Duele lo ocurrido con el noticiero CM&. Más como un periodista que fue formado por el gran Gerardo Aristizabal. Él no recordará. Pero fue mi profesor en sala de prensa hace casi dos décadas. Quizá el editor político más bravo (perdón la expresión) que tiene Colombia. Pero se quedó sin donde emitir.
El cierre de una institución periodística como CM& está siendo analizado desde el punto de vista democrático. Mejor, desde el punto de vista político. Muy a nuestro pesar el tema es tecnológico, económico, regulatorio y muy de fondo antropológico. Lo que pasó con CM& es un nuevo ejemplo de lo crueles y dolorosas que pueden ser las transformaciones digitales.
Si los expertos preguntan quién es el competidor natural de un noticiero de televisión de aire que se emite de lunes a viernes en un horario ya establecido ¿qué responderían? La respuesta más obvia sería otros noticieros que tienen esas características. La respuesta correcta sería el celular. Y más específicamente las redes sociales.
En Colombia, cerca del 65% del tráfico de internet móvil se utiliza para video. Ya sea para los famosos Rell de Instagram, Facebook y Tik Tok o todo el contenido que está en plataformas como YouTube que al final del día es Google. Entonces, la competencia entre un noticiero de televisión abierta versus las redes sociales es una competencia injusta, desigual y si nos afanan totalmente desproporcionada.
La competencia es desproporcionada porque el costo para producir contenidos para televisión (léase espectro, torres, cámaras, estudios, telepronters, productores, periodistas y podemos seguir ad infinitum) es 500 veces superior respecto a un creador de contenidos que, con una cámara, una luz, un trípode y conexión a internet para llegar a miles de usuarios en tiempo real.
Pero el tema no tiene nada que ver con el creador del contenido. Tiene que ver con los gigantes tecnológicos. Ellos se quedan con el 70% de los ingresos por publicidad y no tienen que gastar ni un peso en impuestos, personal, en producción. Ni hablemos de que paguen algo por el uso de las redes de telecomunicaciones, porque el tema fair share es un tema tabú en el mundo.
Seguramente llegará el comentario de “así es la vida”. O el famoso “adáptate o muere”. Pero no es tan fácil soltar esos comentarios cuando más de 200 profesionales tendrán que buscar trabajo. Ahora es que quiero ver a esos gurús del Power Point que ganan millones dando charlas sobre transformación digital entregando alguna certeza de qué se puede hacer contra gigantes monopólicos como Meta o el querido Elon Musk.
El problema grande, y tenemos que hacer un mea culpa gigantesca, es que la industria de los medios, en este caso la televisión abierta, no ha (hemos) podido encontrarle la comba al palo. Y para decirlo de una manera más sofisticada, la industria no ha (hemos) podido encontrar un modelo de negocio ya ni siquiera rentable, aunque sea sustentable.
Los periodistas nos negamos toda la vida a discutir sobre modelos de negocio o distribución del contenido. Y ya es muy tarde. Un saludo al profe Gerardo y en su nombre a todos los colaboradores de CM&. Que vengan mejores tiempos.