¿En qué frecuencias están sintonizadas nuestras vidas, en las ondas bajas con tendencia a la sombra o en las altas orientadas hacia la luz? Darnos cuenta de ello es un paso fundamental para resolver nuestra vida cada día.
La cotidianidad transcurre en un claroscuro constante: algunas veces estamos en situaciones luminosas y en otras son sombrías. Es el juego que estamos compartiendo como humanidad y que nos plantea oportunidades para despertar a cada instante. Sin embargo, puede resultar más cómodo seguir durmiendo, disfrutar del entretenimiento de la mátrix; es parte del proceso. Abundan los motivos para quedarnos en las oscuridades, pues la tendencia natural de un planeta como el nuestro es hacia la entropía, el caos. Sí, eso ocurre, y lo evidenciamos en las guerras, exclusiones e iniquidades que atestiguamos por doquier. Por supuesto, es preciso desarrollar acciones asertivas que permitan la reducción de todo aquello que nos separa y así dar paso a una nueva cultura global. Este es un trabajo particularmente despacioso, que es preciso continuar alentando, sin apego al resultado.
Lo más sensato que podemos hacer con nuestras sobras es identificarlas para luego integrarlas. Esa es una labor constante que precisamos hacer, empezando por reconocer aquello que nos desconecta de nosotros mismos y que descubrimos en la medida en que nos aventuremos en el viaje más trascendental de todos: la travesía interior. Desde esas sombras y penumbras propias sintonizamos fácilmente con las tinieblas de afuera y nos podemos quedar en la queja, la frustración o la parálisis; me ha ocurrido y me puede seguir sucediendo: lo importante es darnos cuenta y movernos hacia otros lugares de comprensión y acción. A medida que nos vamos reconciliando con nuestras sombras, las luces -tanto las internas como las de afuera- se hacen más evidentes. Podemos sintonizar otras frecuencias a medida que vamos integrando y trascendiendo nuestros miedos y culpas, desamores y desconexiones, nuestro pesimismo -muchas veces fundamentado en sólida evidencia-, así como nuestro dolor.
Lo maravilloso de la existencia es que podemos elevar nuestras frecuencias vibratorias y cambiar el juego. Para ello, ineludiblemente, necesitamos tener acceso a la Guía Divina, que siempre está disponible, pero que es preciso pedir para que se active en nuestras vidas aquí y ahora. Elijamos sintonizarnos con el poder que se despliega desde la Luz Mayor para así iluminar nuestras vidas. Tenemos una gran invitación a dejar las luchas, tan propias de nuestros egos, para fluir en confianza y gozo. Esto implica rendirnos ante la Divinidad y vaciarnos de todo aquello que nos limita: miedos, odios, tristezas, enojos, resentimientos… Evidentemente, hacerlo solos es imposible. Es por esto que necesitamos pedir ayuda. Es cuestión de sintonizarnos permanentemente con las frecuencias superiores del Amor.
@eduardvarmont