ALFONSO ORDUZ DUARTE | El Nuevo Siglo
Sábado, 9 de Agosto de 2014

Nueva etapa de la democracia

 

Dentro de la vida nacional la iniciación de un período presidencial es un acontecimiento de la mayor trascendencia, el colofón de las elecciones que en el caso nuestro estuvieron plagadas de acontecimiento que tuvieron a la opinión pública, digamos, a los electores, bastante tensos. Se inicia así una nueva etapa en la vida republicana y democrática de Colombia, con la aplicación por segunda vez, de la famosa acción patrocinada por Echeverri cuyo objeto exitoso, como fue el de  modificar el “articulito” de la Constitución del 91 durante la cual los constituyentes de aquella época, en su sabiduría, dispusieron que quien hubiese desempeñado la primera magistratura no podría volver a ser reelegido nunca para ese cargo. Quedó  prohibida la reelección inmediata y mediata. Pero como se quería que Uribe continuara, se pretendió  volver a modificar la Constitución para permitir la reelección indefinida. Afortunadamente la propuesta quedó mal redactada; la Corte Constitucional cayó en la cuenta y esta modificación se cayó; de no haber sido así estaríamos disfrutando de un tercer período presidencial de Uribe y quizá se habría organizado para un cuarto.

El Vicepresidente que se acaba de posesionar, una vez que fue elegido candidato a este cargo, propuso entre otras cosas, volver a modificar el “articulito” para dejarlo como quedó en la Constitución del 91. Se acabará así la reelección, si los honorables padres de la patria están de acuerdo. Ojalá lo estén, porque esta figura le ha traído muchos sinsabores al país. No ha ido muy lejos en cuanto a la figura de la Vicepresidencia, salvo proponer que tenga funciones predeterminadas y no las que le asigne el Presidente. Pero sigue siendo motivo de debate y controversia si la figura de la Vicepresidencia debe permanecer o si se opta por una manera de suplir las ausencias temporales o definitivas del Presidente como, por ejemplo, la del Primer Designado elegido por el Congreso.

Nuestro presidente Santos es un experto en resolver acertijos y crucigramas, como es  la conformación del gobierno en esta etapa, por lo cual desde ahora le auguramos muchos éxitos que serán los del país. En una caricatura aparecida en una muy leída revista nacional, iniciándose el período presidencial de Mariano Ospina Pérez, le atribuyó como  virtud política la de la ecuanimidad, en este caso como la repartición con esta virtud del descontento de las diversas vertientes de las fuerzas políticas. Algo de esta naturaleza le va a suceder a Santos.  Si todos los que aspiran a formar parte quedan igualmente descontentos, habrá dado un  paso para la gobernabilidad.

El proceso de paz, que fue uno de los llamados en el proceso electoral, ha presentado visos que hacen difícil que continúe. Que los guerrillero hayan decidido desmandarse en su tropelías mientras están sentados cómodamente en La Habana no es de buen recibo para el ciudadano del común. La tribuna de la cual han dispuesto estos enemigos de Colombia, que antes no tenían, les han dado un respiro y una señal a la nación sobre su existencia. Esto ya se venía venir y lo dijimos a raíz de su presentación en Oslo que marcó el inicio de las conversaciones. Lo que vociferan en sus comunicados, en periódicos, televisión y radio no es necesariamente lo que plantean en la mesa.