CARLOS ALFONSO VELÁSQUEZ | El Nuevo Siglo
Lunes, 6 de Agosto de 2012

Economía y dignidad humana

 

La semana anterior se realizó un Congreso Internacional -convocado por la Escuela Internacional de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de la Sabana y la Fundación “Ciencia y Vida”- titulado “Economía y dignidad humana: un reto para América Latina”. En este evento se expusieron importantes tesis -de ponentes de 5 países- que ameritan ser compartidas.

Desde el comienzo se reconoció que en la raíz de la actual crisis económico-financiera gravitan ciertos males de la cultura dominante como son el fundamentalismo secularista, el individualismo, el materialismo y el utilitarismo, los cuales derivaron en el economicismo y la especulación financiera que en últimas ponen al descubierto el desconocimiento de la dignidad humana.

Ahondando en la cuestión quedó claro que las personas constituyen tanto el origen como la finalidad de la actividad económica, y, que cada día es más evidente la necesidad de que este principio se torne en paradigma de la actividad empresarial. Así, el primer objetivo de la responsabilidad social de las empresas es doble: por un lado, se centra en los propios empleados y sus familias, sus condiciones de trabajo dignas, y en general su verdadero bienestar; por otro, en servir al progreso de la sociedad.

Se observó además que aunque el discurso de “familia y empresa” se ha posicionado, lo ha hecho enfatizando más en aspectos como la conciliación para la satisfacción y la productividad, y menos en asuntos relacionados con el empoderamiento de las familias como ámbitos y sujetos de decisión. Se hace entonces necesario recalcar la importancia de considerar que la identidad humana es una identidad familiar y que la familia en su conjunto debe tenerse en mente a la hora de planear y tomar decisiones estratégicas de funcionamiento y organización empresarial.

Por otra parte la educación, desde la familia hasta los postgrados, juega un papel esencial en la humanización de la actividad económica y empresarial. Para cumplir con ese papel, el proceso educativo debe profundizar en los fundamentos de la dignidad del ser humano articulados en torno del reconocimiento de sus derechos. Asimismo es necesario que la formación empresarial haga credo propio el respeto a los derechos que emanan de la consideración holista del ser humano, que tiene también aspiraciones trascendentes, deberes comunitarios, y una pluralidad de intereses para los que la empresa no puede constituirse en obstáculo.

Hubo consenso en la necesidad de repensar nuestros sistemas de salud, teniendo como norte la prestación del servicio sin aceptar su deterioro por consideraciones financieras. En esto nuestras sociedades deben ejercer presión para que los Estados retomen el rol si no de actor central del sistema, sí de eficiente regulador.

Finalmente se llamó a la reflexión para que con base en nuestras peculiaridades culturales, que aún permanecen abiertas al pensamiento social cristiano, se promueva una actividad económica y empresarial que coloque en el centro al ser humano, y, al tiempo, se presenten alternativas al pensamiento económico dominante que tiende a instrumentalizar las personas para el aumento de beneficios.