes flotas pesqueras chinas en los límites de las aguas jurisdiccionales de las naciones suramericanas ya es un hecho, como lo demuestran las palabras de Patricio Haro en el portal Sembrando Ideales del Ecuador: “La flota china navega por aguas internacionales y se estaciona al borde de la Zona Económica Exclusiva ecuatoriana durante sus faenas de pesca, amenazando la soberanía nacional. La presencia de la enorme flota pesquera china amenaza al sistema ictiológico del pacifico sur oriental” 

Lógicamente este tema afecta de igual manera a Colombia y sus reservas pesqueras en el Pacífico. Es indudable que las riquezas marinas y submarinas en el Océano Pacífico jurisdiccional están poco explotadas, al punto de que se desconoce con certeza, cuales, de que tipo y en qué cantidades existen. La presencia de pesqueros extranjeros en el límite de dichas aguas soberanas de Colombia, podrían llegar a alterar el equilibrio ictiológico de la región, afectado directamente a los pescadores colombianos. Todo ello sin contar con el potencial de otras riquezas minerales que puedan existir allí.

*Investigador Universidad Militar Nueva Granada