UN legado algo inusual, ya que se destacó más por sus actividades, objetivos y logros alcanzados tras dejar la Casa Blanca que por su único mandato (1977-1981), que estuvo signado por la devastadora crisis económica que padeció Estados Unidos a lo largo de la década de los 70, deja el expresidente demócrata de Estados Unidos, Jimmy Carter, quien falleció este domingo en su natal Plains, Georgia.
Con un poco más de 100 años de edad, los que cumplió el pasado 1 de octubre, el expresidente Carter se destacó por ser un excelso mediador internacional, impulsar misiones de observación electoral en varios países del mundo y renovar la política de EEUU hacia América Latina, tarea que inició en su administración.
El expresidente estadounidense Jimmy Carter ha fallecido este domingo en su casa de Plains, en Georgia, a los 100 años de edad, según ha confirmado el Centro Carter.
"Nuestro fundador y expresidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, ha fallecido esta tarde en Plains, Georgia, rodeado de su familia", ha publicado el Centro Carter en un comunicado.
Carter, nacido el 1 de octubre de 1924 en esa misma localidad, Plains, fue presidente entre 1977 y 1981 como candidato del Partido Demócrata.
En 2002 fue laureado con el Premio Nobel de la Paz por sus iniciativas "para encontrar soluciones pacíficas a los conflictos internacionales, impulsar la democracia y los derechos humanos y fomentar el desarrollo económico y social".
Como un “hombre de principios, fe y humildad” le definió el saliente presidente de EE.UU., Joe Biden, mientras que el entrante, el republicano Donald Trump aseguró que “los desafíos a los que Jimmy se enfrentó como presidente llegaron en un momento crucial para nuestro país e hizo todo lo que estuvo en sus manos para mejorar la vida de todos los estadounidenses… Por eso, todos tenemos con él una deuda de gratitud".
La noticia del fallecimiento la entregó al mundo el Centro Carter en la tarde de ayer: "Nuestro fundador y expresidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, ha fallecido esta tarde en Plains, Georgia, rodeado de su familia", rezaba el comunicado, en el que también destacó que el mundo reconoció al exmandatario por sus iniciativas "para encontrar soluciones pacíficas a los conflictos internacionales, impulsar la democracia y los derechos humanos y fomentar el desarrollo económico y social".
Heredero de una rica familia de Georgia y graduado de la Academia Naval, Carter se presentó a las presidenciales de 1976 como un demócrata moderado y de corte tecnócrata a raíz de su educación como ingeniero, que conectó con los norteamericanos al definirse como un hombre honesto en respuesta al descontento generado por el escándalo del Watergate durante la era de Richard Nixon y la guerra de Vietnam.
Nada más asumir el cargo, impulsó una serie de iniciativas para sacar al país de la recesión a través de la llamada Ley de Asignaciones de Estímulo Económico, finalmente ineficaz: a pesar de la disminución del índice de desempleo, el aumento del costo de la vida por el repunte de los precios del petróleo acabó por fagocitar cualquier tipo de iniciativa adicional de su administración.
También desreguló parcialmente las industrias de aerolíneas, ferrocarriles y camiones y estableció los departamentos de Educación y Energía, así como la Agencia Federal para la Gestión de Emergencias. Designó grandes terrenos en Alaska como parques nacionales o refugios de vida silvestre, nombró a un número récord de mujeres y minorías raciales para puestos federales y, aunque nunca consiguió colocar una nominación al Tribunal Supremo, sí elevó a la abogada por los derechos civiles Ruth Bader Ginsburg a la segunda corte más alta de la nación.
Nada de esto acabó importando a los votantes norteamericanos a finales de 1980. La inflación acabó disparándose hasta el doble dígito y solo hizo falta un fracaso adicional, esta vez en política exterior, para dar la puntilla a su mandato. Su hora más sombría llegó cuando ocho estadounidenses murieron en un rescate fallido de rehenes en la embajada estadounidense en Teherán, en abril de 1980, lo que terminó por consolidar su aplastante derrota contra su rival republicano, Ronald Reagan.
Que precisamente una crisis internacional terminara de tumbar sus aspiraciones a la reelección contrasta con los éxitos alcanzados en este ámbito durante su mandato, como los tratados sobre el Canal de Panamá, los Acuerdos de paz de Camp David -tratado de paz entre Egipto e Israel, el SALT II con la URSS y el establecimiento de relaciones diplomáticas con China.
Legado pospresidencial
Fuera de la Casa Blanca, Carter no tardó en comenzar una carrera como mediador internacional. Alentado por las negociaciones que auspició en Camp David durante 13 días de 1978 entre el presidente egipcio Anwar Sadat y el primer ministro israelí Menachem Begin, acabó fundando en 1982 el Centro Presidencial Carter de la Universidad de Emory en Atlanta, Georgia, dedicado a temas relacionados con la democracia y los Derechos Humanos.
El expresidente comenzó a trabajar como negociador independiente y a configurar misiones de observación electoral en países con antecedentes de procesos de votación fraudulentos, como Panamá, Nicaragua, Bangladesh, Zambia, República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela o México.
Carter estuvo involucrado, recuerda el profesor Robert Strong para el centro de estudios políticos Miller, en la mediación de disputas entre el Departamento de Estado y los líderes extranjeros particularmente volátiles, incluidos el líder norcoreano Kim Il Sung o el líder libio Muamar Gadafi.
Por sus "incansables esfuerzos para encontrar soluciones pacíficas a los conflictos internacionales, hacer avanzar la democracia y los Derechos Humanos y promover el desarrollo económico y social" le hicieron valedor en 2002 el reconocimiento del Comité Noruego, que le concedió el premio Nobel.
"No puedo negar que como expresidente soy mejor de lo que fui como presidente", llegó a reconocer, en una declaración avalada por las estadísticas. Carter obtuvo durante su mandato una media de aprobación del 45,5 por ciento, según la firma Gallup, pero en 2009 un sondeo del CNN elevaba el aval a su gestión hasta el 64 por ciento, ya en retrospectiva.
Cambio con A. Latina
Derechos humanos, democracia y no intervención: la política del presidente Jimmy Carter para América Latina representó una ruptura con el pasado, pero chocó con la realidad en Centroamérica y en Cuba.
A su llegada a la Casa Blanca en 1977, pese al contexto de la guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, el presidente demócrata intentó dar un nuevo curso a la relación entre su país y el resto del continente americano, un área tradicionalmente de influencia para Washington.
Para Carter, que gobernó Estados Unidos hasta 1981, "América Latina fue fundamental y su política global estuvo orientada hacia los derechos humanos, valores democráticos y la cooperación multilateral", dijo a la AFP el politólogo estadounidense Michael Shifter.
Símbolo de esa política fue la firma del tratado Torrijos-Carter en 1977 para la devolución del Canal de Panamá, que pasó a manos panameñas el 31 de diciembre de 1999.
"Carter comprendió que, si no se devolvía el Canal a Panamá, la relación entre Estados Unidos y Panamá podría llevar a una nueva crisis en un país donde Washington no podía darse el lujo de inestabilidad", opinó Luis Guillermo Solís, expresidente de Costa Rica y politólogo.
En 2016, Carter reconoció que fue "el reto político más difícil" de su carrera, y "la decisión más valiente que el gobierno de Estados Unidos ha tomado, porque era muy impopular devolver el Canal".
Para Solís, la política de Carter hacia Centroamérica "marcó un hito". La decisión de Washington de no apoyar al dictador nicaragüense Anastasio Somoza "fue un factor decisivo" en su derrota ante el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN, marxista) en 1979.
Sin embargo, en El Salvador no pudo avanzar con su política y "tuvo que hacer un pacto muy incómodo con el gobierno salvadoreño", señaló Shifter.
Carter intentó también normalizar las relaciones con Cuba, 15 años después de la crisis de los misiles. Flexibilizó el embargo contra la isla comunista, vigente desde 1962, y propició la apertura de las secciones de intereses en Washington y La Habana.