Bueno, se vinieron las campañas para las alcaldías, se calentó el cotarro político y aparecen en el panorama los diferentes candidatos que aspiran ser burgomaestres; un tiempo de mucho movimiento y exposición de ideas que avalan o sustentan los programas de gobierno y ojalá en esta oportunidad las propuestas sea realizables, lógicas y aterrizadas. Lo digo porque la experiencia me ha demostrado lo traído de los cabellos en algunas propuestas venidas de campañas improvisadas.
Las líneas gruesas están representadas por el microtráfico, la salud, la educación y la seguridad; de estos cuatro vectores se pueden derivar otros menos representativos, pero de igual valor ético, moral y económico. Si mis amables lectores me lo permiten, enfocaré por experiencia esta columna sobre seguridad y microtráfico apoyándome en programas y procedimientos, realizados con éxito en gobiernos anteriores o simplemente operativos que fijaron un punto de quiebre frente a la delincuencia, como el caso de Bogotá frente al Bronx, actividad que nunca terminó con el golpe de mano al lugar y allanamiento a la ollas que funcionaban en el entorno, sino que se continuó y aun en la fecha las autoridades siguen trabajando en ese sentido, pues de lo contrario los delincuentes retoman el sector y se pierde todo ese gran esfuerzo.
De lo anterior podemos colegir que los nuevos administradores deben continuar con programas exitosos e implementar nuevos esquemas sustentados en las experiencias para hacer un trabajo continuo. El narcotráfico es un reto permanente a las autoridades y en la medida que se bajen las alertas se revitalizará. Sería ideal para la seguridad ciudadana que todos los candidatos estuvieran de acuerdo en que cualquier esfuerzo contra el narcotráfico debe tener un respaldo permanente de la justicia, y asumir consenso sobre la necesidad de acabar definitivamente con la dosis mínima, por ser un recurso invaluable para las autoridades de policía que, en últimas, son las encargadas de enfrentar esta modalidad delictiva.
Ahora dirijámonos al tema seguridad que lleva inmerso el narcotráfico, pero con otras connotaciones que la muestran urgida de respaldo ciudadano, apoyo de las administraciones y soporte en justicia. Sería ideal que las presupuestas de candidatos fueran analizadas por expertos en seguridad, que les expliquen la viabilidad de los proyectos, los crucen con la legislación existente sin olvidar el soporte económico, porque es fácil en plaza pública proponer o prometer proyectos poco analizados que pueden ir en contravía de la ley como por ejemplo la creación de una guardia civil, utopía que puede terminar enfrentando sectores sin ninguna experticia sobre su implementación; o la organización de policías metropolitanas sin saber cuánto vale formar un policía, su seguridad social, su sanidad, la pensión. Todas ellas son propuestas que es saludable debatir antes de presentar. Recomiendo pensar en cárceles y justicia, que hacen mucha falta.