ADRIANA LLANO RESTREPO | El Nuevo Siglo
Viernes, 19 de Septiembre de 2014

Qualias

 

“Con Uribe, las qualias nos permitieron ser parte de los Civets”

 

Lossucesos de los últimos días me sumen en una confusión y me hacen considerar si el país real es uno y el país de Santos, otro; o si se trata, una vez más, de problemas de comunicación o de esquizofrenia institucional.

Quizás soy incapaz de ver que Santos nos está llevando, como en la Biblia (Éxodo 3:8), “a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel”.

La Filosofía viene a mi rescate con los qualias, que no son entelequias, ni mentiras, como quisieran los opositores, sino meras experiencias mentales, la vivencia personal y subjetiva de las cosas; y como en  el Carnaval de Barranquilla, cada qualia “solo lo goza quien lo vive”, y únicamente, en ese momento.

Cada qualia es inefable, como la prosperidad de Santos; es decir, no puede traducirse a palabras y por tanto, comunicarse. Simbolizan el vacío explicativo que existe entre su percepción y nuestra realidad.

Por ello, de la lectura del más reciente informe del DANE, extraigo un par de qualias: una persona urbana no será considerada pobre si percibe 7.663 pesos diarios. Pero si es del campo, 4.587 pesitos diarios le bastarán para escapar del indicador y supuestamente, llevar una vida digna.

En la misma semana en que el DANE, a punta de semántica, saca de la pobreza a un montón de necesitados, la FAO, que no es oposición, asegura con criterio técnico que en Colombia el 11,4% de la población padece hambre. Cinco millones de colombianos. Es vergonzoso que uno solo carezca de pan en su mesa.

Y Unicef señala que tres de cada diez niños colombianos están en la pobreza multidimensional; es decir, no les estamos garantizando como se debe el derecho a educación, nutrición, salud, acceso a la información, agua y saneamiento básico, vivienda, seguridad económica, seguridad, tiempo libre y recreación.

Pero qué importa; con Uribe los qualias nos permitieron ser parte de los Civets; y con Santos, soñar con ser admitidos en el club de los BRICS, aunque no quepamos en la sigla.

Talvez un poema del inmortal poeta chileno Nicanor Parra, pueda salvarme de los recurrentes qualias santistas: “El hombre imaginario/ vive en una mansión imaginaria (…) / De los muros que son imaginarios / penden antiguos cuadros imaginarios / (…) que representan hechos imaginarios / ocurridos en mundos imaginarios (…) todas las tardes imaginarias / (…) se asoma al balcón imaginario / a mirar el paisaje imaginario”.