Andrés Molano-Rojas | El Nuevo Siglo
Domingo, 27 de Septiembre de 2015

Mañana comparecerá nuevamente Colombia como demandada ante la Corte Internacional de Justicia.  En el Palacio de la Paz de La Haya tendrán lugar las primeras audiencias de los dos procesos iniciados por Nicaragua en septiembre y noviembre de 2013, a modo de secuela de aquel que concluyó el 19 de noviembre de 2012, y en el cual la CIJ, rechazando la mayor parte de las pretensiones nicaragüenses, reafirmó la soberanía de Colombia sobre el archipiélago de San Andrés y Providencia, otorgó 12 millas náuticas de mar territorial a Quitasueño y Serrana, y trazó un límite -hasta entonces inexistente- entre ambos Estados.

Aquel fallo dio para todo: para el oportunismo politiquero, para el fervor nacionalista, para la gimnasia jurídica y la acrobacia constitucional, para la demagogia barata y la retórica incendiaria, para la denuncia del Pacto de Bogotá y la invención de una “zona contigua integral” bastante similar a las “Zonas Operativas de Defensa Integral Marítima e Insular” que estableció Venezuela, también unilateralmente, unos meses atrás. En un episodio que pasará a la historia de la incontinencia diplomática, la ministra María Ángela Holguín dijo a los sanandresanos:  “El enemigo es la Corte que no falló en derecho, ese fallo está lleno de exabruptos, uno lo lee y no puede creer que los países que la conforman hayan elegido esos jueces para un fallo tan importante”.

Mañana Colombia va a comparecer ante esa misma Corte -la que le dio título jurídico a sus derechos sobre el 65% del Caríbe Occidental y cuya providencia calificó de “inaplicable”-  para plantear excepciones preliminares ante una demanda en la que Nicaragua acusa a Colombia de incumplir la sentencia de marras, de violar sus derechos legítimos y de recurrir a amenaza del uso de la fuerza; y ante otra, mediante la cual Nicaragua espera obtener una de las tantas cosas que no obtuvo en noviembre de 2012 -¡sí: en el fallo que Colombia declaró inaplicable!-:  la delimitación de su plataforma continental extendida.

Y está bien que así sea, que se presente ante la Corte y, respetuosa del derecho internacional, intente enervar las nuevas pretensiones de Nicaragua.  Que cuestione, por la vía de las excepciones preliminares, la competencia de la CIJ, la procedencia y la sustentación de la demanda. Está bien que vuelva por los fueros de su tradición diplomática y recupere el prestigio de su política exterior, mientras se dan las condiciones para negociar un tratado que consolide su posición en el Caribe, y ponga punto final a esta y prevenga otras controversias.

*Analista y profesor de Relaciones Internacionales