ALFONSO ORDUZ DUARTE | El Nuevo Siglo
Sábado, 2 de Marzo de 2013

El alcalde atembado

 

“No representa a más del 15% del electorado capitalino”

Cuando en un conjunto sometido al régimen de propiedad horizontal se presenta, por parte de quienes los copropietarios han encargado de manejar sus bienes, la necesidad de acometer obras de mejora, embellecimiento, ampliación, reparación, etc., el procedimiento es que se reúnen los interesados, reciben las explicaciones de la necesidad de adelantar las obras, la conveniencia de hacerlas y el valor de las mismas.  Se debate y finalmente convienen lo que sea del caso y entre todos resuelven hacer lo que parece a la mayoría realizar, fijando la cuota que conforme a los coeficientes de cada una de las unidades debe aportar. Esa es una contribución a mejorar el bien común que es la copropiedad que en resumen va a beneficiar a cada una de las unidades que componen el conjunto. Las obras se hacen y al final quedan todos contentos y satisfechos.

Se me han ocurrido estas reflexiones a raíz de la nueva salida del encargado de esta gran copropiedad que es la ciudad de Bogotá. Los recientes anteriores administradores nos han planteado  la necesidad de adelantar obras que todos hemos considerado conveniente realizar. Nos han pedido que contribuyamos con  aportes y así lo hemos hecho.  Confiados en que la ciudad, nuestra copropiedad,  fuera adornada y mejorada con las obras que anunciaron esperamos y seguimos esperando que éstas se hagan según lo que nos propusieron. A cambio, hemos sido testigos de los pésimos manejos de los cuales fueron objeto los recursos que aportamos, no como impuestos como erradamente se ha dicho, sino como contribuciones.  Estas contribuciones se volvieron fiesta entre quienes estaban encargados de hacer de Bogotá una ciudad grata.

Ahora el señor alcalde Petro nos ha planteado en forma alocada una nueva contribución que la ciudadanía en forma unánime ha rechazado y ha puesto en entredicho el título que obtuvo en unas curiosas elecciones. Es necesario repetir que si la abstención en Bogotá es del cincuenta por ciento y el alcalde del cual disfrutamos ahora obtuvo el treinta por ciento en las elecciones,  necesariamente hay que concluir que Petro no representa a más del quince por ciento de los habitantes de esta ciudad en capacidad de expresarse.  Ese cincuenta por ciento que se abstuvo no tiene legítimo derecho a protestar por esta elección, puesto que tuvo la oportunidad de opinar y no lo hizo. Dicen los que saben y manejan el asunto, que las firmas por la revocatoria de su elección han aumentado en forma notable.

Tuvo que ampliar el plazo para que todos paguemos lo que se nos ha cobrado, so pretexto de someter al Concejo este asunto. ¿Cuál de los funcionarios que participó en esta locura será despedido? No faltará quien pague los platos rotos por haberle puesto atención a Petro  y no haber tenido el valor de llamarle la atención por esta nueva locura. ¿Estará el Concejo contemplando la posibilidad de obtener la financiación para adelantar las obras, realizarlas y luego cobrar la contribución?  Ojalá, con eso tal vez nos libramos de las actuaciones atembadas del alcalde.