CAMILO HERRERA MORA | El Nuevo Siglo
Sábado, 23 de Junio de 2012

Orgullosamente papá 

 

Ese día que decidí ser papá es sin duda el más bello de mi vida. Ese día que la alcé por primera vez y sentí esa magia inmensa, comprendí mi responsabilidad y mi nueva vida.

Ser papá no es simplemente tener un hijo, es vivir esa emoción para crecer con ellos cada día, sentir cómo cada segundo de ellos eres su héroe y villano, su cómplice y policía, su amigo y su confidente. Ver cómo aprenden a caminar, a comer, a hablar, a jugar, a saltar y a dormir solos son momentos inmensos que siempre quedan en nuestra piel. Ser siempre ese compañero y apoyo.

Desde ese momento sabemos que somos sus protectores, sus guías, sus maestros. Esta responsabilidad no es juego, es inmensa y nos recuerda cada día que ya nos somos inmortales y que una personita depende de nosotros; por eso nos volvemos más prudentes, menos osados, más calmados, porque de nuestra capacidad de estar ahí y de apoyarlos depende su futuro.

Ese día es mágico. No nos graduamos de papas y ellos de hijos, sino que comenzamos esa eterna escuela en la vida, donde en cada segundo aprendemos más de nosotros que de ellos mismos. Hoy debería ser obligatorio que para ciertos cargos empresariales y públicos uno deba ser padre, porque lo que ahí se aprende no se vive en ningún lado, y vale para todo y para toda la vida. Esa es la menor maravilla de ser padre.

Ser papá es lo más grande que me ha pasado, y tengo el enorme honor de tener dos hijos maravillosos, inquietos, curiosos, despiertos y creativos que me sorprenden cada día, y con los cuales tuve el placer de celebrar el día del padre, contándoles cosas maravillosas del mío, que si bien ya no está con nosotros, vive en mí gracias a su enseñanzas, que sin duda pasarán a ellos, con menos malacrianzas que las que el abuelo Luis hubiera querido.

Por eso les digo desde acá: abracen a su papá, hagan un regalo con sus manos como lo hacían cuando niños, y cuando llegue a casa corran a él gritando “papá, papá, papá” como hacían cuando niños, porque ese papá siempre ha sido tu mejor juguete, consejo y amparo.

Colombianada. Ellas no lo saben, mas cuando alzamos a nuestros hijos por primera vez, sentimos todo el amor que ellas sintieron durante 9 meses en un segundo; gracias por hacernos papás y regalarnos esta vida.