Alfonso Orduz Duarte | El Nuevo Siglo
Sábado, 8 de Agosto de 2015

A TRAVÉS DEL TEODOLITO

¿Encuestas = consentimiento universal?

“Consentimiento universal es fuente de certeza” es uno de los principios que se enseñan en las clases de Lógica, Crítica y Ontología. Con base en las encuestas, muy bien elaboradas, como todas las que se conocen, se suelen sacar conclusiones con una serie de preguntas a un grupo; se advierte el número de personas a quienes se les pregunta y se establece un margen de error que quisiéramos saber cómo se determina. Con estas advertencias se publican los resultados de las encuestas y queda a juicio de quien las lee y las interpreta, si puede aplicar el principio de si éstas constituyen consentimiento universal.  Dejando a un lado esta lucubración pudiera decirse filosóficamente de la manera como se puede llegar a una certeza, las encuestas sí parece que indican una orientación si el universo de los encuestados es lo suficientemente grande y representativo.

Quienes tienen tareas de dirección y orientación siempre son objeto de opiniones y comentarios sobre lo que hacen o dejan de hacer. Especialmente cuando se trata de tareas cuyos objetivos son a relativo largo plazo, la impaciencia genera inquietudes y puede decirse incomprensiones. Si nos referimos a las encuestas recientes que colocan al presidente Santos con un nivel de aceptación históricamente bajo hay que entender este fenómeno con espíritu optimista. Son tantos el deseo y la expectativa por resolver este asunto de la paz, que en general la opinión pública está impaciente porque las negociaciones se están demorando más de lo deseado; tratándose de conversaciones de esta índole se debe entender que no pueden ser absolutamente públicas como sí deben ser los resultados a los cuales se llegue.

La contraparte, en este caso las Farc, han sido objeto de un tratamiento extremadamente generoso por parte de Santos en el sentido de haber sido tratadas de igual a igual con el Gobierno. Aquí no las hemos vencido y por tal razón estamos conversando, para lograr que dejen a un lado su propósito de llegar o hacerse a las palancas del poder por la vía violenta de a acción armada que no les ha dado resultado alguno hasta ahora, salvo el de inundar con terror y muerte al país. Si las hubiéramos vencido estaríamos más bien estableciendo un tratado de rendición como se está recordando por estas calendas el tratado de rendición con el Japón hace 70 años, bomba nuclear de por medio. Lo que es evidente ahora y la gente está inquieta es que las Farc se han convertido con sus aleves atentados y el asesinato de miembros de la fuerza pública y de particulares, en el árbitro de la seguridad pública.  Eso está mal y lo más probable es que esa inconformidad esté traducida en las encuestas que demuestran la baja popularidad del Presidente. Es necesario analizarlas con ánimo constructivo como una manifestación no con el objetivo de la negociación, sino con los episodios de los cuales hemos sido testigos en este tiempo. Esa inconformidad será convertida en amplia solidaridad y reconocimiento cuando, como esperamos, se obtengan los resultados que todos queremos, la paz. Pero si se frustra esperamos una acción decidida y firme