Un paisa sabe que es un pedazo de esa tierra en que nació, vive, sufre, triunfa y muere. El campesino cafetero ora con ardiente fervor, sabe que Dios siempre lo protege y lo acompaña. Se amasó en muchas sangres para llegar a ser lo que es.
Altivo y humilde, dócil y bronco, tan resignado como exigente, sereno o nervioso, vivaz hoy, silencioso y cauteloso mañana, cristiano a macha martillo, fanático y descreído según la circunstancia o el momento. Trabaja como un esclavo, a veces bebe como dipsómano, pelea con la fuerza de un gladiador, reza como un religioso, canta como un mexicano y muere sin alharacas y ama sin solemnidad.
Abunda el tipo blanco con ojos oscuros, el mestizo de ojos endrinos y los rubios de ojos azules. Perfil español, latinos y vernáculos o telúricos. Hijos, nietos y biznietos de aventureros y de madres abnegadas. Es plural el paisaje y plural la raza. Plural de pluralidades. En el eje cafetero se lucha, se suda, se sufre, se goza, se holga, se afana.
En el Quindío se hace mucho y entre todos hicimos un departamento vibrante.
En el Quindío están los huesos de quienes educaron a las nuevas generaciones. Se ama al suelo nativo por lo que precede, por lo que sigue, por lo hecho y por lo que se hará, por el pasado y por el porvenir.
Siempre hay que volar alto y mirar lejos.
Empujemos el sol para que salga más temprano.
Se nace para dar puestos, no para mendigarlos.
La buena vida cansa y la mala amansa.
La plata es para gastarla y no para malgastarla.
No lleguemos al extremo de llorar como niños, lo que no supimos defender como hombres.
En su casa, si cabe el paisa y el que no cabe ¡es su ego!
Del talentoso José Jaramillo Vallejo, el más rico del eje cafetero en su momento, se expresó: “Como Dios, todo lo hizo de la nada”.
El que no trabaja, no come.
A veces la razón tiene hambre, o mejor el hambre tiene razón.
Mejor ser propositivo a ser reactivo.
El paisa sabe desviarse cuando va al frente un túnel sin salida diciendo y haciendo.
No existen malos negocios, sino malos negociantes.
Son muy aburridas las frases sin contenido.
Lo malo de la retórica es que se queda en las ramas y jamás llega a la raíz de las cosas o de los problemas.
Habló muy bonito, pero no dijo nada.
La caída es para que se levante más grande.
El pigmeo en la cumbre será pigmeo, y el gigante en el fondo del abismo, para siempre será gigante.
Podemos perder batallas, pero hay que ganar la guerra.
Mejor los colores fuertes; a los colores desteñidos.
El hombre, hombre, se hace contra viento y marea.
Las almas acomplejadas jamás tendrán jerarquía en la sociedad.
Unos nacen para dar órdenes y ser obedecidos, otros para morder el polvo de la derrota. Unos son leones, otros son corderos.
El buen luchador sabe cuándo hay que correr y cuando debe frenar en seco como una estaca.
A veces es mejor no llegar cuando todo nos esperan y cumplir la meta cuando los peligros han desaparecido.
Sabiamente el instinto nos indica a donde está la trampa y la celda.
Cuando alguien pretende engañarte y tú finges ser engañado, ¿quién es el engañado?
El luchador de raza se alimenta de vitaminas milagrosas, que multiplican sus recursos de combatiente.
Con frecuencia la línea recta no es el camino más corto para lograr la victoria.
Cuántos se intelectualizan y se pierden en la fronda oscura y especulación. Hechos, no palabras. Estocadas no alfilerazos.
Hay que ser grande sin engrandecerse y oportuno sin ser oportunista.
El paisa fluctúa entre la rutina y la grandeza. Aunque sea un proletario, sabe que puede llegar a ser propietario. Tiene la dureza del diamante para soportar la adversidad y la energía para reaccionar en el momento exacto.