“Ejecutivo hizo la vista gorda frente a narcocultivos”
Si de algo ha servido el informe de la Oficina de la Casa Blanca para la Política Antidrogas es para desenmascarar (una vez más) al gobierno Santos.
En efecto, la década perdida 2010-2018 ha quedado caracterizada, primero que todo, por la complacencia y los privilegios concedidos a las Farc-Eln, convertidas en una mezcla tóxica de interlocutores políticos del Estado y practicantes ejemplares de la violencia manifiesta o soterrada.
Segundo, por la veneración hacia las dictaduras inspiradas en la revolución bolivariana, con particular genuflexión ante La Habana y Miraflores.
Y tercero, por la adicción política a los cultivos ilícitos.
Semejante adicción tuvo un componente diplomático consistente en deconstruir el prohibicionismo para fomentar una especie de subconsciente colectivo proclive a la permisividad, la laxitud y la degeneración.
También tuvo un componente legal orientado a demostrar que las Farc, el cartel de las drogas más sanguinario del globo, podían ser exculpadas bajo el sofisma de que cualquier mecanismo de financiación del crimen es loable si se logra asociar a la noción de rebelión.
Y por último, tuvo un componente estratégico, basado en la idea de permitirles a las Farc-Eln y sus llamadas disidencias la proliferación de cultivos a cambio de reducir sus ataques visibles a la Fuerza Pública, todo ello para transmitirle al mundo la imagen (artificial) de un posconflicto exitoso y del fin de la guerra.
En otras palabras, el Ejecutivo hizo la vista gorda frente a la multiplicación de los cultivos y mientras de labios para afuera se mostraba ante Washington como el compungido adalid de una lucha abierta contra las drogas que tantas vidas ha costado en Colombia, en realidad contemplaba alegremente cómo sus socios de La Habana se lucraban al pergeñar en tales lides.
Semejante hipocresía organizada era consustancial al gobierno Obama, pero, ya con Trump en el poder, la trampa fue puesta al descubierto, ha sido catalogada como inadmisible y, por supuesto, facilitó las cosas para que volviera a conjugarse el verbo descertificar.
Solazados porque al autodefinirse como maestros del póker, suponían que el ciudadano se hallaba anestesiado en virtud de la manipulación de la que estaba siendo objeto, los contertulios del Palacio de Convenciones de la Isla no alcanzaron a percibir que la oposición, basada en las buenas costumbres y la buena fe, ganaría el plebiscito y las dos vueltas presidenciales de modo incontrastable.
En consecuencia, un nuevo tiempo se aproxima en Colombia para volver a poner la casa en orden, recobrar la iniciativa estratégica contra los depredadores, utilizar las tecnologías químicas y tácticas de punta para eliminar los arbustos, identificar a los testaferros y perseguir milimétricamente a los farsantes con la extradición en el horizonte.