El pronóstico para el año que empieza implica considerar la evolución de la pandemia y la efectividad de las vacunas. Los chinos lo llaman del buey, las profecías de Nostradamus no están claras, ni el ritmo del recalentamiento global, ni los propósitos perturbadores de los terroristas, ni es factible conocer los verdaderos encuentros y desencuentros entre las potencias, ni los cambios que vendrán en los Estados Unidos con la llegada a la presidencia de Joe Biden.
De todos modos, el tiempo no se detiene y quienes salieron con maletas a media noche del 31 de diciembre las alistaron para viajar aun cuando desconozcan su destino. Hacen suya la aspiración de la intrépida aventurera Carmen de Burgos quien en 1927 expresaba: “Si yo fuera rica no tendría casa son una maleta y a viajar siempre.” Nos deseamos lo mejor, hasta los pesimistas creen que arribarán menos males de los recientes, anhelo mundial. Si los políticos oyen más, si la recuperación social y económica no se fundamenta solo en impuestos, si la justicia opera y disminuye la impunidad, si fortalecemos los esfuerzos en educación, si los violentos cesan en la comisión de crímenes terminando turbios negocios, si la corrupción merma, es factible subsistir tras el covid -19.
El 2021 no es bisiesto, lo transitaremos positivamente. Con la suficiente anticipación, sin ofensas ni agravios, los sectores progresistas del país, unidos por una buena causa, permitiendo que el actual gobierno finalice su periodo de la mejor manera, tienen el compromiso de conformar una gran alianza y precisar el mecanismo para seleccionar un candidato óptimo, rodeado de lo mejor de Colombia que garantice la vigencia del Estado de Derecho, el funcionamiento institucional de la Nación. Confiamos en la irrupción de un amplio movimiento mayoritario vinculado con la Paz, la honestidad y la conquista de una sociedad más igualitaria.
Corresponde derrotar en las urnas a los destructores, hacer que la decencia prevalezca y la sociedad se cohesione. Falta ver cómo se comportarán nuestros dirigentes, impulsar la movilización de capital humano y la constitución de los equipos que Colombia demanda. En lugar de distanciarse por motivos intrascendentes a los líderes democráticos les compete unirse, inclusive haciendo concesiones y renunciando a aspiraciones inviables, depurando el ambiente político e inspirando confianza y tranquilidad. De ellos y de la participación ciudadana depende el futuro.
No está mal manifestar el deseo de millones de personas de trabajar por la organización de la alianza democrática que necesitamos. Es hora de colaborar en esta empresa, de inspirar, de actuar, de orientar. Aspiramos a poner en marcha una coalición donde quepamos sin distingos de clases, sexo o religión, para desarrollar un programa de cambio, desde luego conservando las líneas de acción de ejecuciones acertadas de administraciones anteriores y de la presente, prosiguiendo las labores en desarrollo en distintas áreas, pero innovando en cuanto sea útil, corrigiendo errores e impulsando un proceso de transformación indispensable. El negativismo y los compartimentos estancan y en lugar de solucionar problemas los agravan. La integración es clave.