Alfonso Orduz Duarte | El Nuevo Siglo
Sábado, 3 de Octubre de 2015

A TRAVÉS DEL TEODOLITO

Jueces hablan por autos y sentencias

Lo  de la consecución de la paz es un deseo que tenemos todos los colombianos por lo cual respaldamos todos los esfuerzos que se hagan con ese objetivo. Esta columna se ha manifestado en ese sentido y no ha dejado de manifestar que para llegar a ella se hace necesario tascar el freno y soportar, tolerar, admitir, en fin, condescender conque hechos, sin dejar de rechazarlos, sean tratados en forma diferente ahora bajo el imperio de la justicia transicional que se ha organizado que según se sabe es el fruto de las conversaciones que se están llevando adelante en La Habana. La guerrilla que ha inundado de dolor, crímenes, desafueros, secuestros, desapariciones, etc. no ha podido ser derrotada en 50 años de accionar en forma cruel e insensata, en contra de la denominada población civil que no tiene arte ni parte en el conflicto.

Todavía nos duele el atroz crimen de más de cien fieles que asistían en la iglesia de Bojayá a sus deberes religiosos. Fueron vil y cobardemente asesinados. ¿Existe algún responsable de este hecho? Podremos seguir maltratando los sentimientos de  la gente de bien trayendo a la memoria crímenes que han conmovido a la opinión pero que ahora queremos olvidar, eso sí encontrando tanto a víctimas como a responsables; los unos para que reconozcan sus delitos y los otros para que reciban por lo menos la solicitud de perdón de quienes los hicieron sufrir. Pero como el Estado fue incapaz de derrotar a la insurgencia y esta de imponerse y acceder a las palancas del poder por la vía de las armas, convinieron en sentarse a dialogar de igual a igual. No hay vencedores ni vencidos. Diferente es el caso, si es pertinente mencionarlo, como fue  el de la rendición de los países vencidos durante la II Guerra Mundial. En esa ocasión los triunfadores fueron magnánimos con los derrotados cuando se  impuso también una justicia creada para juzgar a los vencidos. Ahora hemos resuelto crear una justicia para juzgar a quienes han delinquido en desarrollo de su proceder cuya meta era política. En otras latitudes del mundo cuando ha habido alzados en armas para cambiar el estado de cosas, los crímenes y desafueros a los cuales tuvieron que apelar fueron justificados por la necesidad  de financiar sus operaciones y el propósito político. El asalto a las entidades financieras así como la vinculación a negocios ilícitos fueron tratados como actos en desarrollo de los propósitos políticos.  Y como tales fueron considerados en el propósito de borrar la plana e iniciar una vida nueva. La confesión de los delitos así cometidos, hasta donde estamos informados, es condición indispensable para que la nueva justicia les sea aplicable.

Toda clase de observaciones y comentarios se han venido escuchando, así como interpretaciones sobre la aplicación de las normas de la justicia transicional que se conocen. A propósito de lo que se ha oído, debo recordar a un abogado que ejerció como Procurador, no existía la Fiscalía por aquella época, que estableció la costumbre poco sana de hablar de los asuntos a su cargo no por medio de autos y sentencias como corresponde todo juez probo, sino por los medios  de comunicación. El ínclito fiscal Montealegre no podía quedarse atrás y con base en su interpretación de la justicia transicional resolvió empezar a amenazar a ciudadanos con juzgarlos y llevarlos a la cárcel. Le tocó el turno al expresidente Álvaro Uribe. No señor Fiscal, Ud. está equivocado con esta amenaza.