Los desengañados
La reforma al régimen de las regalías, que en un primer momento recibió elogios y ditirambos por doquier, ahora, a poco andar, es objeto de diatribas y execraciones, empezando por los propios congresistas que la aprobaron. El presidente de la Cámara de Representantes, Simón Gaviria, se declara engañado por parte del Gobierno, al considerar que “hoy las cosas no son como realmente nos las presentaron”. Según él, “hay un gran vacío entre la retórica de la Ley reglamentaria y su implementación” y se lamenta de que “se está diseñando un esquema tan complejo, tan difícil, con tanto requisito y peticiones de parte del DNP, que nuestro temor es que pase lo que pasó con los Planes Departamentales de Agua” del anterior Gobierno, que fueron un rotundo fracaso.
Y no es para menos, dado que las entidades territoriales para poder acceder a los recursos de los multifondos deben someterse a un verdadero viacrucis, una especie de carrera de obstáculos, porque, de conformidad con los decretos 4923 y 4950 de 2011, el cumplimiento con los seis pasos estipulados conlleva el lleno de 22 requisitos. Como ya lo habíamos previsto, según Gaviria, “el mayor trancón se presenta en la fase de viabilidad de los proyectos, que está centralizada en Planeación Nacional”.
El senador por el Partido de La U, Armando Benedetti, y además en un Do de pecho, declaró que “es posible que hayamos todos cometido un error, en el sentido que se llevan un poquito la chequera para Bogotá”. ¿Un poquito? ¡No, es el Gobierno Central el que tiene la sartén por el mango, de ello no hay la menor duda!
La lluvia de críticas, lejos de amainar, se recrudece y lo más llamativo es que muchas de ellas provienen de los departamentos y municipios que no siendo receptores de regalías directas según el régimen anterior, estaban llamados a beneficiarse de la mermelada proveniente del nuevo SGR ofrecida por el Ministro de Hacienda. Gobernadores, alcaldes, parlamentarios y en general la dirigencia de estas entidades territoriales brincaban en un solo pie, se frotaban las manos y les brillaban los ojos, locos de contento como en el “Lamento borincano”, al escuchar las promesas del Gobierno Central del abundante maná en forma de regalías que recibirían con el nuevo año y las nuevas reglas de reparto de las mismas. Ahora se sienten defraudados.