Hay artistas que, gracias a su trayectoria y relevancia, se terminan convirtiendo con el paso de sus años en una especie de marca insignia de un país. En Colombia, sin duda alguna, uno de esos perfiles ha sido desde hace varias décadas el de Leonor González Mina, más conocida como ‘La Negra Grande de Colombia’, quien falleció ayer a los 90 años de edad.
La cantante vallecaucana fue por muchos años uno de los principales referentes de la música tradicional colombiana, dejando huella en una multiplicidad de escenarios en todos los rincones de nuestro territorio, así como en no pocos internacionales, en donde era tratada como una de las más importantes embajadoras del folclore de nuestro país, sobre todo de los sonidos y raíces del Pacífico y la riqueza cultural afrodescendiente. Sus interpretaciones, al decir de muchos que tuvieron el privilegio de escucharla cantar en todo el mundo, constituían un símbolo de colombianidad y arraigo patriótico.
Más meritorio resulta que para llegar a ese sitial de honor dentro de nuestro acumulado cultural y artístico, González Mina tuvo que luchar desde muy pequeña para que su talento innato fuera reconocido. Los inicios de su carrera fueron muy esforzados y con altibajos, hasta que poco a poco logró brillar en toda su dimensión musical e incluso actoral, actividad en la que también incursionó, interpretando personajes que quedaron en la memoria de varias generaciones de compatriotas.
La desaparición, entonces, de ‘La Negra Grande de Colombia’ deja un profundo vacío en el folclore nacional. Si bien, por su avanzada edad, ya estaba retirada de los escenarios, siempre fue un referente de lo más genuino de nuestra cultura y un ejemplo de superación personal. Puede que los jóvenes de hoy no logren ubicar sus principales melodías, pero es claro que si las escuchan se darán cuenta de porque ella fue una artista insignia nacional.