“Pide cerrar embajada palestina en Brasilia”
Jair Bolsonaro es el candidato presidencial del partido Social Laborista de Brasil.
De acuerdo con las encuestas, es el más opcionado a ganar la primera vuelta del 7 de octubre, sobre todo, si se tiene en cuenta que Lula da Silva seguirá en prisión.
En sana lógica, ganaría también la segunda porque la socialdemocracia de Temer no apoyaría a los izquierdistas asociados al Partido de los Trabajadores.
Bolsonaro, un derechista radical, desabrochado y explícito, no se anda por las ramas y, más allá de las pasiones que desata, expresa posiciones claras, sin ambigüedad ni aplazamiento.
Entre otras cosas, ha asumido la misión de desprender a Brasil del legado chavista que, no obstante los esfuerzos del gobierno actual, todavía tiene arraigo en el país, solo que desde la cárcel.
Uno de esos puntos críticos elegidos por Bolsonaro para reconstruir el verdadero perfil diplomático y estratégico de Brasil es el de las relaciones con Palestina.
Como se recordará, fue por allá en el 2010, cuando el chavismo estaba en su apogeo, que muchos gobiernos pusilánimes y antojadizos del área resolvieron reconocer como Estado a Palestina. Entre ellos, por supuesto, el de Lula da Silva.
En cambio, bajo la lógica de que no se puede reconocer algo que no existe, Bolsonaro sostiene, al fragor de la campaña presidencial, que ordenará el cierre de la “embajada” palestina en Brasilia y que trasladará la suya de Tel Aviv a Jerusalén.
Dicho de otro modo, el reconocimiento de un “Estado” que no es un Estado podrá ser visto como un ingenioso acto simbólico pero no tiene por qué condicionar la política exterior de un verdadero Estado soberano, como Brasil, precisamente.
En otras palabras, lo que Bolsonaro sostiene es que lo verdaderamente importante en las relaciones internacionales no son los compromisos ideológicos y partidistas.
Por el contrario, en esa visión, lo importante son las alianzas, los intereses nacionales y las capacidades para que ninguna Ong, empresa transanacional, o un cuasiestado, fije la agenda y el rumbo de un Estado, más aún, si ese Estado tiene plena conciencia de su poder.
En síntesis, valorar la relación con Israel y los Estados Unidos, impulsar el desarrollo de la democracia representativa y asumir la responsabilidad de proteger solidariamente a los pueblos que están siendo sometidos por las dictaduras agonizantes en el hemisferio resulta prioritario no solo para Brasil sino para los 18 países que hoy día están resueltos a consolidar semejante tarea en las Américas.
En términos de Bolsonaro, “... Al no ser un Estado, Palestina no debería tener una embajada en Brasil. No deberíamos aceptar eso porque, si no, dentro de poco... ¡también tendremos aquí una representación de las Farc!”