Los procesos del universo se expresan en nuestras individualidades, pues estamos conectados con todo. Es el paradigma holográfico, que -en palabras sencillas- consiste en saber que el todo se refleja en la parte y esta, a su vez, lo permite inferir.
A medida que comprendemos más sobre la totalidad y que nos reconocemos como parte de ella, podemos también ampliar la consciencia sobre nosotros mismos. Los fenómenos que ocurren tanto a escala macro como en los niveles subatómicos nos muestran no solo lo que sucede afuera, sino que también desde ellos nos es posible aprender de nuestra vida. Esto ocurre tanto con la entropía como con la centropía. Vamos por partes: entropía es una medida que nos muestra la capacidad que tiene un sistema para acometer una tarea; a mayor entropía, menor posibilidad de realizar el trabajo.
En este mundo en el que estamos, parece que la constante es el aumento de la entropía, que se manifiesta en un incremento continuo del caos. No es pesimismo, sino una simple observación: por ejemplo, cuando habíamos superado como humanidad las secuelas de la Primera Guerra Mundial y la depresión económica de finales de la década de los años 20, nos embarcamos en la Segunda Guerra Mundial. Hay territorios que nunca han superado la guerra e incluso en aquellos que sí, de vez en cuando aparece alguien asesinando indiscriminadamente en una escuela o un lugar de entretenimiento. Pasamos muy rápidamente del orden al caos.
Por otro lado, la centropía permite describir las renovaciones creativas que ocurren en los multiversos, es decir, cómo la materia se organiza para crear formas armónicas, a partir del amor como fuerza. Es pasar del caos al orden. Para que ello ocurra, se requiere aún más trabajo que en la entropía, pues en esta la degeneración de la materia ocurre de manera automática. La centropía necesita esfuerzo y constancia. Por ello es mucho más fácil armar una guerra -que la puede empezar una sola persona- que construir colectivamente procesos de paz. Hay un requisito sin equa non para poder transitar desde grandes niveles de entropía a otros de centropía: la ampliación de la consciencia. Ella siempre está presente, pero todo en los multiversos responde a holoarquías, niveles que se van integrando sucesivamente en otros más grandes, como las matrioshkas rusas: nuevamente: totalidades dentro de unas totalidades mayores.
Hay niveles de consciencia: puede ser muy precaria, lo cual no nos permite dar cuenta de nosotros mismos, sino escasamente sobrevivir. De ello se aprovechan los señores de la guerra, los políticos corruptos, los gobernantes inescrupulosos, quienes también hacen parte de la totalidad y tienen unos niveles mayores de consciencia. Pero, para alcanzar estadios de centropía, necesitamos aún más…