CARLOS ESTEFAN UPEGUI | El Nuevo Siglo
Viernes, 1 de Marzo de 2013

La renuncia del Papa

 

“En evidencia intrigas y divisiones en el Vaticano”

La renuncia del papa representa un hecho que si bien hacia muchos años no sucedía, esta previsto dentro del actual Código de Derecho Canónico, promulgado por Juan Pablo II en 1983. Fue Celestino V (1292-94) el primero en pronunciarse acerca de que el Pontífice podía renunciar libremente, tanto que lo hizo a pocos meses de su papado.

No obstante, la historia habla  de la dimisión de varios papas antes de Celestino V por diferentes causas, entre ellas por persecución a la iglesia.

Posteriormente, entre otros casos esta el de Urbano VI, de quien se dice" actuó con rigor para corregir costumbres insanas entre los eclesiásticos, situación que lo llevó a chocar con los cardenales en su mayoría franceses, quienes llegaron al extremo de declarar nula su elección.

Y a propósito de esta clase de problemas, no nos olvidemos también que Juan Pablo I, a los pocos días de haber asumido, resultó muerto en circunstancias que nunca se aclararon.

Ahora es  Joseph Ratzinger,  quien luego de un poco más de 10 años de ser elegido, resuelve renunciar.

Y aunque en principio se dijo que era por motivos  de salud, luego se adujo que se debió a  la resistencia de la curia romana como consecuencia de sus medidas después del último informe sobre el escándalo de “Vatileaks”

Para los católicos lo indicado es que el papa ejerza hasta el final de sus días, como sucedió con Karol Józef Wojtyła  su antecesor, a pesar de sus enfermedades y su avanzada edad; pero debe aceptarse también que el trabajo de Benedicto XVI fue intenso a pesar de su corto tiempo, tanto que alcanzó a escribir tres encíclicas; e igualmente, que ejerció con autoridad, luego que hizo severos ajustes en los altos rangos de la curia romana, como la llamada "limpieza silenciosa" con la renuncia de 81 obispos, algunos supuestamente por faltas a la moral.

De ahí que una vez conocida la renuncia y mucho más, surtida la vacancia a partir de ayer, se han puesto en evidencia divisiones internas, intrigas e intereses de toda índole, tanto políticos, étnicos, como de representación de las distintas comunidades católicas con el auspicio de diferentes candidaturas, confundiéndose desafortunadamente lo divino con lo humano, en un momento en  el que desde el trono de San Pedro lo que  requiere es  afianzar la fe Católica y promulgar las enseñanzas de Cristo  y sus apóstoles.