Como humanidad conocemos el sufrimiento, en lo personal y lo colectivo. ¿Qué podemos hacer, más allá de lamentarnos y seguir en el círculo vicioso de la queja?
Si bien las violencias que hemos padecido hacen parte de nuestro recorrido evolutivo, no necesariamente estamos condenados a perpetuar nuestros padecimientos. Sí, hay corrupción, robos, abusos de diversa índole. Hacemos parte de una larga cadena de víctimas y victimarios; y tenemos el derecho –y el deber– de romperla. Somos pequeños en el contexto universal, aunque en ocasiones nuestros egos nos hagan creer que somos inmensos; estamos aprendiendo y nos seguimos equivocando. Necesitamos nuestra compasión mutua, pues vamos aprendiendo lo mejor que podemos.
Si para algo hemos sufrido, si queremos darle sentido a todo ese sufrimiento individual y grupal, es para reconocer que estamos llamados a dejar la supervivencia de la lucha para vivir plenamente en el amor. Ese es un aprendizaje fundamental, que nos permite evolucionar. ¿Tiene sentido luchar por la persona que se fue y ya no volverá? Tal vez lo que necesitemos es profundizar en nuestro amor propio. ¿Tiene sentido sufrir por la quiebra del año pasado o por el diagnóstico de una enfermedad terminal? No creo. Me parece más correspondiente abrazarnos y levantarnos de la quiebra utilizando todos los recursos que tenemos y adquiriendo unos nuevos, así como vivir plenamente cada día. Fácil, no; posible, sí.
Sí, necesitamos hacer los duelos, pero no quedarnos eternamente en ellos. Tenemos el derecho de experimentar todas las emociones y el de recordar que son todas son transitorias, que no somos ellas, sino algo mucho más grande. Somos la imagen de Dios.
Hay dos elementos clave para salir de nuestras crisis, grandes o pequeñas: aceptación y gratitud. Al aceptar la situación que vivimos abrimos puertas de comprensión y nos movemos del lugar de la negación al de la posibilidad; al agradecer por aquello que nos talla ocurren milagros y el sufrimiento terrible se va transformando y podemos salir adelante. Aunque parezca imposible, no hay nada inaceptable y nada por lo cual no podamos agradecer. Esto nos es difícil comprenderlo en la crisis, y a medida que nos conectamos en presente lo podremos hacer.
La aceptación y la gratitud nos permiten identificar soluciones a lo que estamos viviendo. Por el contrario, si seguimos regodeándonos en el sufrimiento, haciendo de las penas nuestro único tema de conversación, o si continuamos en la queja, no podremos transformar nada y sí generaremos mayores niveles de caos: crecerá la entropía. Entonces, podemos salir de nuestra zona de confort del sufrimiento y generar actitudes que nos conduzcan a dejar de sobrevivir, para vivir. Aceptemos la vida tal como es y agradezcamos por ella. Así, pasamos del sufrimiento al amor.
@eduardvarmont