ALFONSO ORDUZ DUARTE | El Nuevo Siglo
Sábado, 5 de Mayo de 2012

De la libertad de prensa

Las estadísticas así como las encuestas suelen ser una verdad colectiva aunque al cotejarlas con los sentimientos personales o suelen confirmarlos o constituirse en una mentira individual. Pudiera decirse que algo del estilo puede ocurrir con ciertas libertades que son inherentes a las democracias.

Me ha dado por pensar en este tema ahora que se está celebrando el día de la libertad de prensa, con base en la cual hace más de veinte años fatigo a los pacientes lectores hablando de hechos y cosas que de no tener los medios de expresión en los cuales lo hago y que dan albergue, sencillamente no lo podría hacer. No por eso dejaría de existir la libertad de prensa sino que no podría ejercerla. En otras palabras, la libertad de prensa que es una expresión de la libertad de expresión, es potencial para el individuo y claro, efectiva para quien tiene la oportunidad de utilizarla. Todos los que creemos en la libertad, defendemos que ésta exista, aunque particularmente no se pueda ejercer. O que nos hacemos matar, para emplear un giro que significa decisión firme e incontrovertible, porque así sea.

No debemos olvidar que la libertad llega hasta donde llegan los derechos de los demás. Cuando se transgrede ese principio, las normas que rigen la conducta individual y colectiva de la sociedad, establecen los procedimientos para hacer valer los derechos vulnerados en uso de la libertad de expresión. Cuando a ellos se acude, equivocadamente se dice que se está vulnerando la libertad de decir lo que se quiere y lo que se piensa y se presentan este tipo de situaciones como atentados a la libertad de prensa. Prensa libre y responsable debe ser un axioma que guíe la conducta de los medios de comunicación.

No es absurdo plantear que las libertades que ofrece la democracia y de las cuales dispone el ciudadano constituyen opciones que se pueden ejercer pero que en la práctica no se hace. La de locomoción es inalienable pero no siempre se puede ejercer. ¿Será esa razón suficiente para abolirla? Desde luego que no, porque forma parte del patrimonio individual, de los valores por los cuales luchamos, por los cuales somos una nación que nos empeñamos en mantenerlos aunque sea potencialmente, pero ahí están. La posibilidad de ir libremente de una parte a otra, aunque se pase la vida entera en una misma ciudad o en un mismo barrio no la acaba. Se conoce de personas que tiene como señal de orgullo y satisfacción no haberse movido de su barrio. Parece ser algo que está vigente; por ejemplo, en el barrio La Boca en Buenos Aires. Allá tienen todo lo que necesitan para llevar una vida como la desean. Pero la libertad potencial de movilización sigue existiendo.

Viva la libertad de prensa y que se ejerza responsablemente, debe ser el grito de toda sociedad civilizada.