Son varios los asuntos que se van aclarando con respecto a la compleja situación de seguridad en el vecindario, agudizada, como siempre, por el régimen chavista y sus aliados.
Primero, que esa dictadura es una amenaza a la paz y la seguridad internacionales.
Por una parte, somete a su población al sufrimiento, la persecución y el destierro.
Por otra, no emprende ninguna acción efectiva ante el tránsito de drogas y las organizaciones violentas que preparan desde su territorio ataques sobre suelo colombiano, negándose a cooperar con la policía internacional.
Segundo, el régimen no actúa solo y, por el contrario, sincroniza sus esfuerzos con los gobiernos gemelos de Cuba y Nicaragua, interesados todos en perpetuarse en el poder a cualquier precio, tal como acaba de constatarse con el desenlace de las últimas elecciones municipales en Venezuela.
Incluso, no ahorran esfuerzos para atraer al viejo simpatizante de otros tiempos, Ángel Manuel López Obrador, a ver si se decide de una vez por todas a recortar la inteligente distancia que ha trazado para que caiga en el redil.
Tercero, para lograrlo, desarrolla una agenda diplomático militar de amplio espectro basándose en la simpatía que todos los sistemas autoritarios sienten entre sí.
De tal modo, al hacer parte de la liga totalitaria global, el gobierno de Maduro no solo recibe solidaridad y aprobación de Rusia, Irán y China, sino cuantiosos recursos para perfeccionar sus métodos represivos y destructivos.
Por supuesto, semejantes costos se traducen en comprometer a medio y largo plazo la soberanía y los recursos, pero, como es apenas natural, eso no genera preocupación alguna en una cúpula militar y un sanedrín interesados, exclusivamente, en detentar poder.
Y cuarto, el apoyo multipropósito que el régimen recibe tiene, principalmente, una naturaleza disuasiva parecida a la que manejaron rusos y cubanos con los misiles, a comienzo de los sesenta, cuando lograron que los EEUU se abstuvieran, hacia el futuro, de intervenir en la Isla.
Es por eso que el respaldo se basa en dos macro componentes destinados a darle la mayor tranquilidad posible a la dictadura.
Por una parte, los bombarderos estratégicos de Rusia involucran armamento nuclear y la asistencia naval iraní se basa en los más elevados parámetros tecnológicos de la guerra en el mar.
De hecho, vale la pena recordar que, durante el último año, fueron las empresas rusas de armamento las que se embolsaron la décima parte de lo facturado por las 100 empresas más destacadas del sector, y los iraníes han enviado a foguearse en el Caribe a su joya de los mares, el destructor Sahand, dotado de un sistema evasivo de radar y con capacidad para navegar hasta seis meses sin tocar puerto, valiéndose de un buque acompañante que lo aprovisiona.
Y, por otra parte, el chavismo gozará del compromiso diplomático de los rusos y los chinos que bloquearán cualquier proyecto de resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU que pudiese afectar el normal desarrollo de su proyecto opresor y expansionista en todo el hemisferio.