La Tierra está en llamas. Unas veces en California, otras en los esteros del Iberá en Argentina y ahora en las montañas colombianas. No solo se quema el afuera: también ardemos por dentro.
Si la existencia tiene una dinámica de espejo, lo que ocurre afuera es reflejo de lo que nos sucede adentro. Aunque parezca extraño vincular los efectos del cambio climático con nuestras vidas personales, tenemos noticia de otros eventos de mutaciones del clima en eras anteriores, como también de humanidades previas a la nuestra que sucumbieron porque no se lograron conectar plenamente con el Amor-Fuerza. Por ello es clave que echemos un vistazo a lo que nos pasa adentro, para apaciguar las almas y lograr conectarnos con el Espíritu. Conectarnos con nuestro interior es sencillo, pero no fácil: evidentemente, se requiere hacer grandes esfuerzos para tener plena consciencia en nuestra cotidianidad.
¿Qué nos incendia hoy interiormente? ¿Cuáles son las emociones y los pensamientos que nos hacen arder, quemarnos a nosotros mismos y chamuscar a otros? Lo que nos puede mantener ardiendo aquí y ahora son emociones locas -las pasiones dominantes– y los pensamientos que las sostienen –las distorsiones cognitivas-, que se nos cruzan con acciones instintivas. En términos prácticos, ardemos por el fuego del ego: los miedos que aún arrastramos, las revanchas que queremos cobrar, la queja permanente por la insatisfacción, la necesidad de figurar por encima de los demás, la pereza de sanar con papá y mamá, los castigos que nos infligimos a nosotros mismos, la manipulación a la que jugamos, la procrastinación que nos invade, el dolor por lo que y pasó…
Sí, los incendios interiores pueden ser de múltiples naturalezas y es preciso conocerlas para apagarlos certeramente. Cuando yo estoy en llamas, cuando las pasiones arden en mí, me detengo a revisar qué es lo que me pasa. Muchas veces no sabemos lo que estamos experimentando, por lo cual necesitamos nombrar aquello que nos atraviesa, para identificar las emociones y los pensamientos que nos visitan, reconocer que no somos ellos y tener la seguridad de que también pasarán. Si identifico, por ejemplo, la culpa, retorno a mi presente teniendo consciencia plena de mi respiración. El solo hecho de concentrarme en el aire que entra y el que sale me permite nombrar la culpa para atestiguar que no soy ella.
Si además de respirar con consciencia escaneamos nuestras sensaciones físicas, nuestras emociones y nuestros pensamientos, los identificamos para transformarlos. ¿Cómo apagamos nuestros incendios? Con perdón, responsabilidad, diálogo, honra, aceptación, meditación y oración, porque no podemos solos. La consciencia de conexión con un Ser Superior es un bálsamo que alivia el fuego. Que la gracia divina nos asista en apagar amorosamente nuestros incendios.
@edoxvargas