ANDRÉS MOLANO ROJAS* | El Nuevo Siglo
Lunes, 16 de Abril de 2012

Los medios: a medias

 

Habrá que ponerse en la tarea de evaluar la Cumbre de las Américas. No sólo porque desde el principio, desde su precedente inmediato en Trinidad Tobago, hasta su conclusión ayer en Cartagena, ha sido una especie de radiografía -y bastante fiel- del estado de deterioro en que se encuentran las relaciones interamericanas. Sino también porque entre el optimismo de algunos titulares (el “Milagro colombiano” del Washington Post y el “jugador global” de la portada de Time, emulada sin originalidad ni pudor por Semana), las ocurrencias de Timerman, su apurado regreso a Buenos Aires, y la retórica inconsecuente sobre el modelo de lucha antidrogas, hay suficientes elementos de juicio para revisar, críticamente, algunos aspectos clave de la política exterior colombiana.

Habrá que evaluar, también, el desempeño de los medios de comunicación, que hubieran podido aprovechar la celebración de la Cumbre, y las coyunturas que tuvo que sortear Colombia en el camino a Cartagena (algunas francamente borrascosas), para propiciar la formación de una opinión pública ilustrada y educada en temas que usualmente no ocupan un lugar en el debate cotidiano de los asuntos públicos, como los relativos a la acción diplomática del país y los asuntos complejos de la política internacional que lo involucran.

Preguntarse si la llegada de Shakira a su apartamento en Barranquilla y luego su lamentable interpretación del Himno Nacional, el borrico que algún alcalde macondiano quería regalarle a Obama, la visita de Hillary Clinton y Laura Chinchilla a la boutique de Silvia Tcherassi, las guayaberas de los unos y el blazer de los otros, la emoción de Jorge Celedón, o la historia de la maquilladora que se convirtió en “la primera colombiana en tocarle la cara al Presidente del país más poderoso del mundo” eran o no hechos noticiables; y habrá que preguntarse si la Cumbre, terminando como terminó, “dejó a los colombianos llenos de orgullo y optimismo. El país fue registrado como un jugador de primera línea ante el resto del mundo”.

Porque en realidad, si alguien hizo mal las cosas con ocasión de la Cumbre y durante ella, fueron los medios de comunicación -con contadas excepciones-. Por un lado, la banalizaron casi hasta el ridículo. Por el otro, acabaron fungiendo más bien como promotores turísticos, o como agentes de prensa y de relaciones públicas del Gobierno. Ni lo uno ni lo otro beneficia al país, ni a sus líderes. En realidad, no beneficia a nadie. Mucho menos, a los medios.

*Analista y profesor de Relaciones Internacionales