La antigua Corpoica, ahora denominada Agrosavia, ha indicado por boca de su director el Dr. Juan Lucas Restrepo, que en 4 a 6 años estará entregando a los productores de café las primeras semillas de café robusta, que podrían entrar en producción en unos 8 años. ”El objetivo es tener una diversidad en materiales de trabajo serio que nos permite llegar a un nivel de alta competitividad”, agregó.
Aunque del tema ya venía hablándose hace algún tiempo, ahora con el aval y compromiso de nuestra corporación agropecuaria en nuevas variedades adquiere una especial trascendencia.
Las primeras veces que este tema se agitó en Colombia recibió un airado rechazo de parte de los comités de cafeteros de los departamentos tradicionalmente productores de café arábico. Consideraban que era un anatema hablar siquiera de la posibilidad de cultivar café robusta en tierra colombiana.
Sin embargo, con el correr de los días, esta percepción recalcitrante frente a la posibilidad de que una parte del café producido en Colombia sea de calidad robusta ha comenzado a cambiar. Y hay tres razones principales para que así sea.
Hace algunos años las calidades robustas eran severamente castigadas en el precio y en los diferenciales por los tostadores internacionales. Con las nuevas tecnologías que hoy en día aplica la industria de la tostión a nivel internacional, dónde la diferenciación entre café arábicas y robustas, o en sus mezclas, se hace cada vez más imperceptible, la condición del café robusta ha comenzado a cambiar sensiblemente en los mercados internacionales. Y el país que no lo produzca, simplemente queda marginado de esta posibilidad comercial.
La segunda razón la proporciona el ejemplo de Brasil. Allí, desde hacer ya varias décadas, conviven pacíficamente las producciones de café suaves arábicas y las robustas. Allí existen reglamentaciones comerciales y tributarias por virtud de las cuales y sin ningún problema se distingue entre unas y otras variedades. Es el mercado y los productores quienes dicen la última palabra. Cerca de un tercio de la producción del Brasil proviene de variedades robustas.
Una última razón en pro de la producción de café robusta en Colombia es la de que éstas se dan muy bien, no en la ladera andina como los cafés arábicos sino en las llanuras cálidas como son nuestros llanos orientales y los valles interandinos del Magdalena y el Cauca. Con lo cual el cultivo de robustas puede perfilarse como una actividad muy adecuada para el posconflicto, que requiere de proyectos productivos en las regiones mencionadas.
Por todas estas razones: ¡Bienvenido el café robusta a Colombia!