El cambio climático representa una amenaza cierta y actual que el mundo ha tenido muchas dificultades en entender y poca voluntad para confrontar. Es hoy una escenario insoslayable y apremiante Las naciones desarrolladas y las en vía de desarrollo tuvieron visiones encontradas sobre el tema que retrasaron los acuerdos indispensables a la salvaguarda del equilibrio ecológico en el planeta. La adopción de las conclusiones del IPCC en París, en febrero de este año, representa un avance notorio e importante que se tradujo en la aceptación de que el cambio climático es una realidad y que es, además, el resultado de la actividad humana. Por lo tanto, es hoy un fenómeno plenamente aceptado por la comunidad científica y el liderazgo político.
Ciertamente, no se han borrado las diferencias entre los países desarrollados y las naciones en desarrollo con potencial industrial, que tienen responsabilidades diferenciadas en los orígenes del problema, pero se reconoció la necesidad de acuerdos y entendimientos para mitigar el proceso que amenaza al planeta. Todos tienen la responsabilidad de prepararse para enfrentar y reducir los impactos del cambio climático. Ello incluye a los que ejercen el poder de decisión en la esfera de lo público y a la empresa privada y ambos deben incluir el cambio del clima en sus estrategias y procesos de planeación que permitan minimizar riesgos y desarrollar tecnologías y capacidad de adaptación ante los impactos imposibles de evitar.
Colombia carece de control sobre las causas del fenómeno y por ello debe realizar un gran esfuerzo para mitigar sus impactos. Se requiere concientizar a la población sobre el problema, los retos y las formas de enfrentarlo, como también innovar con soluciones aplicables en nuestras condiciones socioeconómicas y ambientales. La mayoría de los municipios no ejecutan medidas de adaptación a pesar de que un alto porcentaje de los mismos sufrieron los rigores de las olas invernales del 2010 al 2013 y se vieron afectados por situaciones de riesgo como deslizamientos, inundaciones, altas precipitaciones, erosión e incendios forestales, y solo se limitan a reaccionar ante los desastres que se produjeron.
Colombia debe potenciar sus instrumentos de adaptación al cambio climático y elevar el tema a la categoría de política pública prioritaria, en el entendimiento de que los impactos del fenómeno disminuyen el crecimiento económico, afectan la seguridad alimentaria, aumentan la pobreza e impiden el desarrollo sostenible de la nación. Es tema que debe incorporarse a la Carta Política. Así lo entiende el ministro Murillo, quien tiene la necesaria voluntad política para lograrlo.