La nueva ministra del Interior, Alicia Arango, se dedicó, por horas, a tratar de “sacar el pie”, antes de que le pagaran su primera quincena.
Para ella no son graves los asesinatos de los líderes sociales, que diariamente se registran en Colombia y que de todos es sabido, obedecen a la defensa que hacen de los Derechos Humanos de las comunidades. Contrariamente con lo que trata de dibujar el doctor Acevedo en “su memoria histórica”, el país ha vivido y continúa viviendo en medio de un conflicto armado.
Muertos hay por todas partes y su número se acentúa en el terreno político, cuando tratamos de consolidar la paz que se firmó con las Farc.
En el foro de “Protección a la Vida”, que se realizó en el Putumayo, la Ministra de Interior se disparó afirmando que en Colombia matan más personas en robo de celulares, que líderes sociales. Quiso justificar así los asesinatos de dirigentes que defienden los DDHH. ¿Por qué chillan por éstos y por los otros no? dijo.
Un reportaje a Blu Radio puso a la audiencia con los pelos de punta. Nadie entendía un “descache” de tal naturaleza. Si su jefe, el Presidente Duque la hubiera escuchado, no habría soportado los “chillidos”. Los asesores de la titular de la política seguramente estaban trabajando por horas y era muy temprano para aplacarla.
Ella trató por todos los medios de explicar la mortandad que se registra a diario en Colombia y el dolor que siente cada familia por la desaparición de sus seres queridos.
Tal vez no asiste a sepelios, ni ve la reacción de los parientes de las víctimas por televisión. No se percata de que ya la gente no tiene lágrimas para llorar sus muertos. Sus voces no tienen fuerza para quebrarse cuando narran los crímenes. Las condolencias, sentimientos y dolor solo alcanzan a “una flor en su sepultura”.
Bandas criminales, manos negras y sicarios actúan sin piedad, cumpliendo órdenes de patrones que afianzan así tierras y riquezas.
Un concienzudo informe de la Relatoría especial sobre Derechos Humanos de la ONU puso a hervir los ánimos de quienes creen que vivimos en un paraíso. Ciertos defensores del Centro Democrático, calificaron a la oficina de Naciones Unidas en Colombia de “guarida politiquera”, remoquete que oportunamente fue desautorizado por el Presidente Duque. Pero el Jefe de Estado remató la cosa con desgano, cuando veladamente dudó de la veracidad del informe presentado en Ginebra sobre Colombia.
Michel Forst, relator especial sobre Derechos Humanos, también llevó “garrote” de los amigos del gobierno, por haber denunciado que presentamos el mayor número de asesinatos de defensores de DDHH de Latinoamérica, por parte de actores estatales y no estatales. Hay quienes quieren sacar a la ONU porque ha descubierto el juego sucio y entregado recomendaciones positivas para el Gobierno.
NEGRO: Se institucionaliza el fracking, con “piloto” o sin piloto.
NEGRO: Pregunta la gente sobre Ñeñe: ¿de quién son los votos, del que los compra o del que los recibe?