Volvamos los ojos al Estado plurinacional de Bolivia (Mamallacta, Marka y Mborivia), nuestro “querido” vecino a quien tuvo de Evo Morales, la franqueza de declarar que “Felicitamos al hermano presidente de Colombia, Gustavo Petro, por su discurso en la ONU para reivindicar, defender y consolidar la dignidad y soberanía de la patria grande ante el intervencionismo armamentista de Estados Unidos (…)”.
Allí aprendí que la media luna boliviana está compuesta de los departamentos de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija; que la diferencia es entre coyas (andinos, tierras altas, guaraníes y quechuas) y cambas (amazónicos, tierras bajas, ayoreos, chiquitanos y guaraníes); que la disputa es, como siempre, entre los productores y quienes erogan los beneficios que otros generan.
Petróleo, gas, ganadería, agricultura y un sinfín de productos procesados para dar ganancias que generan la ambición de todos.
Bolivia reconoce un déficit fiscal persistente y elevado desde hace una década y estadísticamente acepta una incautación de 9,2 toneladas de coca peruana.
En cuanto a la caída del tercer Banco, el Fassil, no hay problema, informó Claudia Soruco, gerente de Tesorería del Banco Central de Bolivia (BCB): todos los dólares pueden ser cambiables por uno (s) nuevo (s). Bolivia tiene una agenda ambiental muy difícil para el 2023. La deforestación avanza a pasos rápidos dejando bosques sin árboles. Existen quejas por el uso del mercurio en la explotación de oro, aunque en enero, un consorcio de empresas chinas anunció un acuerdo de 1.000 millones de dólares para producir litio en 2025.
Así estaban las cosas hasta que ayer en “Una nueva vuelta al mundo”, la columna que suelo revisar día a día y apareció un título que me llamó la atención: “Bolivia recuerda la ley de Pablo Escobar”.
Vuelvo atrás y me veo ubicado en el hotel Los Tajibos, habitación 312 (desayuno incluido).
El exministro del interior, Carlos Romero, acusó al actual gobierno de Luis Meza de proteger política, judicial y policialmente al narcotráfico. En Bolivia se “aplica la ley de Pablo Escobar: plata o plomo”.
Mucho título para semejante declaración, pero es cierto: la “ley” de Pablo Escobar sigue funcionando en los países con más del 90% de trabajadores obteniendo cocaína. Y aunque estamos logrando un acuerdo ciudadano sobre la memoria de Pablo Escobar, es curioso, por decir lo menos que, en países como Bolivia, nos lo recuerden en junio del 2023.
Y así seguirá hasta que se legalice, previo acuerdo internacional, la bendita hoja y su producción, que tanto encanta a los europeos.