Cuanto más avanza el paro, más desunión se observa en la sociedad. Como si de generar más odio se tratará, las redes sociales se han encargado de mantener la combustión del descontento de cada parte, al punto que llegamos a una sociedad civil que atenta no solo ya contra las instituciones, sino también contra ella misma, a la lucha entre manifestantes y Estado se le sumó ahora el de un grupo cada vez mayor de ciudadanos, que se ven acorralados económica y físicamente.
Se preparan, programan, llevan a cabo y ejecutan bloqueos en diversos puntos del país. Son casi una centena de cierres de vías diarios los que ponen en jaque nuestra economía.
Son casi 40 las vías principales de Colombia que hoy permanecen sin paso, y hay que decirlo, poco ha servido la orden del presidente de hace una semana, donde estableció que todos esos puntos de bloqueos debían ser levantados. Más se demoran los efectivos de la fuerza pública en recuperar un sector, que en ser bloqueados dos más. Como en otras épocas, la movilidad solo se puede lograr a través de caravanas de seguridad.
En departamentos como el Valle del Cauca, el bloqueo puede ser desde un barrio a otro o entre municipios. Es ya tan caótica la situación, que ciudades como Buenaventura presenta un preocupante desabastecimiento de alimentos, pero más allá, el principal puerto de nuestro país hacia al pacifico, se encuentra totalmente paralizado, ni entra ni sale nada, eso obligatoriamente nos va a salir muy caro.
El sector agrícola a partir de la modalidad de bloqueo, se convirtió en uno de los más afectados, pues la condición de perecederos de sus productos, hacen que al no existir las vías de tránsito para su comercialización, estos se pierdan en camiones o en las mismas fincas sin poder salir a su comercio, generando con ello pérdidas considerables y la quiebra de muchas de esas empresas en caso de no parar esta locura ya.
Pero el problema no solo radica en la comercialización de los productos, cultivos como el arroz, el café o la papa que son fundamentales para la economía de nuestro país, también comienzan a ser perjudicados en su cadena inicial de producción, pues los insumos que estos requieren no están llegando, y los precios en que lo harán en los próximos días, harán que sean impagables. El caso de la industria avícola es alarmante, según Fenavi más de 10 millones de aves han muerto por falta de alimentos e insumos para estas, son más de 350 mil empleos que se calculan generan y que en una gran parte estarían en riesgo.
Mientras el mundo sigue concentrado en la lucha contra la pandemia y sus efectos económicos, en nuestro país esa página parece quedó atrás o por lo menos nos la saltamos, porque como si fuera una maldición o nuestro karma, todo para nosotros resulta ser doblemente penoso y difícil, es como si fuera parte de nuestra cultura, aquello que "al caído caerle".