ALFONSO GARCÍA GUTIÉRREZ | El Nuevo Siglo
Viernes, 30 de Septiembre de 2011

Problema histórico colombiano

El  grave problema de Colombia a través de la historia de su economía y de su sociología como nación “democrática” y como Estado de Derecho, está en que siempre ha sido manejado por economistas que, yo llamaría, de pacotilla, formados en algunas universidades del país y del exterior, que consideran que la economía debe estar desde el Estado al servicio exclusivo y excluyente de unas clases egoístas y privilegiadas, a las cuales deben servir las clases trabajadoras con las remuneraciones más bajas y sin pleno empleo.
Consideran que tener la sociedad laboral con un salario mínimo inalcanzable aunque sea injusto para el empleo y el obrero, es lo que se llama economía, porque lo que importa es que los ricos lo sean cada vez más, aunque los pobres sean cada vez más pobres. Y cuando alguien habla de la pobreza y de la injusticia social, como lo acaba de hacer el vicepresidente Angelino Garzón, le dicen que es un ignorante y que no sabe economía y, como no lo pueden destituir porque ha sido elegido por el pueblo, le insinúan que se retire “voluntariamente” del cargo.
La economía, en la verdadera sociedad democrática, va indisolublemente unida a la justicia social, tal como lo establece el cristianismo humanista. Esta filosofía considera que la verdadera economía es la que busca el reparto justo de todos los bienes materiales, respetando el principio de propiedad privada para que los ricos lo sigan siendo y los pobres sean menos pobres en función de la familia y del bien común, lo cual es un deber del Estado, que es lo que ha hecho el Vicepresidente al decir que los trabajadores no deben ser tan pobres.
El problema colombiano no se resuelve con unas elecciones periódicas en beneficio de la verdadera democracia, la cual no está en las urnas sino en la justicia social. El voto universal inorgánico es una modalidad de la vida social y política, pero no es la democracia, porque, como decía José Antonio Primo de Rivera, el más noble destino de las urnas es ser rotas y éstas se rompen por los mismos que hacen las votaciones. Es una modalidad que no satisface las necesidades de la familia y del hombre.
Ser economista no es poner la riqueza al servicio de unos pocos y en contra de las grandes mayorías. Ser economista es saber distribuir la riqueza en beneficio de todos, conforme a los principios de la justicia social y económica ejercida por el Estado y todas sus autoridades. Hay que apoyar al Vicepresidente y hacer respetar su justa posición social en el país.